Estados Unidos
Biden pierde popularidad, pero su agenda política ha calado en la población estadounidense, ¿Es suficiente o debe dar un paso atrás?
Crece la preocupación en el Partido Demócrata por la caída del presidente en los sondeos, en especial en los estados clave
Hubo en tiempo en que los demócratas tenían claro que "más vale malo conocido que bueno por conoce"´, pero ahora eso podría estar cambiando. La vieja guardia del partido siempre ha apostado por la reelección del presidente Joe Biden en las elecciones presidenciales del próximo año, en las últimas semanas están siendo cada vez más conscientes de que su líder pierde apoyo. A los estadounidenses no les gusta el presidente que dirige su país y el partido demócrata teme que se repita el fracaso que no se había vuelto a dar desde 1980, cuando el demócrata Jimmy Carter perdió su reelección frente a Ronald Reagan. ¨El país está enfadado¨ con el presidente, aseguraba el director político de CNN, David Chalian.
El republicano Donald Trump ha tomado la delantera al demócrata Biden en cinco de los seis estados que decidirán al próximo inquilino de la Casa Blanca, según una encuesta de "The New York Times" y Siena College. Las cifras reflejan el sentir nacional hacia un presidente octogenario que cada vez tiene más lapsus mentales, como cuando durante la Asamblea General de Naciones Unidas el pasado septiembre, en una conferencia conjunta con el presidente brasileño Lula Da Silva, no le estrechó la mano a su homologo cuando este se la tendió. Biden abandonó la tarima sin darse cuenta de que no se había despedido de su invitado. El presidente lo está intentando todo, incluso viajó a principios de año en persona a Ucrania en un trayecto bastante complicado por cuestiones de seguridad. Todo en un intento de mostrarse fuerte y vigoroso. También se presentó en Israel cuando comenzó el conflicto de Oriente Próximo tratando de mostrar la energía que requiere coger el toro por los cuernos es un escenario tan complicado como ese. Pero a la población de EE. UU. le preocupa la edad de su líder (que este mes cumplirá 81 años), entre otras cosas. Según una encuesta de CNN realizada por SSRS, solo el 40% de los estadounidenses aprueba su gestión, y únicamente una cuarta parte considera que tiene la resistencia y agudeza suficientes para servir con eficacia.
Desde que EE UU dejo de marcar el rumbo mundial, las principales potencias tratan por todos los medios de ocupar ese vacío de liderazgo que consiga restablecer el orden mundial en un momento en que el caos para haber tomado nuestra existencia. Muchos se preguntan si Biden es todavía ese líder que le devolverá a EE UU lo que antaño le perteneció o ha llegado el momento de apostar por nuevos candidatos. En círculos más pequeños e íntimos, algunos demócratas lamentan que se hayan descartado nombres que en su momento tomaron mucha fuerza, como el gobernador de California, Gavin Newsom. Ahora se arrepienten, cuando ya es tarde para lanzar una nueva campaña presidencial y en muchos estados los plazos para presentarse a las primarias ya han vencido. Además, desafiar a un presidente en ejercicio, como señala el periodista del The New York Times, Reid J. Epstein, ¨se considera como un asesino de carreras en política¨.
A medida que crece la presión y las dudas sobre la capacidad de Biden para dirigir cuatro años más el país, la Casa Blanca apuesta por diferentes estrategias que empoderen a su inquilino. Y si Biden no es tan popular como debería, entonces será su agenda política la que atraiga a los votantes.
¿Cómo? Con políticas sociales que le acerquen al pueblo, tales como la reducción del precio de los medicamentos al permitir que el gobierno federal negocio lo que se paga por ellos con el seguro Medicare (para las personas con bajos ingresos), impulsar la inversión en estructura y priorizar medidas que combatan el cambio climático.
Biden, o su equipo, saben cómo convencer a sus votantes. Saben que la clase trabajadora es un grupo clave para su victoria y por eso han creado la llamada Bidenómica, una nueva doctrina económica que propone hacer ¨crecer la economía de abajo a arriba¨, ha dicho el mandatario en alguna ocasión. Reinvertir en la clase trabajadora estadounidense. Ahora habrá que ver si realmente la población es capaz de centrarse en el contenido de esta política, y no en el continente, o en su precursor en este caso.
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