Internacional
Irán, dispuesto a investigar con EE UU el siniestro del Boeing
Ucrania ya ha tenido acceso a las cajas negras, pero de momento no ha hallado indicios de un posible ataque
Irán insiste en que está dispuesto a colaborar con los investigadores de países como EE UU, Canadá, Ucrania y Francia, incluidos los ingenieros de Boeing, en las pesquisas para determinar lo sucedido con el 737 siniestrado, que acabó con 176 personas muertas a 45 kilómetros de Teherán. De hecho, el ministro de asuntos Exteriores de Ucrania, Vadym Prystaiko, comentó en una rueda de prensa en Kiev que el equipo de 45 investigadores enviados a Irán ha tenido acceso a las cajas negras, pero aún no ha encontrado indicios de un posible ataque. Washington también le ha facilitado al Gobierno de Zelenski «valiosa» información.
Irán se ha mostrado dispuesto a facilitar a estos países acceso al contenido de las cajas negras. Podría buscar ayuda externa para analizar las cajas negras del avión, aunque ha matizado que «si podemos hacerlo nosotros mismos, lo haremos».
Pero, por supuesto, se trata de los momentos preliminares de las pesquisas. Y los servicios secretos de varios países, entre ellos los de Canadá, EE UU y Reino Unido, apuntan a que el avión sí fue alcanzado. Y Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, ha respaldado desde Bruselas los informes de la inteligencia occidental. Concretamente, sostiene que «no tiene motivos para no creer los informes que hemos visto de las diferentes capitales aliadas de la OTAN».
Teherán, por su parte, insiste en que no hay pruebas de ningún tipo, rechaza como descabelladas las especulaciones y se remite a los resultados de la investigación en marcha. Así, el director de la aviación civil de Irán, Ali Abedzadeh, reiteró en una conferencia de prensa televisada que ningún misil impactó contra la aeronave. Abedzadeh también habló de una «gran mentira». Pero las imágenes del avión envuelto en llamas poco antes de estrellarse más bien apuntan a todo lo contrario. Y el secretario de Estado, Mike Pompeo, dio la cara delante de los reporteros en Washington para asumir de forma oficial la hipótesis del atentado o agresión.
No sólo eso, sino que diversos medios de comunicación de EE UU, entre otros la CNN, ya apuntan a que el proyectil empleado pudo ser un misil tierra-aire Tor-M1 (SA-15 Gauntlet para la OTAN), es decir, un artefacto de defensa aérea de fabricación rusa. Este tipo de misiles, de corto alcance, goza de gran versatilidad y movilidad gracias a que tanto el radar que guía el arma como la plataforma de lanzamiento pueden situarse sobre un vehículo. Y la caída del Boeing 737 coincidió con un momento de confusión en Irán, durante las horas en las que el país lanzó su ataque contra dos bases iraquíes con presencia militar de EE UU.
Dada su capacidad operativa, con una altitud máxima de hasta seis kilómetros y un alcance de 15 kilómetros, se trata de un tipo de arma especialmente indicada para abatir aeronaves, misiles y drones. «Creemos que es probable que el avión haya sido derribado por un misil iraní», dijo, y sus palabras resonaron en la sala con todo el peso de lo inevitable.
En cuanto al origen de la crisis, suponiendo que pueda confirmarse que los 176 pasajeros fueran víctimas de la precipitación o la mala puntería de un Ejército iraní al borde atenazado por el pánico, reiteró que su país no podía hacer nada más que liquidar a Suleimani. De hecho el secretario de Estado se refirió a un peligro «inmediato». «El peligro de atentado era inmediato», insistió. Claro que cuando los periodistas le insistieron en clarificar qué entiende por inmediato, la respuesta fue más bien vaporosa. No podía especificar un momento determinado, añadió, consciente de que el uso de la palabra no es baladí.
Pues tal y como ha escrito en un comunicado Agnès Callamard, relatora especial sobre ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias en la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, no es lo mismo, ni muchísimo menos, ejecutar a un presunto terrorista para evitar posibles acciones futuras que interponerse en su camino y eliminarlo en un momento de peligro inminente.
En el coro de reacciones tras la muerte de Suleimani, dos intelectuales de prestigio, Peter Singer y Thomas L. Friedman, chocaban respecto a lo sucedido. Para el filósofo no hay duda de que Washington debe explicar lo sucedido, a riesgo de haber incurrido en crímenes de guerra. El columnista del «New York Times» y ensayista totémico, en cambio, intuye que habrá sectores del Gobierno y el Ejército en Irán más que felices por la desaparición de Suleimani, al que acusa de liderar una estrategia imperial desastrosa para los intereses tanto de su propio país como de sus vecinos.
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