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Ucrania

El gas contra el dólar, Alemania contra Rusia: cómo será un “Stalingrado económico” visto desde Moscú

Rusia confía en que la economía alemana se hundirá si finalmente Berlín deja de comprar energía al régimen de Putin

Soldados rusos de la Guardia de Honor en un acto para recibir a Angela Merkel en Moscú MAXIM SHEMETOV / POOLEFE

En Occidente se habla de asfixiar económicamente a Rusia con nuevas sanciones y de cortar el flujo de dólares y euros para que la Rusia de Putin se quede sin dinero con el que financiar la guerra de Ucrania. Una Rusia colapsada sería el preludio de un estallido social que pondría contra las cuerdas al régimen Putin. Sin embargo, desde Rusia las cosas se ven de una manera muy distinta. Tanto si Alemania decide dejar de comprar el gas ruso (40% de su consumo energético) como si Vladimir Putin opta por cerrar el grifo energético a Europa como le ha pedido la Duma, sobrevendrá una catástrofe para el Viejo Continente de dimensiones no vistas desde laSegunda Guerra Mundial. Así lo refleja la columnista rusa Victoria Nikiforova en un artículo escrito para la agencia rusa RIA Novosti, donde se dibuja un pulso a cara de perro, uno más en la historia de las relaciones bilaterales, entre Alemania y Rusia.

La visión de esta analista advierte del dolor y el daño en Europa ante una supuesta derrota europea en lo que llama el “Stalingrado económico”, en referencia a la gran batalla de la Segunda Guerra Mundial que enfrentó al Ejército Rojo de la Unión Soviética y a la Wehrmacht de la Alemania nazi por el control de la ciudad soviética de Stalingrado, actual Volgogrado. Es solo una metáfora pero añade que “las batallas de la guerra económica pueden matar incluso a más personas que las peores batallas de la Segunda Guerra Mundial”. Este “Stalingrado” económico “no es ni siquiera una confrontación entre países, es un conflicto de dos valores”, sostiene la comentarista, que enfrenta en una lucha descarnada al gas ruso contra el dólar estadounidense o visto de otra perspectiva, “los recursos contra las monedas”.

La narrativa de la autor es clara: para Estados Unidos resulta fácil prescindir del gas ruso, pero no así para Alemania. Si Berlín cierra el grifo de la energía rusa (50.000 millones de metros cúbicos de gas por año para Alemania, unos 200 millones de euros por día para Putin) el resto de economías europeas estarán en peligro. “Las pequeñas y medianas empresas en Alemania están prácticamente condenadas” de producirse un corte en el suministro desde Rusia. En una situación así, “lo único que puede soportar un burgués común en estas condiciones es el odio a los rusos”, pronostica Nikiforova, cuya visión probablemente exprese también el punto de vista de muchos dirigentes rusos.

Según la visión de esta analista, Alemania ya ha pergeñado su plan de acción ante un escenario sin gas ruso, una opción que parecía imposible hace dos meses y que ahora resulta cada vez más cercana. De hecho, este lunes los ministros de Exteriores de la Unión Europea volverán a estudiar posibles sanciones contra el gas y el petróleo del Kremlin.

En este supuesto plan trazado desde Berlín ante un escenario sin gas ruso, la prioridad sería mantener abiertos los hospitales y la producción farmacéutica. La segunda prioridad sería la calefacción de los hogares y en tercera posición quedarían las empresas. Es decir, el sector industrial sería el primero en sufrir los efectos de una economía sin el gas ruso.

Ante este panorama “la producción irá a la quiebra y millones de personas perderán su trabajo”, añade Nikiforova, todo ello en un contexto de alta inflación y subida acelerada de los combustibles. “Esto podría conducir a la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial y acabar con nuestra prosperidad”, escribe la comentarista citando ahora declaraciones del presidente de BASF, Martin Brudermüller, a The Guardian.

El escenario visto desde Rusia es el inverso al que se prevé desde Occidente. Sin energía para calentar las casas y mover las fábricas, las empresas irán a la bancarrota y millones de alemanes perderán sus trabajos. La gente saldrá a la calle a protestar de forma masiva y la policía frenará el malestar social a base de golpes y porrazos. A todo ello se sumará la llegada constante de refugiados y migrantes desde África y Asia buscando la solidaridad europea.

La respuesta de las autoridades monetarias de la UE sería imprimir más euros, generando más inflación hasta poner al euro en una situación de tensión máxima. ¿”Qué será de esta moneda dentro de un año?”, se pregunta. Alemania es vista como un gobierno títere a las órdenes de Estados Unidos que ya ha renunciado algasoducto Nord Stream 2. ¿Por qué los líderes de la economía alemana “guardan silencio”?. Alemania, se dice, sueña con el derrumbe de la economía rusa, la entrega de su arsenal nuclear y el acceso “gratuito” al “codiciado gas ruso”.

Lo que anticipan desde Moscú es otra cosa. Con solo girar la válvula que corta la salida del gas desde Rusia “toda esta construcción compleja y centenaria se derrumbará como un castillo de naipes y arrastrará consigo las economías de otros países europeos”.

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