Elecciones

África celebra la victoria de Macron

Desde Dakar se vive el apoyo del África francófona al reelegido presidente de la República

Emmanuel Macron celebra su victoria en la segunda vuelta de las elecciones francesas.
Emmanuel Macron celebra su victoria en la segunda vuelta de las elecciones francesas.Christophe Petit TessonAgencia EFE

Mañana posterectoral en Dakar. No era solo Francia quien se jugaba el futuro en las elecciones presidenciales que resultaron este domingo con la victoria de Emmanuel Macron. El África de habla francesa (conocida como la Françafrique) se jugaba tanto como el que más. Cuando hablamos de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), cuya moneda, el Franco CFA, está ligada directamente al euro, mientras un 50% de las divisas de dicha moneda están en posesión francesa, quién gobierne o deje de gobernar el país galo resulta de una importancia fundamental para definir los próximos pasos de las antiguas colonias. Del presidente de la República dependerá cuánta injerencia francesa se dará en África, cuántos militares franceses patrullarán el Sahel, cuánto dinero se inyectará en las maltrechas economías africanas, cuántos inmigrantes recibirá Francia... El domingo, paseando las calles de Dakar, escuchando las conversaciones acaloradas a pie de calle y en los autobuses, casi, casi parecía que se estaba decidiendo quién gobernaría Senegal.

Emmanuel Macron: líder en los negocios

Los presidentes Macky Sall (Senegal) y Alassane Ouattara (Costa de Marfil), y el reciente dictador de Chad, Hissène Habré, han mantenido relaciones históricas con Francia que ha explotado el Gobierno de Macron. El actual presidente ha mostrado un profundo interés por interferir en las ex colonias con las mejores intenciones: tanto en el ámbito económico (las exportaciones de Chad a Francia pasaron de un 0,25% en 2016 a un fabuloso 19,4% en 2020), educativo (en 2018 prometió financiar con 3.000 millones de euros la educación de 100 millones de niños africanos), militar (la “Task Force Takuba” de Malí comenzó bajo su mandato) y diplomático (reconoció en una visita a Ruanda el rol de Francia en el genocidio de 1994).

Resulta esclarecedor el nivel de afiliación hacia Macron de los expatriados franceses en África Occidental. Lanzando estadísticas a lo loco y según el Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia, el 90,8% de los expatriados que votaron en Burkina Faso apoyaron a Macron en la segunda ronda de votación, el 86,99% en Guinea Conakry, el 86,1% en Senegal, un 83,62% en Costa de Marfil... Entre las conversaciones que manejan algunos franceses de Dakar se tacha a Le Pen de racista, cuando se les pregunta sobre su postura con África; otros temen que la indiferencia de la candidata de extrema derecha afecte de manera negativa a los negocios frenéticos que se ejercitan en este lado del mundo. Francia se encuentra ahora, y esto no es un secreto para nadie, en una carrera que va perdiendo contra China por controlar sus antiguas colonias. Las políticas de Macron han beneficiado sin lugar a dudas a los negocios franceses asentados en las antiguas colonias.

Emmanuel Macron conlos miembros del Consejo Presidencial encargados de las relaciones con África.
Emmanuel Macron conlos miembros del Consejo Presidencial encargados de las relaciones con África.larazon

Marine Le Pen: un panafricanismo accidental

El discurso de Marine Le Pen a favor de una regulación más estricta de la inmigración africana, subrayado por los altavoces de varios medios de comunicación tanto europeos como africanos, ha provocado que la mayoría de africanos apoyen a Macron sin dudarlo. Sin embargo, un estudio más riguroso sobre las ideas de Le Pen respecto al continente demuestra una línea política que podría beneficiar los deseos del panafricanismo. Frente a la hoja de ruta de Macron, la líder del RN ha calificado la misión en Malí de “fracaso” en numerosas ocasiones, y también criticó duramente cómo se ha gestionado el conflicto de Libia por la desbandada de yihadistas y mercenarios que escaparon tras la muerte de Gadafi para perderse en el Sahel. Aunque nunca ha confirmado que sacaría a las tropas de África, todo parece indicar que cambiaría la estrategia francesa en el continente.

En opinión de la candidata, deben aumentar las ayudas directas a los Estados africanos que envíen un mayor número de migrantes a Francia, con la esperanza de que estas ayudas beneficien sus economías devastadas y disminuya el número de jóvenes que deben marcharse a Europa. Marine Le Pen no está en contra de las empresas francesas que operan en el continente, ni se ha pronunciado en lo que respecta a un cambio en la provechosa relación comercial entre París y los representantes de los gobiernos de África Occidental. Tampoco trata esto de perder dinero a lo loco. Una indiferencia relativa al problema africano, que apenas sale mencionado en su programa, beneficia en cierta medida algunos aspectos del panafricanismo al otorgar una mayor libertad (esencialmente política) a los países africanos dominados por la sombra francesa. Por otro lado, las políticas migratorias de Le Pen pueden afectar a los africanos que ya viven en Francia, de la misma manera que dificultaría las migraciones de los años futuros hacia dicho país.

El fantasma de la inmigración ha influido en las conversaciones de los senegaleses en este lunes de resaca de elecciones. Los franceses alojados aquí lo celebraron ayer, mientras los locales se alegran de que, de lo malo, de Francia, al menos les toca lo mejor. Decenas de horas de televisión y artículos de “Le Monde” les han ocultado las ayudas que propuso la candidata femenina, igual que su política trumpista a la francesa que, quizá, solo quizá, podría darles por defecto el respiro que nunca les ha concedido la glamurosa París.