Elecciones

Zimbabue: un peligroso cóctel de represalias e hiperinflación

El país africano sufre desde el inicio del coronavirus una preocupante crisis económica, que el Gobierno condimenta con la detención masiva de miembros de la oposición

Noticias de última hora en La Razón
Última hora La RazónLa RazónLa Razón

Este año se darán elecciones generales en Zimbabue, presumiblemente entre julio y agosto. Los partidos principales en la contienda electoral son la Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico (ZANU-PF),perenne en el poder desde 1980 y dirigida por el actual presidente del país, Emmerson Mnangagwa; y la recién formada coalición de la oposición, la Coalición de Ciudadanos por el Cambio (CCC por sus siglas en inglés), que toma el relevo a la coalición del Movimiento por el Cambio Democrático-Tsvangirai (MDC-T) que se presentó sin éxito en las pasadas elecciones de 2018, 2013, 2008...

Al igual que está ocurriendo en otras naciones africanas, la población zimbabuense anhela una bocanada de aire fresco en la dirección del país. Así sucede que los líderes de la ZANU-PF ven cómo la oposición ha recortado distancias a lo largo de los últimos años y se revuelven nerviosos en sus asientos, desgastados los cueros tras décadas en el poder.

¿Un camino con final feliz?

Las organizaciones orientadas a los derechos humanos han denunciado en reiteradas ocasiones el deterioro de los derechos en Zimbabue, así y como la actitud hostil del Gobierno contra quienes aspiran por una mejora en el estilo de vida del país. Periodistas y miembros de la oposición han sufrido arrestos injustificados y hostigamientos por parte de las autoridades. Sólo este 14 de enero, 25 miembros de la oposición (entre los que se incluyen dos parlamentarios) fueron arrestados por la policía zimbabuense. El portavoz de la policía, Paul Nyathi, justificó el arresto declarando que los 25 detenidos formaban parte de “una reunión ilegal” y que habían participado en “numerosos apaleamientos”.

Los derechos se retuercen el Zimbabue y los casos de detenciones arbitrarias suman y siguen. Especialmente conocido es el caso de Joanah Mamombe, Netsai Marova y Cecillia Chimbiri, tres mujeres de la oposición que fueron detenidas en mayo de 2020 por participar en una manifestación en Harare, la capital del país. Amnistía Internacional ha denunciado que las tres fueron obligadas a comer heces tras su arresto, y que fueron víctimas de violencia sexual por parte de los actores involucrados. Dos días después, fueron arrojadas a una cuneta a 87 kilómetros de Harare con la ropa desgarrada y marcas de violencia por todo el cuerpo. Nadie en el Gobierno ha admitido su responsabilidad respecto a lo sucedido.

La Unión Europea y Estados Unidos hace más de 20 años que aplican diversos paquetes de sanciones dirigidos contra el Gobierno y quelimitan por su parte la compra de armas, congelan algunos activos de la industria militar estatal y dificultan en la medida de lo posible que los ciudadanos estadounidenses establezcan negocios con ciertos sujetos zimbabuenses vinculados al régimen. Veinte años de sanciones, y los resultados han sido mínimos, por no decir nulos. Sólo Rusia ha salido en defensa de la ZANU-PF, tal y como demostró un tweet de la Embajada rusa en el país tras la renovación de las sanciones en febrero de 2022: “Rusia y Zimbabue condenan de forma unánime la perversa práctica de los países occidentales de usar sanciones ilegítimas y unilaterales que violan la Carta de las Naciones Unidas”.

Malas noticias para la democracia en Zimbabue. Su mayor aliado es el enemigo del mundo libre y apenas surgen noticias positivas que otorguen un aliento de esperanza a sus ciudadanos. Ven el final del camino próximo, pero el camino se hace largo. Un repaso a los tres últimos procesos electorales permitirían comprender lo angustioso y prolongado del camino hasta derrocar del poder a al impertérrita ZANU-PF.

En 2008, la ZANU-PF se alzó victoriosa con un 90% de los votos, frente al paupérrimo 9% que obtuvo la coalición MDC-T; en las elecciones de 2013 llegó la sorpresa, cuando el MDC-T se hizo con un 34% de los votos mientras el partido de Gobierno apenas si rascó un 61% de los apoyos; llegados los comicios de 2018, el MDC-T consiguió el 45% de los votos, sólo seis puntos por debajo de lo obtenido por la ZANU-PF. En un mundo ideal, todo apunta a que este será el año en que la oposición haga el sorpasso definitivo. Desde el Gobierno lo saben, desde las calles lo saben, desde los juzgados que llevan años sujetando la balanza del bien y del mal escogidos, desde las comisarías a rebosar de policías mimados por el partido de Gobierno.

Una hiperinflación disparada

Zimbabue se encuentra además inmersa en una profunda crisis económica a causa de la hiperinflación y de sus permanentes problemas con la emisión de moneda. Zimbabue tuvo hasta 2014 una moneda llamada dólar zimbabuense, que tras un cúmulo de revaloraciones y caídas se retiró de la circulación a cambio de las monedas de bono de Zimbabue, una catástrofe respaldada con un crédito de 50 millones de dólares por los Estados Unidos y cuya mayor cantidad emitida es la moneda de cincuenta centavos.

El país alcanzó en 2022 una inflación anual de un 243% (habiendo llegado al 285% en agosto) y la población local prefiere, literalmente, invertir su dinero en ganado antes de ingresarlo en los bancos del país. Lo cual no hace sino empeorar la situación y debilitar aún más su paupérrima economía. La falta de confianza de la población en las monedas bono tampoco contribuye a mejorar la situación.

El autoritarismo del Estado y la crisis económica parecen señalar que el final de la racha ganadora de la ZANU-PF llegará este verano. Al Presidente Mnangagwa, queaccedió el poder en 2017 tras un golpe de Estado efectuado por la propia ZANU-PF contra los anteriores líderes del partido, sólo le queda seguir encarcelando opositores y prohibiendo las reuniones de partidos contrarios, a ver si así logra presentarse sin contrincantes a las elecciones.