Agro

Los agricultores elevan la presión sobre Macron con más de cien bloqueos en toda Francia

El Gobierno galo anuncia ayudas adicionales de 230 millones para el sector y garantiza su negativa a la firma del acuerdo de Mercosur para aplacar las protestas

«¡Aquí estamos!» gritan los dos primeros agricultores que llegan en protesta al mercado mayorista de Rungis, a siete kilómetros de París. Montados en tractores de 25 toneladas, vienen a bloquear este espacio gigante de 234 hectáreas que alimenta a más de 18 millones de franceses en la región capital y en buena parte del país.

Bloquear Rungis sería el acto más audaz de los agricultores franceses en estas dos semanas de protestas. Y es que, después de la tibieza de los anuncios del primer ministro Gabriel Attal, han decidido seguir manifestando con más fuerza. Cortar más carreteras y hacer más ruido para exigir ayudas financieras del Estado, tarifas especiales de electricidad y combustible, una simplificación de los trámites administrativos y mejores condiciones de competitividad con respecto a los productores extranjeros, especialmente ante la importación de aves ucranianas y las negociaciones con el Mercosur.

El ministro del Interior, Gérald Darmanin, ha declarado que Rungis es una línea roja. Desde la mañana de este miércoles, 15 personas ya habían sido arrestadas por «obstruir la circulación». Al final de la tarde ya se contaban 80. Hay gendarmes, policías y camiones blindados que custodian la puerta. El Gobierno de Macron está determinado a impedir el bloqueo del mercado más grande de Europa. En general, la atmósfera no es una batalla campal pero sí se producen tensiones entre productores y fuerzas del orden.

Rungis no es el único frente. El Ministerio da cuenta de otros 100 puntos de bloqueo en todo el país: Aix en Provence, Lyon, Nantes, Pays de la Loire, Auvergne, Bretaña y muchos otros. Al menos ocho de esos bloqueos se registran en las carreteras que entran a la ciudad de París. Se ha dispuesto igualmente un dispositivo especial para custodiar los aeropuertos de Orly y Charles de Gaulle.

Los manifestantes están organizados para pasar días y noches en plena ruta: hay camas, baños portátiles, mesas de comida, distribución de agua e incluso duchas. El movimiento es sólido y no cede ante lo que llaman «migajas» del Gobierno.

Por su parte, el ministro de agricultura, Marc Fesneau, anunció este miércoles la aprobación de ayudas estatales por un monto de 230 millones de euros para el sector vitícola, atendiendo la caída de las ventas de vino tanto en Francia como en el mundo entero. En ese monto está incluida una «prima de arrancado de viñas» para frenar la sobreproducción. El anuncio no cae mal pero no representa una solución a los problemas de fondo de los agricultores y ganaderos.

Respuestas desde Bruselas

En medio de este polvorín agroalimentario que se extiende por varios países de Europa –incluyendo España– la Comisión Europea propuso este miércoles varias «medidas de salvaguarda» como prorrogar la exención de derechos de aduana que se aplican a los productos agrícolas que entran a la Unión Europea, limitando los volúmenes de los productos más sensibles. Una especie de «freno de emergencia» para la importación de productos como las aves de corral, los huevos y el azúcar.

La idea es aplicar una tasa de aduana cuando la importación supere un cierto volumen, promediado entre las cantidades importadas entre 2022 y 2023. Recordemos que los sindicatos agrícolas han condenado la suspensión, desde 2022, de los impuestos de aduana que deberían aplicarse sobre una serie de productos –especialmente el pollo ucraniano– que ponen en desventaja a los productores locales.

Emmanuel Macron se reúne en Bruselas este jueves con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, para poner tres temas sobre la mesa: los barbechos o porcentajes de tierras no sembradas que impone la UE, las importaciones de productos ucranianos y el acuerdo comercial con los países del Mercosur. Este último es uno de los puntos más rechazados por los productores franceses ya que la eventual firma de un pacto entre Europa y el bloque que conforman Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay, eliminaría los impuestos de aduana sobre 9 de cada 10 productos exportados de un continente al otro.

Sabiendo que los costes de producción son mucho menores en América Latina que en Europa, una buena parte de los ganaderos franceses se ven amenazados por lo que llaman «competencia desleal». Se ha fijado ya que el Mercosur enviaría a Europa cada año unas 180.000 toneladas de aves, unas 99.000 de carne vacuna y 25.000 de cerdo. Aunque algunos sectores agrícolas de Francia podrían resultar también beneficiados con este acuerdo –como los productores de vino y de leche– hay un ambiente general de rechazo hacia el libre intercambio con el Mercosur.

Además de los precios bajos, los franceses rechazan también que las normas medioambientales y los pesados trámites administrativos que exige Francia no se apliquen de igual manera a los productos suramericanos. «Tal como se está negociando el acuerdo del Mercosur, Francia se opone. Porque es un acuerdo que no impone reglas iguales a las nuestras», advirtió Macron.

Allí también, en Bruselas, se espera que cientos de tractores se estacionen este jueves frente a las instituciones europeas. Serán la caballería pesada –e indignada– de agricultores belgas, franceses, españoles, portugueses, alemanes y polacos.