Teherán

Jamenei acusa a EEUU e Israel de instigar el caos

En su primera reacción tras seis días de protestas, el líder supremo culpa a los «enemigos exteriores» de desestabilizar al régimen iraní, que amenaza con la pena de muerte a los manifestantes. Seis civiles mueren en otra jornada sangrienta, entre ellos un niño

Las protestas se han agravado este lunes
Las protestas se han agravado este luneslarazon

En su primera reacción tras seis días de protestas, el líder supremo culpa a los «enemigos exteriores» de desestabilizar al régimen iraní, que amenaza con la pena de muerte a los manifestantes. Seis civiles mueren en otra jornada sangrienta, entre ellos un niño.

Por primera vez desde que estallaron hace casi una semana las protestas contra la República Islámica en distintos puntos de Irán –que ya se han cobrado la vida de al menos 22 personas–, el líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, se refirió a la crisis culpando a «los enemigos de Irán» de instigar las revueltas. Para el ayatolá «los enemigos usan distintas herramientas, incluyendo dinero en efectivo, armas, maniobras políticas y aparatos de Inteligencia para crear problemas en la República Islámica». El presidente iraní, Hasan Rohani, ya se había pronunciado en términos muy similares el lunes, pero acusando directa y explícitamente a Israel y EE UU de intentar desestabilizar a Irán incitando las protestas.

El líder supremo, por su parte, no hizo una alocución pública, sino que colgó su mensaje en su página oficial y se reserva el momento de dirigirse en directo a la nación «cuando sea oportuno». «El enemigo está esperando la oportunidad de que se cometa algún error para que puedan intervenir», aseguró ayer Jamenei. «Basta con observar los eventos de los últimos días. Todos los que están contra la República Islámica se han juntado, han unido fuerzas, para provocar esta situación», remachó el ayatolá en alusión a las palabras del presidente de EE UU y el «premier» israelí.

En las protestas de la noche del lunes nueve personas murieron en la provincia de Isfahán, entre ellos un niño de 11 años y dos miembros de las Fuerzas de Seguridad iraníes (un policía y un guardián de la revolución). Los seis manifestantes murieron durante el ataque a una comisaría de policía en la ciudad de Qahderijan. El gobernador de Falavarjan aseguró que los manifestantes trataron de apoderarse del armamento durante el asalto. Sólo en Teherán más de 450 personas han sido detenidas durante los tres últimos días, la mayoría de ellos jóvenes, incluso adolescentes sin antecedentes penales que encabezan las protestas. En todo el país la cifra de detenidos podría ascender a 1.000. Algunos de los eslóganes en boca de los manifestantes exigían la dimisión del líder supremo. Hubo incluso cánticos pidiendo su muerte e imágenes suyas han sido destruidas e incendiadas en distintos puntos de las protestas.

La dimensión y el alcance de las manifestaciones han cosechado las primeras reacciones de la comunidad internacional. Por alusiones, Benjamin Netanyahu negó categóricamente la participación de Israel en las revueltas ciudadanas. Desde Estados Unidos, Donald Trump mantuvo sus palabras de aliento hacia los manifestantes. «El pueblo de Irán finalmente está actuando contra un régimen brutal y corrupto», tuiteó. Washington reclamó una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU para abordar la situación. Más prudente se mostró el presidente francés, Emmanuel Macron. «Francia expresa su preocupación ante el número importante de víctimas y arrestos», expresó el portavoz de Exteriores, cuyo titular mantiene, por el momento, la previsión de viajar este viernes a Irán.

Siria, por su parte, se hizo eco de las acusaciones de Teherán y a través de su Cancillería instó a que se «respete la soberanía de Irán». «El liderazgo de Irán, su Gobierno y su pueblo lograrán finalmente derrotar la conspiración en su contra», rezaba el comunicado que se publicó ayer. Siria es un cercano aliado del régimen teocrático, del cual ha recibido un absoluto apoyo logístico, estratégico y de tropas en la guerra, que ya ha entrado en su séptimo año. De hecho, los manifestantes han cargado contra el gasto en las misiones militares en el exterior –Siria, Yemen o Líbano– a costa del sistema de prestaciones de los iraníes. «Basta de Siria y de Hizbulá, queremos que se piense en Irán», gritaron jóvenes en las protestas en diferentes partes del país. Para el profesor y responsable del Departamento de Estudios de Oriente Medio en la Universidad de Tel Aviv, Uzi Rabi, este asunto económico es vital «porque Irán y su Guardia Revolucionaria han dedicado aproximadamente 6.000 millones de dólares a la guerra en Siria, y ese dinero ha dejado de invertirse en el país. La gente se ha cansado». En declaraciones a LA RAZÓN, Rabi asegura que la Guardia Revolucionaria pretendía dedicar otros 2.000 millones más a la expansión militar, lo que para los manifestantes es absolutamente «inaceptable».

Y mientras las protestas se multiplican y aumenta la cantidad de muertos, la situación se complica cada vez más para el régimen teocrático. Los manifestantes no dan señales de cansancio pese a la fuerte represión. «El régimen de Irán es cruel y su represión aún puede agravarse considerablemente», augura el profesor Rabi. La pregunta ahora es cómo irá evolucionando la respuesta oficial. El jefe de la Corte Revolucionaria iraní, Musa Ghazanfarabadi, advirtió ayer de que los jóvenes manifestantes podrían ser acusados de «muharabeh», esto es, «levantamiento en armas contra el Estado», según informó la agencia semioficial iraní Tasnim. Por un «crimen» de ese tipo se puede condenar a la pena capital a los reos. Toda una amenaza contra la población que desafía a sus autoridades en la calle. Las protestas, que comenzaron hace seis días, son las mayores que estallan en Irán desde la Revolución Verde de 2009 por el fraude en las elecciones presidenciales. «En aquel momento, todos tenían claro cuál era el trasfondo y quiénes eran los protagonistas», dice Rabi para luego añadir que «esta vez es diferente. El movimiento nació desde abajo, porque la gente está cansada». Sin embargo, ve prematuro augurar el fin del régimen.