Venezuela

El jaque al régimen bolivariano

Venezuela?s opposition leader Juan Guaido speaks in Miami
Guaidó en su encuentro con los venezolanos que viven en MiamiEVA UZCATEGUIReuters

Si a Guaidó le tocan un pelo a su regreso a Venezuela es el fin de la dictadura de Maduro. Es la señal que espera EE UU para destruir desde el aire el aparato militar chavista. También es la señal para que Brasil y Colombia entren con sus ejércitos de tierra y ocupen al país. Estas fueron palabras de Carlos Alberto Montaner, reconocido periodista cubano americano. La afirmación podría ser exagerada considerando la firmeza, solo aparente, de la Administración Trump en continuar por el camino de las sanciones y la presión económica a Venezuela. Solo considerando Europa, la gira del presidente interino de Venezuela ha sido un éxito. Quizá, y aunque parezca paradójico, el encuentro de Guaidó con líderes de las democracias más importantes del mundo occidental refuerzan más la esperanza en los propios venezolanos que siguen en el país, que los acuerdos entre este gobierno legítimo y sus principales aliados. Lo externo inevitablemente alimenta lo interno. Y precisamente en ese punto, Guaidó deberá reforzar la estrategia de calle, protesta y reunificación de actores políticos, a su regreso.

El número dos del chavismo, Diosdado Cabello, afirmó: «A Guaidó no le pasará nada cuando regrese… él es la nada». ¡Cuánta debilidad del régimen bolivariano para admitir que no pasará nada! Más allá del argumento sobre el nihilismo que finalmente es falaz, reconocen que no pueden hacerle nada. No tanto porque los marines puedan invadir, eso parece improbable, sino porque Guaidó regresa blindado por una legitimidad internacional que automáticamente le cerraría puertas a ellos mismos con socios en Europa e inclusive en Asia. Meter preso al presidente legítimo provocaría un aislamiento internacional mucho mayor y un conflicto con actores que están intentando servir de puente en la crisis.

No volver sería un error. Los venezolanos quedarían huérfanos de liderazgo. Aumentaría la desesperanza y el pesimismo reinaría. Volver y no capitalizar la gira también sería un error. Capitalizar significa, en este caso, decidir lo más pronto posible y ante un acuerdo de todas las partes, el ir o no a las elecciones parlamentarias y bajo qué condiciones. Más pronto que tarde eso se tendrá que decidir y anunciar a todos los venezolanos. Por otro lado, capitalizar el fortalecimiento de Guaidó se traducirá en un mayor compromiso de la sociedad civil en la lucha por la conquista de la libertad. Esto significa: más protestas y mayor sinergia entre estudiantes, empresarios, sindicatos, trabajadores del sector público, Iglesia, entre otros. Sin unidad, no habrá paraíso. El regreso de Guaidó pondrá en jaque al régimen. Detenerlo sería una torpeza, dejarlo entrar un signo de debilidad. El presidente legítimo está en una posición ganar-ganar.