Política

Brexit

Campanas de dimisión en Londres

La Prensa confirma una conspiración en el Gabinete para forzar la marcha de May y que un «premier» provisional gestione la salida de Reino Unido de la UE. El Parlamento se dispone a votar las distintas opciones ante el Brexit

Algunos colaboradores aseguran a la Prensa que a May solo le quedan diez días como primera ministra. En la imagen, la líder «tory» saliendo ayer de la iglesia / Reuters
Algunos colaboradores aseguran a la Prensa que a May solo le quedan diez días como primera ministra. En la imagen, la líder «tory» saliendo ayer de la iglesia / Reuterslarazon

La Prensa confirma una conspiración en el Gabinete para forzar la marcha de May y que un «premier» provisional gestione la salida de Reino Unido de la UE. El Parlamento se dispone a votar las distintas opciones ante el Brexit.

La espada de Damocles pende de nuevo sobre Theresa May en vísperas de la enésima semana crucial para la primera ministra británica. Los dominicales londinenses hablaban ayer sin tapujos de una conspiración de hasta once miembros de su Gabinete para forzar hoy su dimisión. Sin embargo, las cabeceras no se ponen de acuerdo en el nombre del sucesor que llevaría el peso de la gestión del Brexit hasta que en otoño se eligiera al nuevo líder «tory». El favorito, el viceprimer ministro, David Lidington, niega estar al frente de esta conjura. «No tengo deseo alguno de tomar el relevo como 'premier'. Ella [May] está haciendo un trabajo fantástico», zanjó.

La multitudinaria manifestación que reunió el sábado a un millón de personas a favor de convocar otro referéndum no ha hecho más que evidenciar la enorme crisis de autoridad de May. El ministro de Economía, Philip Hammond, ha sido el primero en hablar públicamente de una posibilidad tabú hasta ahora para el Ejecutivo. «Un segundo referéndum es una propuesta perfectamente coherente que merece ser tomada en consideración», aseguró a la cadena Sky. El «chancellor of the exchequer» reconoce que de nuevo la pelota está en el Parlamento. «Pienso que un Brexit sin acuerdo sería una catástrofe. Renunciar al Brexit supondría dinamitar gravemente la confianza en nuestro sistema político. O es el acuerdo de la 'premier', o alguna variante que el Parlamento apruebe». La opción de un nuevo plebiscito, sin embargo, no cuenta con mayoría de la Cámara de los Comunes y tampoco con el respaldo del líder laborista, Jeremy Corbyn, a pesar de su promesa a las bases.

«Cumpliré con el mandato de los ciudadanos y sacaré a Reino Unido de la UE el 29 de marzo de 2019». Ésta es la frase que May había repetido por activa y pasiva durante estos últimos dos años. Era su promesa en mayúsculas como «premier». La fecha estaba incluso impresa en la primera página de la Ley de Retirada que debe tramitarse en Westminster, en última instancia, para legitimar la salida y transformar en británica la actual normativa comunitaria. Pero su promesa ha quedado rota, mermando aún más su liderazgo, ante el Parlamento y ante la propia ciudadanía, sumida en el hartazgo por un divorcio que no avanza y paraliza al resto de ministerios.

Ya no habrá Brexit a finales de mes. Los Veintisiete han decidido que habrá prórroga hasta el 22 de mayo si los Comunes logra ratificar esta semana el acuerdo de retirada. En caso contrario, Londres debe decidir antes del 12 de abril qué «hoja de ruta» quiere tomar: salir del bloque sin pacto o apostar por una prórroga larga que le obligara a participar en las elecciones europeas de mayo. También podría revocar el artículo 50 para cancelar el Brexit, como pide una petición ciudadana firmada por casi cinco millones de personas. Una posibilidad descartada por Downing Street. Pero son tantas las veces que May ha cambiado de parecer.

Tras la intensa cumbre europea, la «premier» regresa a casa con una gran batalla perdida. La sensación que existe en Londres es que Bruselas es quien ha tomado el control. La líder «tory» no fue invitada a la cena del jueves, en la que el resto de mandatarios europeos decidía el destino de Reino Unido mientras ella esperaba durante cinco horas en una habitación sin ventanas. En un principio, May había solicitado una extensión hasta el 30 de junio. Pero, una vez más, la petición vino sin plan concreto, por lo que fueron los Veintisiete quienes definieron el nuevo calendario.

La gran pregunta ahora es ¿tiene alguna posibilidad de sacar el pacto adelante? El primer gran escollo es poder celebrar en sí la votación. Hace una semana, el presidente de la Cámara Baja, John Bercow, advertía de que el texto no podría presentarse de nuevo si no había «cambios sustanciales». Aunque se espera que el «speaker» dé su beneplácito por la «excepcionalidad de las circunstancias». Hoy May tendrá que comparecer ante sus señorías en el que se prevé un intenso debate. Aunque este fin de semana envió una carta a los parlamentarios advirtiéndoles de que no habrá otra votación si no hay garantías de aprobar el pacto. Algunos medios aseguran que si May presentara su dimisión, habría alguna posibilidad de sacarlo adelante. Y a eso le anima hoy en su portada el diario sensacionlista y euroescéptico «The Sun», que titula su editorial «El tiempo se ha acabado».

Ante las pocas posibilidades que tiene de éxito, un grupo de influyentes diputados de diferentes formaciones presentarán una enmienda donde se plantean hasta seis opciones distintas: la revocación del artículo 50; celebrar otro plebiscito; aprobar el pacto dejando a Reino Unido dentro de la unión aduanera; aprobar el pacto sin unión aduanera y el mercado único; apostar por un acuerdo de libre comercio o salir del bloque a las bravas.

Las enmiendas no son legalmente vinculantes para el Ejecutivo. Sin embargo, si el acuerdo de retirada no sale adelante, las opciones que previamente hubieran contado con más respaldo en la Cámara Baja ayudarían a redactar el «plan B» que May debe presentar a Bruselas.

El ambiente en el Parlamento es más tenso que nunca, especialmente después del malestar generado tras el mensaje que May mandó a la nación en el que culpó a sus señorías de la falta de avances para copletar el Brexit. «Fue la actuación más inepta de todos los tiempos», llegó a decir de manera anónima uno de los asesores de la líder «tory», quien denunció cómo el discurso se había cargado de un plumazo todos los costosos progresos alcanzados en los últimos días en la Cámara Baja.