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Nueva Zelanda

Curso «online» de terrorismo

La Razón
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Los terroristas aprenden de manera vicaria. Sus actores beben permanentemente de la experiencia de otros radicales, en los cuales encuentran ejemplos de prácticas exitosas y advertencias sobre los errores que deben evitar. Que la inspiración provenga de otros grupos a los que catalogan como enemigos no les genera demasiadas contradicciones. Así, por ejemplo, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, una constelación de radicales, a izquierda y derecha, mostraron una rendida admiración por la audacia con la que Osama Bin Laden había humillado a la potencia estadounidense.

Es probable que los autores de los espeluznantes atentados contra los fieles de dos mezquitas de Nueva Zelanda no se hayan inspirado exclusivamente en las acciones de Anders Breivik. Este extremista noruego, tras publica en internet un larguísimo manifiesto donde señalaba al Islam y al “marxismo cultural” como los principales enemigos de la civilización occidental, colocó un coche bomba en Oslo en julio de 2011. La confusión le sirvió para desembarcar con un arsenal de armas de fuego en la pequeña isla de Utøya. Allí acabaría con la vida de 69 adolescentes que asistían a un campamento de verano organizado por un partido político izquierdista.

Hay otros precedentes, más allá de la extrema derecha, que se asemejan sospechosamente al proceden con el cual estos sujetos han cometido y publicitado sus crímenes.

Así, por ejemplo, el primer terrorista que utilizó una cámara GoPro para documentar sus asesinatos era un yihadista francés: Mohammed Merah, el cual se dedicó a tomar imágenes desde su motocicleta mientras disparaba a soldados y niños judíos en la localidad de Toulouse. Sin embargo, en 2012 no existía la capacidad de emitir video en directo a través de Internet, y Merah tomó la cuestionable decisión de dar a conocer su video enviándolo en una memoria USB a la cadena de televisión Al Jazeera. La emisora árabe, con buen criterio, decidió no emitir ningún fotograma de ese terrible documento.

No es tampoco casual, que el primer terrorista que utilizó Facebook Live para emitir en tiempo real un atentado también fuese un yihadista. Larossi Abballa asesinó en 2016 a un matrimonio de policías franceses cuando estos llegaban a su domicilio en Magnanville. Tras acuchillar a la pareja, y frente a la mirada horrorizada de su hijo de 3 años, empezó a emitir a través de su teléfono móvil un largo alegato, donde animaba a otros partidarios de Estado Islámico a seguir su ejemplo.

La forma en la que se ha llevado a cabo la matanza de Christchurch supone una fusión de las lecciones extraídas de todos estos precedentes. Todos ellos tienen como punto de unión el deseo de que la violencia sea la puerta de entrada a la opinión pública. A lo largo de la historia, el fanatismo no ha dejado de experimentar con las nuevas posibilidades que ofrece la tecnología. Por desgracia, en los próximos tiempos seguiremos asistiendo a los terribles frutos de este proceso de imitación e innovación