Los intelectuales cubanos

«Llega una nueva generación sin ningún vínculo sentimental con la Revolución»

Un diálogo con los escritores cubanos exiliados en España, Juan Abreu y Jorge Ferrer, sobre las protestas en Cuba, el final de la dictadura y la posición de la izquierda española

La escritura y la furia
La escritura y la furiashootingLa Razón

Las protestas de esta semana en Cuba pueden calificarse, sin hipérbole, de inaugurales. Después de 60 años de represión, miles de ciudadanos tomaron las calles pacíficamente contra la dictadura. Las protestas encontraron como respuesta un crescendo represivo de violencia. «Grito, luego existo», había escrito Reinaldo Arenas en 1983. Sobre la posibilidad de que la dictadura agonice, la indignación y la rabia, la democracia y el totalitarismo, conversamos con dos gigantes. Juan Abreu (La Habana, 1952), discípulo y amigo de Arenas, escapó del infierno en 1980. Ha publicado novelas y dietarios esenciales, como los sucesivos volúmenes de “Emanaciones”. Jorge Ferrer (La Habana, 1967), traductor de Vasili Grossman, Ilyá Ehrenburg y Svetlana Alexievich, es autor del reciente, y extraordinario, “Días del coronavirus”.

Rebeca Argudo- ¿Estas protestas del pueblo cubano, pidiendo abiertamente la libertad, qué representan?

Juan Abreu- Esto que ha pasado es muy importante. Por primera vez se ha roto una especie de cúpula, completamente ficticia. Siempre había algo, una ilusión, una mitificación, que unificaba la porquería, que impedía la rebelión. Eso se ha quebrado.

Julio Valdeón- ¿Sentís que en España ha existido una desatención mediática y política hacia Cuba?

Jorge Ferrer- Para mi estupor, la presencia del asunto en los medios ha sido extremadamente notable, con influencers y youtubers muy jóvenes entrevistados. Una presencia que se ha multiplicado de manera virtuosa gracias a la posición de los tres partidos del gobierno, con ese escamoteo de la voz “dictadura”, como si manchara al que la pronuncia.

JA- Pero no veo que en la prensa escrita se haya recabado la información ni la opinión de gente que conozca el asunto. No se ha pedido opinión ni siquiera a los escritores favorables de allá.

JF- Es posible que el interés de la prensa se haya trasladado de la figura tradicional, del escritor, del intelectual, hacia nuevas figuras más atractivas. También es posible que la prensa esté tan desconcertada como nosotros. Lo ocurrido es algo extraordinario.

JA- En este país, donde se escriben cartas por cualquier cosa, no hay un manifiesto que al menos muestre preocupación.

JV- ¿La intelectualidad española le ha fallado al pueblo cubano?

JF- Yo de los intelectuales españoles no espero nada, pero porque no espero nada de nadie. Tal vez antes, retorciendo el argumento, podríamos decir que fue el propio pueblo cubano el que falló a quienes querían tomar una posición más activa. Porque no mostraba una actitud contraria al régimen. La gente no salía a las calles, no protestaba, como sí hicieron en Chile o Argentina. Pero ahora, que decenas de miles de personas humildes han salido a las calles, sí podrían haber publicado una cartita, con esa manía epistolar tan española.

RA- ¿Por qué ha ocurrido esto justo ahora?

JA- Agotamiento. Llega un momento que no aguantas más. Desde el principio de la toma de poder de los Castro fortalecieron una mitología, con premios a escritores mediocres, viajes a Cuba, más el romanticismo, que fue real, de los primeros tiempos. Pero estos muchachos ni saben quién era Camilo Cienfuegos ni les interesa. No tienen esos anclajes psicológicos o sentimentales. La buena noticia es que eso es indetenible y crecerá.

JF- Viene una nueva generación absolutamente desideologizada. No tienen ningún vínculo sentimental con eso que llaman, con mayúsculas, la Revolución. La generación histórica ha desaparecido. El poder de imantación que arrastraba Fidel Castro desaparece con él. Para los chavales que salieron estos días es historia antigua, casi Nerón. Mientras que el actual presidente es un apparatchik, salido de las provincias centrales de Cuba. Un buen gestor del estercolero. Pero carece de poder simbólico. Un tipo cualquiera. Fidel no. Fidel no era cualquiera. Fue absolutamente extraordinario, en su maldad y en su poder.

