Técnicos en el Laboratorio de Virología de Wuhan

El enigma del origen del coronavirus

El régimen chino sometió a la población a duras medidas para atajar antes que nadie la pandemia. Como resultado, hoy disfruta de una fuerte recuperación

Cuando ha transcurrido poco más de un año desde que el coronavirus iniciara su avance por el mundo, China ha logrado lo que muchos otros países no se han atrevido o no han podido. Con medidas de coacción y persuasión a partes iguales, el Partido Comunista se ha ha movilizado para llamar a filas a toda la población, en lo que el líder del país, Xi Jinping, ha denominado una “guerra del pueblo” llena de desafíos contra la pandemia, y atendiendo a los datos: ha triunfado.

Ante la repentina embestida del SARS-CoV-2 y en un entorno internacional cada vez más complejo, la República popular se ha unido en torno a un propósito común: contener el virus y reabrir la economía de forma segura para restablecer el crecimiento económico.

China perdió el primer asalto contra el coronavirus porque los responsables dudaron, permitiendo que el virus escapara de Wuhan y sembrara una pandemia mundial. Pero una vez quedó claro que el país se enfrentaba a una grave crisis, la vasta burocracia se recompuso y se movilizó.

En esta guerra, donde el país ha estado cerrado a cal y canto, la armadura y las armas han sido los profesionales de la salud pública y el desarrollo de uno de los sistemas de vigilancia de enfermedades más sofisticados del mundo. Esto se ha combinado con el seguimiento activo y estricto de los casos, diagnóstico y gestión rápidos, cuarentena de las personas con contactos cercanos, y divulgación de directrices para ayudar al público a entender y adherirse a las medidas de control.

En los últimos 15 años, China ha experimentado numerosas crisis de salud pública causadas por brotes de enfermedades, como el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) en 2003 y el subtipo H7N9 del virus de la gripe A (H7N9) en 2013. Estas epidemias han causado enormes impactos negativos en la salud de la población y en la economía.

Por ello tiene sentido que los residentes locales sean especialmente prudentes. Una vez que el miedo se disipe gracias a la campaña de vacunación masiva actual, es posible que vuelvan a sus antiguos hábitos.

Aunque las restricciones en China son en la actualidad menos severas, la población continúa actuando con mucha cautela. Los nacionales se mueven dentro de las ciudades para ir a trabajar o comprar, pero limitan las actividades de ocio y el turismo, o recurren al transporte privado o a las atracciones turísticas más cercanas. La impresión es que el miedo al contagio sigue haciendo mella en la vida social.

Mientras China se encuentra en una fase avanzada de la lucha contra la transmisión doméstica del virus, los indicadores más recientes sugieren que la recuperación económica del país está cobrando velocidad, superando a otras economías aún asoladas por el coronavirus. El factor más importante de estos notables resultados ha sido la contención de la crisis sanitaria que comenzó en Wuhan el pasado año y que ahora parece estar controlada en el país, con pocos nuevos casos diarios oficiales en todo el país.

En un ejemplo de su política de “contagio cero”, las autoridades del epicentro de la pandemia, reaccionan a día de hoy ante cualquier señal de nuevas infecciones con medidas radicales. En Hebei, el pasado mes de enero, el Gobierno sometió a pruebas a millones de personas y aisló a comunidades enteras, todo ello con el objetivo de eliminar por completo los casos, que oficialmente se traduce en docenas al día, en una población de 1.400 millones de personas.

La capacidad de reacción de la provincia de Hubei se vio cuando hace un año, se reforzaron con 346 equipos médicos y 42.000 miembros del personal médico de otras provincias que se ofrecieron como voluntarios para viajar allí entre el 24 de enero y el 8 de marzo de 2020. En 10 días se construyeron en la ciudad dos hospitales especializados en covid-19 equipados con sistemas 5G, instalaciones médicas avanzadas, mientras que se establecieron 16 hospitales improvisados para tratar a las personas con síntomas leves. Además, para identificar a todos los infectados, el personal médico de Wuhan llegó a examinar a los 14 millones de residentes.

La rápida recuperación económica de China se ha basado en las estrictas medidas de control del virus, que incluían pruebas y rastreos masivos, cierres estrictos y cuarentenas para las personas que tuvieran incluso casos leves. Continúan existiendo restricciones para los viajeros, ya que solo los ciudadanos chinos y grupos reducidos de extranjeros pueden viajar al país, con una cuarentena obligatoria de tres semanas en un hotel impuesto por el gobierno.

El Estado ha utilizado una serie de políticas monetarias de apoyo en proyectos de infraestructuras, al tiempo que continúa ofreciendo préstamos y desgravaciones fiscales para apoyar a las empresas y así evitar los despidos relacionados con la pandemia. Unido a estas políticas de estímulo impulsadas por el Gobierno, la intensificación de la producción por parte de los fabricantes locales para suministrar productos a muchos países afectados, también han contribuido a impulsar el proceso de recuperación.

China, que se tambaleó a principios del año pasado, es la única gran economía que ha vuelto a crecer de forma estable.