España
Zapatero molesto por la filtración impone el silencio en el PSOE
Vea el vídeo del «silencio entre los ministros»
¡Cuidado! Puede haber sorpresas. Al presidente del Gobierno le gusta manejar sus tiempos; jugar al despiste con los periodistas; sorprender a propios y a extraños y, sobre todo, que no le eclipsen una apretada y lucida agenda internacional como se ha hecho. Zapatero está molesto y razones, la verdad, no le faltan. Cinco años para reactivar la agenda exterior, cien días de intensísimas negociaciones con la Administración Obama para lograr la ansiada foto de la reconciliación; encuentro bilateral, por fin, en Praga con el «talismán de moda»..., y en España las noticias, ajenas al éxtasis presidencial, discurren por otro lado. Al presidente le han hecho una posible crisis de Gobierno sin estar en España, se ha filtrado su intención de crear tres vicepresidencias, de «fichar» a Manuel Chaves, de llevar al Ejecutivo a su fiel escudero José Blanco, de cambiar a Solbes por Salgado¿ El enfado ha sido mayúsculo. Claro, no hace falta ser Einstein para ver que: uno, desde el punto de vista de la comunicación, la filtración iba a eclipsar la histórica foto de Zapatero con Obama; dos, que, estando el presidente fuera de España, en las noticias sobre la posible crisis de Gobierno podía leerse otra vez el descontrol y la falta de seriedad sobre una cuestión que es competencia exclusiva del presidente. Ahora bien, vaya por delante que el error no es de los periodistas, sino del propio presidente. Fue él, y no los informadores, quien comentó antes de su periplo internacional los cambios que tenía en mente. Y lo hizo con no pocas personas de su partido y de su entorno antes de coger el avión para irse de cumbres. Unos callaron; otros se fueron de la lengua. Erró el presidente al no seguir su doctrina de otras ocasiones de montar una reestructuración del Ejecutivo en pocas horas, las justas para anunciarlas al jefe del Estado, a los ministros entrantes y a los salientes. Y eso es lo que no se explican algunos socialistas, que no hubiera hecho las cosas como en otras ocasiones. Porque, en caso contrario, pasa lo que ha pasado este fin de semana. De nada sirven, luego, las componendas. Porque en Moncloa y en Ferraz andaban ayer en busca del filtrador, y todas las miradas apuntaban a Andalucía. ¿Habría sido Manuel Chaves, una vez aceptada la oferta de Zapatero de entrar en el Gobierno, quien había destapado la liebre al comentar a sus colaboradores su marcha a Madrid y el nombre de su sucesor en la Junta de Andalucía? Esa es una versión. Pero hay otras muchas. Una que apunta a los amigos personales del presidente. Si superado el enfado, Zapatero decide hoy (anoche volvió de Estambul) acometer los cambios publicados, reconocerá que apenas un año después del nombramiento del actual Gobierno, éste está quemado. Unos por la crisis, otros por errores acumulados y otros porque tras varios meses en el Ejecutivo no han logrado traspasar la barrera del conocimiento. Ayer, en un principio, el silencio se impuso en La Moncloa y en el PSOE. Tras un domingo de llamadas, preguntas, respuestas, especulaciones y confirmaciones, nadie se atrevía a dar nada por seguro. «Ahora todo son especulaciones. Quien dé algo por cerrado estará mintiendo. Sólo el presidente sabe lo que tiene entre manos». Eran declaraciones de un alto dirigente del PSOE. «Parece que no hay marcha atrás, después de hasta dónde se ha llegado. No tiene sentido aplazarlo una semana más, ni cambiar el tercio por lo publicado», sostenía el mismo interlocutor socialista. Luego se confirmaba: está previsto que el presidente lo anuncie hoy y que los ministros tomen posesión mañana, miércoles. Eso sí, quienes conocen a Zapatero saben que cuando haga públicos los relevos no se conformará con leer lo publicado, es decir, las tres vicepresidencias y la incorporación de Blanco. La remodelación podría llegar a terremoto con reducción drástica de ministerios. Sorpresas, seguro, habrá. Y por eso ayer el PSOE se vio obligado, además de a guardar silencio, a variar sus planes y desconvocar la habitual rueda de prensa de Leire Pajín tras la reunión de la Permanente. Alegó problemas de agenda.
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