El escritor cubano Jorge Ferrer fotografiado esta semana en las calles de Barcelona
El escritor cubano Jorge Ferrer fotografiado esta semana en las calles de BarcelonashootingLa Razón

JV- Con Fidel quizá un estallido así parecía impensable…

JF- Este domingo se acabó el miedo. Durante muchos años los cubanos mirábamos hacia Cuba con un punto de vergüenza. En cualquier otro lugar del mundo la gente protestaba, los estudiantes, en Seúl, en Caracas. Pero en Cuba nada… Hasta el domingo, que fue extraordinario.

JV- Más la situación material, que es catastrófica.

JF- Es el tercer elemento, la depauperización. Cuando la enfermedad apartó a Fidel, Raúl abre la mano y eso significó que en un lapso de muy pocos años un porcentaje significativo de la sociedad comenzó a vivir por cuenta propia y no del Estado, generando un cambio de mentalidad y de la relación. El Estado era el único empleador, pero ahora no, había otras maneras de ganarse la vida, con una nueva clase, todavía muy incipiente, pero que ya empieza a pugnar por ampliar los espacios de libertad, sobre todo económica. Pero cuando llegó Trump cerró todo. Ahora mismo, en Cuba, la situación cotidiana es infernal. La gente que salió a la calle no tiene absolutamente nada que perder.

JF: Además, desde hace unos cuatro años todos los cubanos tienen acceso a Internet desde sus teléfonos. Eso les ha permitido asomarse al mundo. Ese es otro factor a tener en cuenta.

RA: ¿Tiene vuelta atrás?

JF: No podemos saber. Pero lo sucedido es de una magnitud absoluta, ya nada volverá a ser igual, lo que no significa que vaya a caer la dictadura. Pero creo que es claro que lo vivido en Cuba el domingo, decenas de miles de personas en la calle gritando libertad, no había ocurrido en 62 años.

JV: Desde occidente a veces se argumenta que la democracia liberal no es para los cubanos porque serían devorados por las grandes empresas. ¿Esa visión no está teñida de cierto racismo?

JA: La mirada de Europa a estos países es blanca y colonial. Ellos no pueden situarse a la misma altura que esa gente que sale a la calle allá. Hay un racismo a un nivel profundo e inconsciente.

JF: Es una paradoja absoluta que cierta izquierda defienda para los cubanos cosas que jamás toleraría para ellos mismos y contra las que lucharía incluso si se la imponen: un régimen de partido único, un solo periódico, dos hermanos gobernando el país durante 54 años… Pero les parece perfectamente soportable para otros.

JV: ¿Estamos ante un nuevo escenario entonces?

JF: Uno absolutamente nuevo. El tiempo pasado, pasó, y Cuba está metida en un nuevo siglo. Los que salieron no están pagados por el enemigo: son chavales de los barrios más menesterosos de las ciudades y dicen “esto no lo quiero”. Es un tiempo nuevo. Hay un anhelo nuevo manifiesto, no tácito. No es silencioso. Se dio el pecho y les dispararon, les desaparecieron. Ahora sólo hay que hablar de la libertad de Cuba.

JV: Pero llega el gobierno español y se escapa para no decir que Cuba es una dictadura. Vosotros sois españoles además de cubanos, ¿qué sentís ante esto?

JF: Asco, repugnancia… en modo alguno sorpresa. Lo que está haciendo el gobierno, este miedo a pronunciar la palabra “dictadura”, este problema para designarlo como tal es impresionante. Pero esto muestra muy bien a la gente quiénes nos gobiernan. No soportan decir eso de Cuba porque es decirlo de ellos mismos, del pasado que les sostiene.

JA:: Se ha establecido una especie de indecencia ambiental que se ha convertido en lo normal. Hay conceptos y valores morales que se han ido desmoronando, y estamos en una especie de relativismo moral instaurado a todos los niveles.

Desde Cuba, el cineasta y escritor Carlos Lechuga, explica como ahora mismo hay más de 180 jóvenes desaparecidos y la policía está deteniendo a muchos, en sus propias casas, simplemente por escribir mensajes en redes sociales. «El pueblo cubano ha aguantado mucho, muchos años de crisis económica, social y ahora sanitaria» explica. «Después de tanto tiempo ha salido pacíficamente a la calle, a pedir un cambio, y el gobierno de un señor que no ha sido elegido por el pueblo ha respondido con sangre y violencia. Es terrible». «Esto es un punto de inflexión en la historia de Cuba que se inició con los jóvenes artistas el 27N frente al Ministerio de Justicia y ahora es el país entero», añade. «El pueblo dijo “estamos aquí” y sus gobernantes deben aprender a dialogar. Basta de abusos y basta de violencia”». «Ya no nos pueden callar», concluye.