Caracas
«Caracas ya no tiene noche»
Los crímenes políticos son una anécdota para una sociedad a la que el drástico deterioro económico de los últimos dos años y la delincuencia han transformado por completo.
La violencia en campaña es una anécdota en el día a día de los venezolanos, acostumbrados a convivir con una criminalidad rutinaria. «Caracas ya no tiene noche», comenta Daniela Camacho en una terraza del centro de la capital: «Ya no puedes salir más tarde de las diez. Las sesiones de cine nocturnas han de-saparecido y los conciertos en bares se celebran por la tarde». El aumento de la inseguridad estos últimos dos años ha transformado los hábitos sociales.
«Si preguntas a cualquier persona, te dirá que ha sufrido un robo a mano armada. O si no, alguien cercano. Cuando esos asaltos no terminan en asesinato..,», cuenta la joven, de 31 años. En los dos días que este periodista ha pasado en Caracas, ha presenciado dos detenciones en medio de la vía pública. Un estudio de Datanalisis coloca la inseguridad personal entre las tres principales preocupaciones de la población, por detrás del alto coste de vida y el desabastecimiento. Algunas personas, como Josefa Arucho, de 51 años y residente en Los Palos Grandes (barrio acomodado de la capital), han abierto grupos de Whatsapp con otros vecinos para avisarse de posibles sospechosos en su zona y comunicarlo a la Policía.
La población ha necesitado organizarse con alternativas ante la ineficaz respuesta de las autoridades. El Gobierno impulsó en 2013 el proyecto «Zonas de Paz», consistente en crear espacios en ranchos (barrios populares más conflictivos) donde las fuerzas policiales tuviesen prohibido el acceso. El resultado: un refugio para el tráfico de armas y los secuestros. Los Operativos para la Liberación y Protección de Pueblo (OLP) también han resultado un fracaso, tal y como reconoció uno de los candidatos oficialistas. «Un intento de limpieza de forma indiscriminada», considera el politólogo experto en seguridad, Víctor M. Mijares, quien asegura a este diario que esos proyectos «son apenas paliativos que no resuelven un problema creciente».
El aumento de la delincuencia se debe al debilitamiento del cuerpo policial y al deterioro de la economía. Además del crimen organizado, Mijares apunta que algunos colectivos armados (grupos ideologizados con tintes paramilitares) han recurrido a la delincuencia común para financiarse y «representan un problema añadido para la sociedad».
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