América

Cuba

Cubazuela o Venecuba

Se ha dicho en alguna ocasión que a Hugo Chávez le falta biografía y le sobra petróleo. Es una frase que hace referencia a su admirado amigo Fidel Castro, de quien se puede decir justo lo contrario. Chávez ha tratado de convertirse en un icono a la altura del ex presidente cubano, a quien le ha imitado incluso en el uso del chándal
Se ha dicho en alguna ocasión que a Hugo Chávez le falta biografía y le sobra petróleo. Es una frase que hace referencia a su admirado amigo Fidel Castro, de quien se puede decir justo lo contrario. Chávez ha tratado de convertirse en un icono a la altura del ex presidente cubano, a quien le ha imitado incluso en el uso del chándallarazon

Venezuela era un país próspero cuando llegó el chavismo al poder, poseía los inconvenientes que poseen hoy en día la mayoría de los países del mundo, la enorme corrupción de los políticos y de los sistemas bancarios que nos volcado en una crisis global; pero en Venezuela existían una clase alta, una clase media, y una clase humilde, desde luego la prensa era libre, al igual que el pensamiento. Durante años he conocido a numerosos poetas, escritores, periodistas, actrices, actores, pintores, hombres de negocios, y mujeres de negocios, que se declaraban más de izquierdas que de derechas, pese a sus diferencias sociales, incluso veneraban a la «revolución cubana», como ellos le llamaban, aunque más a Cuba y a los cubanos.

Para nadie es un secreto que Hugo Chávez, elegido presidente en Venezuela –lo que se decidió en Cuba cuando se programó una variante de la democracia, populista y anticonstitucional–, fue un golpista militar entrenado en Cuba. Su ideología versaba entre una especie de cantinflería que agrupaba al castrismo, al marxismo y al oscurantismo religioso (aprendido en Cuba), aunque su verdadera motivación era el socialismo nacionalista del siglo XXI, como él lo llamaba, lo que leído al revés quiere decir Nacional Socialismo. Chávez es pues un antisemita confeso, un pro-islamista radical, pero por encima de todo un adorador de los Castro. Un antiimperialista de boca para afuera, porque su primer socio económico siguió siendo los Estados Unidos.

Tras la caída del bloque soviético, los Castro se quedaron económicamente a dos bandas, con una mano delante y la otra detrás; empezaron entonces a arengar en contra del embargo estadounidense, del que echaron mano como arma propagandística, hasta que se les apareció Chávez como si se le hubiera aparecido la virgen María con petróleo. Desde que Chávez tomó el poder no hizo otra cosa que seguir las pautas de los Castro, sus férreas enseñanzas. Cambió petróleo por castrismo. Un intercambio desigual, por supuesto.

Con semejante intercambio, los venezolanos no han hecho más que perder, perder libertades y hundirse económicamente. Los humildes siguen siendo más pobres, la clase alta generadora de empleo ha tenido que abandonar el país, la clase media se ha estancado, y sólo se han favorecido los lamebotas del régimen chavista. En cuanto a las casas entregadas por el chavismo a los humildes, no varía demasiado de cuando la pasta Colgate entregaba casas en Cuba, o alguna otra marca hacía lo mismo, antes del año 1959. Esa mezcla de capitalismo mendigante con castrismo a pulso ha sido el sello del chavismo. Por otro lado, los cubanos no se han beneficiado más que de algunas horas de más de electricidad, de unas migajas más de comida, y para colmo de tener que aguantar la multitud de venezolanos chavistas que han ido a dar clases de moral y a intervenir en sus vidas poniéndoles de ejemplos al castrochavismo, a cambio de sorbos de aire fresco del exterior.

Los cubanos invadieron Venezuela, militar y políticamente. Hoy muchos cubanos tienen pasaporte venezolano y se pasean por el mundo imitando el acento venezolano, y llevando a cabo la labor de espías que antes realizaban con grandes dificultades con el pasaporte cubano. También se les abren mejor las puertas del comercio internacional.

Actualmente, los venezolanos antichavistas odian a la tiranía castrista, dejaron de llamarle «revolución cubana» y la gran mayoría no quiere ver ni en pintura a los cubanos. Dos pueblos que se respetaban y amaban han terminado por mirarse de reojo, desconfiados, y por odiarse.

¿Quiénes ganaron con este intercambio? Como es habitual ganaron los Castro. ¿Quién perdió? El pueblo venezolano, el pueblo cubano, y por último, el propio Hugo Chávez, que pasará a la historia por ser un tonto útil de los tiranos del Caribe, por querer hacer Cubazuela o Venecuba, cosido al pantalón verde olivo de los Innombrables. Ahora los venezolanos saben que la propaganda no se come, que el comunismo es nefasto, que el castrismo es un engaño, que los hambrientos siguen siendo todavía más hambrientos, y lo que es peor, que el fanatismo y la ignorancia se ha instaurado en sus vaciados espíritus, que sobra la basura y falta la energía.

El más grande paciente de la «operación milagro» hoy se encuentra en las tinieblas, entregó su alma y su cuerpo a los criminales antillanos. Experimentaron con él, como han hecho siempre con todo. Y el experimento solamente los ha beneficiado a ellos. Los Castro lo tocaron con limón, el limón estaba agrio. Y como todo lo que tocan, lo pudrieron. Y si no lo creen, miren a Spielberg, no gana un Oscar desde que pasó «las mejores horas de su vida» con los Castro, observen al Papa, tuvo que renunciar, y que se preparen Medvedev y Maduro (en remojo). Y que cuiden los últimos jarritos de petróleo, porque algún documento habrán obligado a firmar a Chávez antes de caer en coma para quedarse con todo ese oro negro que tanto despreció Castro I en sus primeros discursos.

De contra, sale Maduro insinuando que a Chávez lo envenenaron los enemigos de la revolución bolivariana. Vaya, lo mismo que dijeron de Bolívar, y claro, como a Arafat. Alquilen palcos que el culebrón promete.