
EE UU
Las elecciones locales examinan la popularidad de Donald Trump
Los comicios en Virginia, Nueva Jersey y California sirven de termómetro para las legislativas de medio mandato de 2026

Los comicios de “año impar” en los Estados Unidos arrojarán una primera radiografía de la coyuntura política nacional. Aunque no se disputan elecciones presidenciales ni congresales para la Cámara de Representantes en bloques amplios, en ciertos estados se juegan gobernaturas, referendos y puestos clave que actuarán como barómetro del sentir ciudadano. Tres ejes destacan de forma especial: el peso del presidente Donald Trump sobre los resultados, el impacto del rediseño de distritos electorales (“redistricting”), y el retroceso o avance del apoyo latino hacia el partido republicano.
¿Cuánto frena Trump?
En las elecciones de medio mandato de 2018 los republicanos perdieron 40 escaños en la Cámara, cuando el índice de aprobación de Trump rondaba el 40 %. Hoy dicho índice vuelve a situarse en torno al 41 %, lo que sugiere una similitud estadística inquietante.
Las fuerzas demócratas han invertido esfuerzos en ligar a los candidatos republicanos con Trump, utilizando su imagen como lastre electoral. Los republicanos, en cambio, han evitado activamente en estas elecciones un “abrazo de oso” con el presidente.
Históricamente, las convocatorias de año impar favorecen al partido de la oposición al presidente en ejercicio: en el estado de Virginia, por ejemplo, 11 de las últimas 12 elecciones de gobernador han recaído en el partido contrario al que ostentaba la Casa Blanca el año precedente. Esto refleja que los electores aprovechan la primera oportunidad para trasladar su insatisfacción hacia el titular del ejecutivo federal.
Sin embargo, analistas advierten del peligro de “sobreinterpretar” los resultados: son un indicio, no una pauta infalible. Pero sí representan la primera gran señal sobre el humor político del país después de la batalla presidencial de 2024 .
El mapa electoral en juego: redistritación y partidismo
Uno de los hitos más relevantes se disputa en California, con el referendo de la Proposición 50, que busca eliminar de forma temporal la obligación de que los distritos congresionales sean trazados por una comisión independiente. De prosperar, la medida permitiría al partido demócrata contrarrestar los movimientos de distritación que los republicanos impulsan en estados tradicionalmente “rojos” para ganar cupos en la Cámara de Representantes.
Dado que cada escaño suma en la disputa de 2026, la batalla en California puede marcar la estrategia de fondo de ambos partidos. A su vez, constituye un escaparate de las ambiciones presidenciales de Gavin Newsom, gobernador demócrata de California y posible candidato en 2028.
Latinos, una variable impredecible
La población hispana se convirtió en una sorpresa para los republicanos en 2024: Trump logró en ese segmento mejores niveles que cualquier otro candidato republicano histórico. Pero durante esta “segunda parte” de su mandato se han observado señales de desconexión: la ola de deportaciones masivas, y la falta de capacidad para reducir los precios, habrían erosionado parte del apoyo hispano al Partido Republicano.
En estados como New Jersey –con condados donde la población latina supera el 35–45 %– será determinante observar si ese electorado vuelve a inclinarse por el partido que tradicionalmente se asociaba al cambio, o si ahí los republicanos logran mantener la nueva atracción que captaron en 2024. Si los demócratas recuperan terreno entre los hispanos, las implicaciones para 2026 serían mayúsculas.
Lecciones de campaña y mensaje para 2026
Más allá del quién gana o pierde, el cómo se gana resulta crucial. En Virginia la nominada demócrata Abigail Spanberger –ex-CIA y representante de un perfil moderado– se presenta como ejemplo del rumbo pragmático que los demócratas están explorando. En Nueva Jersey la demócrata Mikie Sherrill, ex-piloto de la Marina, insiste en su trayectoria militar y en un estilo sobrio.
Este contraste es relevante frente al perfil más audaz y retórico que ha liderado la izquierda progresista en algunos municipios urbanos: un estilo que puede energizar a los jóvenes y a electores menos tradicionales, pero que también puede alejar a los moderados. En este sentido, la eventual cosecha de votos demócrata en estas elecciones podrá ayudar a definir si el partido opta por un mensaje atractivo para la “nueva” generación o por uno centrado en la ampliación de base clásica.
¿Qué dicen del cierre del Gobierno federal?
El estancamiento sobre la reapertura del Gobierno federal también forma parte del escenario electoral. En estados con elevada presencia de trabajadores federales —especialmente en los suburbios del norte de Virginia— la tensión acumulada por la paralización de subsidios y la contención de negociaciones puede traducirse en castigo al partido que se percibe como responsable. En 2019, durante el cierre más largo de la historia, la mayoría de los votantes responsabilizó al presidente (en ese entonces Trump) —y eso añadió presión política.
De modo que los resultados de este martes podrían influir indirectamente en la estrategia de negociación de los partidos en Washington al mostrar cuánta factura política están dispuestos a pagar los votantes por el estancamiento institucional.
Un anticipo del tablero hacia 2026
Aunque la elección estatal de 2025 no define mayorías nacionales ni presidenciales, sí abre una ventana estratégica: qué tan fuerte está la reacción al sello Trump, hasta dónde logran moverse los demócratas con un mensaje renovado, y qué tan dependientes siguen siendo los republicanos del magnetismo del presidente.
Si los demócratas ganan en Virginia o Nueva Jersey —o logran frenar en California el retroceso en distritación— deberían interpretar esto como una señal alentadora. Si, al contrario, los republicanos sobreviven sin Trump a la vista o los latinos resisten al vuelco demócrata, los republicanos podrían interpretar que su base es más sólida de lo esperado.
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