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Ashraf Gani, la esperanza de «una nueva era»

El político, economista e intelectual Ashraf Gani Ahmadzai espera llevar a Afganistán a "una nueva era"de paz, avalado por su prestigio entre la comunidad internacional para relanzar un país eternamente en conflicto.

Ashraf Gani se convertirá mañana en el sucesor de Hamid Karzai en la Presidencia del convulso país asiático, con un relevo pacífico y democrático que el propio nuevo mandatario afgano considera el augurio de un nuevo tiempo para Afganistán.

Nacido en 1949 en Logar, Gani se formó en la década de 1970 en universidades como la Americana de Beirut y la de Columbia en Nueva York.

Una formación basada en la Antropología que en la década de 1980 dio paso a su especialización en materias relacionadas con la reconstrucción de países, a través de su trabajo como profesor en universidades de Estados Unidos o como investigador en Pakistán.

En 1991, su carrera profesional subió un nuevo escalón al entrar en el Banco Mundial (BM), donde durante diez años destacó por su labor en Asia en planes de desarrollo institucionales, además de intensificar su papel como comentarista en medios de comunicación.

El entonces intelectual y economista volvió a su país en 2001 para convertirse en político tras el fin del régimen talibán propiciado por la intervención de Estados Unidos, con el reto de reconstruir un país hundido, entonces como consejero de Karzai en el Gobierno de transición.

Sin embargo, tras ejercer de ministro de Hacienda entre 2002 y 2004, decidió no seguir en el Ejecutivo, pese a que su entrega para resucitar un país destrozado por guerra tras guerra fue elogiada en la esfera mundial.

El político regresó a su faceta intelectual y se convirtió primero en rector de la Universidad de Kabul y después en un prestigioso tecnócrata reconocido por sus aportaciones en foros internacionales, hasta el punto de que en 2006 se le incluyó entre los posibles sucesores de Kofi Annan en Naciones Unidas.

Autor en 2008 del libro "Reconstruyendo estados fallidos", un compendio de sus logros en materias como la transparencia en la gestión o la captación de fondos para programas de desarrollo, las elecciones de 2009 en su país marcaron su regreso a la política.

Un regreso amargo, con un cuarto puesto en la primera ronda de los comicios y apenas el 3 por ciento de los votos, un porcentaje a años luz del más de 55 por ciento que en la segunda vuelta de las elecciones de 2014 le ha catapultado a la Presidencia afgana.

El tecnócrata ha logrado cambiar radicalmente su imagen de político excesivamente intelectual por la de alguien cercano al pueblo, que antes le veía como un aliado de Occidente poco conocido en su propio país.

El sucesor de Karzai, en cambio, siempre a tenido a su favor el pertenecer a la etnia pastún, que representa el 40 % de la población en Afganistán, y su buena imagen como luchador contra la corrupción en la Administración afgana.

Gani, no obstante, tendrá que coexistir con su rival electoral Abdulá Abdulá en un Gobierno de unidad nacional, en el que ambos se han comprometido a alcanzar un acuerdo sobre seguridad con Estados Unidos, que ha anunciado que mantendrá unos 9.800 soldados hasta finales de 2016 aunque la misión de la OTAN concluya en 2014.

Sin embargo, en esa "nueva era"anunciada en su primera comparecencia tras ser proclamado ganador de lo comicios, ya advirtió que Afganistán tiene que "olvidar el pasado"y emprender un futuro en el que el país no sea tan "dependiente de otros".