Opinión

Inestabilidad en América Latina

“Los recientes sucesos en Perú y Guatemala han reavivado la búsqueda de la justicia social y las reformas políticas”

Despliegue policial durante las protestas en Lima
Despliegue policial durante las protestas en LimaServicio Ilustrado (Automático)EL COMERCIO / ZUMA PRESS / CONTA

Hace tiempo que el análisis de la situación en América Latina no puede ser homogéneo y aplicable a todos los países de la región. La fragmentación ideológica y de política exterior es cada vez más acusada. Sin embargo, se advierte una tendencia al incremento de las protestas sociales y al aumento de la inestabilidad institucional. La irrupción de la pandemia a primeros de año parece que aminoró la intensidad de las protestas sociales que tenían lugar y que pospuso transitoriamente algunas de las reformas que se avecinaban.

Los recientes sucesos que han tenido lugar de Perú y Guatemala han reavivado lo que late en el trasfondo de la situación que impera en países de América Latina: la búsqueda de la justicia social y las reformas políticas que resulten precisas para asegurar la vigencia y la participación de los ciudadanos en los sistemas democráticos. La destitución de Martín Vizcarra como presidente de Perú ha abierto una crisis de gran envergadura y habrá que esperar si verdaderamente se resuelve en las próximas elecciones. La reforma e, incluso, la aprobación de una nueva Constitución peruana están en la agenda política del país.

La toma del Congreso de Guatemala en el marco de las protestas contra el presidente Alejandro Giammattei y la aprobación que se hizo del presupuesto han vuelto a agitar la estabilidad institucional en el país centroamericano y existen pocos indicios de que la situación mejore en poco tiempo. Estos dos casos son síntomas de que algo grave está aconteciendo en el contexto latinoamericano. Lo verdaderamente preocupante es que se ponga en duda la viabilidad de los sistemas democráticos y que, a la postre, triunfen posiciones populistas.

Es hora que las organizaciones regionales y, sobre todo, la Organización de Estados Americanos estén muy atentas a todo lo que sucede en el continente y hagan esfuerzos por asegurar la pervivencia de los sistemas democráticos. La Carta Democrática Interamericana adquiere, en la actualidad, más vigencia que nunca y debe ser una guía inexcusable para los países de la región.