Vacunas

Israel se quita la mascarilla: “Sentimos que el coronavirus se ha ido”

El Gobierno hebreo retira la obligación de llevar la máscara al aire libre tras haber inmunizado a cinco millones con dos dosis, más de la mitad de la población

En primer lugar, es un alivio. Las mascarillas fueron el símbolo de esta etapa. En los últimos días, la mayoría de gente ni se la ponía. Ahora, al retirar la obligación de llevarla, sentimos que el coronavirus se fue”, explicó el camarógrafo Felipe Wolokita a LA RAZÓN.

Mientras editaba piezas para informativos internacionales sobre la primera jornada sin la obligación de llevar mascarilla en el espacio público de Israel, este joven destacó que “con el calor que acecha ya empezaba a ser insoportable, y ya no tenía ninguna justificación. Los números bajan y bajan”.

El esperanzador caso de Israel, que apunta que dejará atrás el abismo de la pandemia, ha demostrado que la vacunación masiva es la única garantía para retornar a la ansiada normalidad, al menos a nivel interno. La vuelta de los interminables pkakim (tráfico denso en los accesos urbanos) da fe de que la rueda del sistema productivo vuelve a girar.

Con una población de 9 millones de personas, casi cinco millones ya han recibido ambas dosis, y la apodada como “inmunización de rebaño” se da casi por lograda. Cabe recordar que antes de la campaña exprés de vacunación, el Estado judío lideró el ranking de mayor porcentaje de infectados por cantidad de población.

Colegios sin grupos burbuja

También los más pequeños regresan a las aulas como en tiempos pre pandémicos, sin grupos burbuja ni maratones de sesiones telemáticas: “se hace extraño volver, de repente hay que estudiar cómo es de debido”, relata el adolescente Yonatan al canal público Kan11. Su compañera Adán apunta otra ventaja cuantitativa: “con las cápsulas había un intenso vínculo personal, pero ahora estamos con muchos más amigos”.

De aquellas decenas de miles de nuevos positivos diarios que precipitaron al país a tres agónicos cierres generales y unas 6.300 víctimas mortales, el último sábado apenas se registraron 82 nuevos casos, con un 0,8% de test positivos.

Quedan todavía unos 200 enfermos críticos, y sobre todo durísimas secuelas psicológicas y económicas de un año que cambió la vida de todo el mundo. Pero anímicamente, la libertad de ir con el rostro descubierto impulsó un cambio de chip: “la gente está mucho más alegre. Antes, nos encontrábamos con los nuestros, pero siempre con temores de que algo podía ir mal. Ahora ya no hay preocupación, y empezamos a hablar de la pandemia en pasado. La mayoría de mi entorno está vacunado, por lo que las opciones de acabar en el hospital son ínfimas”, apuntó el camarógrafo israelí.

Desprenderse de las mascarillas también ha reforzado la sensación de que se puede empezar a planificar la vida con relativa seguridad, al menos a corto plazo. “Estoy planeando viajar al Sinaí -las desérticas jaimas egipcias a pie del Mar Rojo era un destino preferencial de la juventud israelí antes de la covid19-, y ahora siento que con un mes de antelación las cosas no pueden cambiar tanto”, concluyó Wolokita.

Apertura gradual al turismo extranjero

El Ejecutivo hebreo ha fijado para el próximo 23 de mayo la gradual apertura del país para grupos de turistas extranjeros. Pero con estrictas e ineludibles condiciones: certificado de vacunación, test serológico previo al viaje, y un test PCR negativo a la llegada al aeropuerto de Ben Gurión.

La joven Eliana Gamulka explicó a la agencia Afp desde Jerusalén que el sentimiento es “muy extraño, pero a la vez muy bonito”. Insinuó que echará en falta el factor de pasar desapercibida: “ya no puedo pretender que no conozco a nadie”, dijo bromeando. En la ciudad santa incluso se convocaron actos musicales festivos para romper y tirar mascarillas.

Regresan las bodas

Entre los más felices, Gamulka y todas las parejas que pospusieron indefinidamente sus bodas: “será extraordinario celebrar con todos y sin mascarillas (los festejos nupciales no suelen bajar de 300 invitados en Israel). Y estoy tan aliviada… ¡las fotos lucirán genial, podemos volver a vivir!”, exclamó.

Otras, como Ester Malka, todavía se mostraban recelosas de bajar la guardia definitivamente: “Aún sigo temiendo, siento que la máscara es parte de mi vida. Si la cosa va bien unos cuantos meses, entonces me la quitaré”, aclaró.

El profesor Nachman Ash, responsable fijado por el ejecutivo para lidiar con el coronavirus, reconoció que los datos de mortalidad avalan la eliminación de las mascarillas en lugares abiertos, pero reclamó a los israelíes a permanecer “vigilantes” y a continuar usándolas en espacios cerrados.