Elecciones en Alemania

El ministro de Sanidad alemán planeó distribuir mascarillas defectuosas entre indigentes

Jens Spahn, que había adquirido a China un lote no homologado en la primavera de 2020 por 1.000 millones de euros, blanco de las críticas de la oposición y sus socios de Gobierno

El ministro de Sanidad alemán, Jens Spahn
El ministro de Sanidad alemán, Jens SpahnCLEMENS BILANEFE

Personas sin hogar, discapacitados y beneficiarios de ayudas sociales iban a ser los destinatarios de un lote de mascarillas chinas no homologadas que el Ministerio de Sanidad alemán compró en la primavera de 2020 por valor de mil millones de euros. En medio de la escasez internacional, el Gobierno alemán no se percató de que los tapabocas contra el coronavirus no cumplían con los estándares de calidad europeos.

La noticia, revelada el viernes por el semanario “Der Spiegel”, coloca contra las cuerdas al titular de Sanidad, el conservador Jens Spahn, quien fuera ministro estrella del Gobierno de Angela Merkel gracias a la ejemplar gestión de la primera ola de la pandemia.

En plena celebración por el triunfo electoral de las regionales del domingo en Sajonia-Anhalt, la canciller salió en defensa de su ministro durante la reunión de la dirección de la Unión Cristiano Demócrata (CDU). “Las acusaciones no están basadas en hechos”, aseguró Merkel en línea con la nota oficial que el ministerio se vio obligado a publicar el sábado ante el revuelo desatado por la exclusiva de “Der Spiegel”.

En la misma línea, el portavoz del Gobierno, Steffen Seibert, agregó que Sanidad había demostrado que las acusaciones eran infundadas. “La declaración es concluyente. Y ahora deberíamos volver a dedicarnos a las diversas tareas que nos plantea la pandemia”, zanjó el portavoz.

Sanidad decía en aquella nota oficial que se había prestado “estricta atención” a la calidad durante la adquisición de productos médicos, incluidas las mascarillas, durante lo que describió como una “situación de emergencia”. “La mejor protección posible para los ciudadanos y empleados que viven allí estuvo en todo momento en primer plano” a la hora de entregar máscarillas a las instalaciones para personas sin hogar y discapacitados, subrayó también el ministerio. “Otras consideraciones no jugaron ningún papel por parte de BMG [Ministerio alemán de Sanidad]”

Las explicaciones, sin embargo, no convencieron ni a la oposición ni al Partido Socialdemócrata (SPD), socio de coalición de Merkel por tercera vez y que se esfuerza denodadamente por presentarse con perfil propio a tres meses y medio de las elecciones federales. En opinión de Lars Klingbeil, secretario general del partido, “es escandaloso e inhumano”. “El ministro debe explicarse sobre esto lo antes posible, no puede señalar con el dedo a otros aquí”, aseguró Klingbeil.

Más lejos fue la co presidenta del SPD, Saskia Esken, que en una entrevista calificó el comportamiento de Spahn de “inhumano” y reclamó su inmediata dimisión. “Si las acusaciones resultan ser ciertas, ya no es defendible que ocupe su cargo”, declaró en una entrevista este lunes.

Desde el Bundestag (Parlamento federal), Katja Mast, vicepresidenta del grupo parlamentario del SPD escribió en su cuenta de Twitter que ”intentar deshacerse de mascarillas inútiles entregándolas a grupos necesitados de nuestra sociedad está más allá del cinismo y es absolutamente inaceptable”.

Fueron los socialdemócratas, precisamente, quienes desde el Ministerio de Trabajo frenaron los planes de Sanidad tras tener conocimiento del mismo. El equipo de Hubertus Heil tuvo que abrir los ojos a sus colegas, obligándoles a llevar a un almacén los lotes de mascarillas chinas.

El equipo de Spahn también desmintió la información del semanario en la que asegura que Sanidad planea destruir un material médico que costó a los contribuyentes alemanes 1.000 millones de euros. Su destino, según el ministerio, es la recién creada Reserva Nacional para la Protección de la Salud ante futuras pandemias.

“El Gobierno federal no ha tomado decisiones sobre la destrucción de existencias”. Las máscaras eran completamente utilizables para el control de infecciones, sostiene el BMG.

La oposición tampoco dejó pasar esta oportunidad para arremeter contra el Gobierno de Merkel en plena precampaña. El líder parlamentario de La Izquierda (Die Linke), Jan Korte, lamentó que “ya no parece importar que el ministro de Sanidad, una vez más, parezca no preocuparse por la salud de las personas discapacitadas y socialmente desfavorecidas si sus propios fracasos son encubiertos como resultado”. Korte aseguró sentirse indignado porque Spahn no haya dimitido.

Desde los liberales del FDP, su vicepresidente, Michael Theurer, exigió una investigación urgente a la Oficina Federal de Auditoría en declaraciones al diario financiero “Handelsblatt”.

Spahn, que en el pasado ambicionaba suceder a Merkel, recibió el espaldarazo del actual líder de la CDU, Armin Laschet, que llevó al joven ministro de Sanidad como “número dos” en la candidatura con la que en enero se hizo con las riendas del partido democristiano. De hecho, Spahn es vicepresidente de la formación.

Laschet no ahorró reproches contra su socios de la Gran Coalición: “Los ataques personales contra Jens Spahn que fueron expresados por miembros del Gobierno federal en los últimos días son humana y objetivamente inaceptables”. “Lo que hizo el SPD con adjetivos que no quiero repetir aquí, pero que no son aceptables en una coalición, sabiendo que los Estados gobernados por el SPD han usado estas mascarillas como una cuestión de rutina”, explicó.