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Huawei rompe la tregua

La fiscalía estadounidense pide a Canadá la extradición de la hija del fundador del gigante tecnológico chino por violar las sanciones a Irán. Pekín eleva el tono y exige su «inmediata puesta en libertad».

Meng Wanzhou, directora financiera de Huawei
Meng Wanzhou, directora financiera de Huaweilarazon

La fiscalía estadounidense pide a Canadá la extradición de la hija del fundador del gigante tecnológico chino por violar las sanciones a Irán. Pekín eleva el tono y exige su «inmediata puesta en libertad».

- No podía durar la calma. Las aguas se agitan de nuevo entre los gigantes de la economía mundial. Pekín exigió el jueves que Estados Unidos y Canadá aclaren por qué Ottawa detuvo a Sabrina Meng Wanzhou, directora financiera del gigante de los equipos de telecomunicaciones de China, Huawei, a petición del Gobierno de Estados Unidos.

La portavoz del Departamento de Justicia de Canadá, Ian McLeod, apenas sí explicó que la Policía de su país ha actuado a petición de la fiscalía de EE UU, que habría solicitado su extradición. En declaraciones al periódico «The Globe and Mail» añadió que «no podemos proporcionar más detalles en este momento». Pero el rotativo, que había hablado con un funcionario canadiense al tanto de la operación, comentó que detrás del arresto de la todopoderosa Meng estaría el supuesto intento de evadir el embargo económico estadounidense contra Irán. El diario también afirmaba que la fiscalía de EE UU investigaba desde hace tiempo al gigante chino, sus prácticas comerciales, y sobre todo, las hipotéticas relaciones que habría podido mantener en la transferencia de tecnología a Irán. Por supuesto, la compañía ha contraatacado asegurando que cumple con todas las leyes y regulaciones aplicables en los países en los que opera. La detención de Meng se enmarca en la guerra comercial que Estados Unidos y China han mantenido durante los últimos meses, con la imposición de varias oleadas de aranceles bidireccionales. El primer ministro Trudeau confirmó que su Gobierno no ha tenido nada que ver con la detención pero reconoció que tenía conocimiento de los planes que se estaban llevando a cabo para efectuarla.

Meng, de 46 años, es también vicepresidenta de Huawei e hija de su fundador y director ejecutivo, Ren Zhengfei, y forma parte, por tanto, de la élite empresarial y gubernamental china. Se la supone la candidata a heredar el imperio de su padre y su detención supone una bomba diplomática en las ya de por sí tensas relaciones entre China y Estados Unidos. Pekín ha presentado protestas en Washington y Ottawa. El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Geng Shuang, aseguró que las autoridades estadounidenses y canadienses aún tenían que aclarar la razón para arrestar a Meng. También exigió «su inmediata puesta en libertad a fin de garantizar sus derechos legales» de su conciudadana.

El arresto en Vancouver de Meng añade gasolina al fuego y medirá la solidez de la tregua de 90 días sobre el comercio que los presidentes Donald Trump y Xi Jinping firmaron el 1 de diciembre, el mismo día en que la directora financiera de Huawei era detenida. Fue Meng la que pidió que se mantuviera en secreto su arresto. Apenas ha pasado una semana y el conflicto entre las dos potencias económicas amenaza con reactivarse.

Nadie parece recordar ya que el 3 de diciembre, a 27 días de que entren en vigor los aranceles sobre los productos chinos, por un valor de 200.000 millones de dólares, parecía acercarse un pacto histórico. Uno que, según explicó el presidente Trump en Twitter, habría logrado asegurar el gesto decisivo de un recorte a los impuestos que sufren las exportaciones de coches de EE UU. «Mi encuentro en Argentina con el presidente Xi de China», escribió Trump, «fue extraordinario. ¡Las relaciones con China han dado un gran paso adelante! Van a pasar grandes cosas. Estamos encontrando mucha resistencia, pero China también tiene mucho que ganar si se consigue alcanzar un acuerdo».

Entre los grandes beneficiarios del acuerdo, celebrado por los mercados, estaban los agricultores de EE UU. Por si fuera poco la buena voluntad, la necesidad de entenderse, la sagacidad y el ánimo conciliador de dos líderes unidos según Trump por «una relación muy fuerte y personal», irían más allá de la economía y entrarían de lleno en el terreno de la geoestrategia y la paz mundial. «¡Una solución para Corea del Norte es una gran cosa para China y TODOS!», subrayó el presidente de EE UU. Todo ese horizonte, todas las promesas, todo la pirotecnia desplegada por el comunicado de la Casa Blanca y por Steven Mnuchin, secretario del Tesoro de EE UU («esta es la primera vez que hemos obtenido de ellos la voluntad de lograr un verdadero acuerdo»), quedan en el aire. Cunden a cambio las viejas sospechas. El desánimo. La sensación de que el arresto de la ejecutiva va más allá de que unos y otros dicen. Tanto que Liu Weidong, experta en relaciones entre los dos países de la Academia China de Ciencias Sociales, aseguró ayer al periódico hongkonés «South China Morning Post» que la detención de Meng es un acto deliberado de los estadounidenses para presionar a China y que se esperan más acciones como esta en los próximos tres meses.

Conviene recordar que Huawei es una pieza clave en las relaciones entre los dos países ya que no sólo es el segundo productor de teléfonos del mundo, desbancando a Apple, sino que es el mayor fabricante de equipos de redes de telecomunicaciones. De hecho solo Samsung vende en el mundo más terminales, y no se limita a la venta de teléfonos: también fabrica y factura televisiones, ordenadores portátiles, tabletas, así como el hardware de muchos equipos electrónicos utilizados por millones de personas en los cinco continentes.

Para añadir recelos a la confusión en agosto pasado Trump prohibió el hardware de la compañía en las redes del Gobierno estadounidense aludiendo a la seguridad nacional, en especial en relación con el despliegue de redes 5G. No es el único, también Australia y Nueva Zelanda lo han prohibido y otros países como Alemania, Japón o Corea del Sur están probando su seguridad. Tienen miedo de que se utilice para el espionaje. Los vínculos estrechos de Huawei con el gobierno chino provocan temores de que Pekín pueda obtener acceso a sus redes.