Política

Guerra en Ucrania

El conflicto se agrava en el este de Ucrania ante la cita en Minsk

Un misil impactó ayer en medio de una calle en Kramatorsk
Un misil impactó ayer en medio de una calle en Kramatorsklarazon

Los separatistas lanzan un ataque con misiles Tornado en Kramatorsk y Kiev responde con una ofensiva en Mariúpol.

El día previo a la trascendental cumbre entre Putin, Poroshenko, Merkel y Hollande se convirtió en una de las jornadas más agitadas de los nueve meses de conflicto en Ucrania, con una frenética actividad militar por parte de ambos bandos y en distintos frentes. Movimientos que vienen a crispar aún más el ambiente de cara a un encuentro, el que acoge hoy Minsk, considerado poco menos que la última oportunidad para evitar una guerra a gran escala. La alternativa es el suministro de armamento letal, en principio aparcado para dar margen a la vía diplomática, si bien el ministro de Exteriores británico, Philip Hammond, aseveró ayer que su país «se reserva el derecho a armar a Kiev en función de cómo evolucione la situación. No podemos permitir que las tropas ucranianas sean derrotadas». Una fuente diplomática rusa rebajó las expectativas de cara a la posible firma de acuerdos en la reunión: «Las negociaciones se centrarán en la retirada de armas pesadas, la creación de una zona desmilitarizada y el inicio de un diálogo permanente entre Kiev y Donbás, pero no está prevista la firma de ningún acuerdo». También en Minsk se celebró anoche una reunión del llamado grupo de contacto, en el que participan representantes de la OSCE, Rusia, Ucrania y las repúblicas autoproclamadas, con el objetivo de arrancar de estas últimas un compromiso con el documento de consenso en el que viene trabajando el denominado Cuarteto de Normandía.

En el marco de este diálogo, Ucrania y los separatistas prorrusos acordaron anoche un alto el fuego y un mecanismo para su supervisión. Las partes también aceptaron la retirada del armamento pesado y abordaron el estatus de Donetsk y Lugansk

Obama telefonea a Putin

Barack Obama telefoneó a su homólogo ruso para discutir «la escalada de violencia en el este de Ucrania» y el «continuo apoyo» a los separatistas prorrusos por parte de Moscú. «El presidente subrayó el creciente número de pérdidas humanas en la lucha y recalcó la importancia de que Putin aproveche la oportunidad para alcanzar una solución pacífica», indicó la Casa Blanca.

Antes, el día estuvo salpicado por movimientos militares sobre el terreno, que arrancaron con un potente bombardeo sobre Kramatorsk con misiles Tornado, que se saldó con al menos siete muertos y 58 heridos. Se trata de una importante ciudad de la retaguardia, a casi 50 kilómetros del frente, bajo control de Kiev y donde se ubica el cuartel de su alto mando, que acusó del ataque a las milicias. «Sarmat ha sido objetivo del fuego de sistemas de proyectiles reactivos. Una segunda ráfaga de cohetes ha caído en una zona residencial de Kramatorsk», relató el presidente ucraniano, Petro Poroshenko. Las milicias negaron su implicación.

Tácticamente, el movimiento más importante de la jornada se produjo en Debaltsevo, donde los separatistas anunciaron haber logrado cerrar del cerco sobre la estratégica ciudad, nudo ferroviario entre las capitales regionales, dejando sin vías de suministros a 6.000 soldados ucranianos. «Hay enfrentamientos aislados en la carretera y también en Uglegorsk, donde estamos limpiando el territorio, pero podemos afirmar que Debaltsevo está completamente rodeada y bajo firme control de las milicias», anunció Eduard Basurin, líder separatista, afirmación rechazada por Kiev. Nueve soldados ucranianos y siete civiles murieron en esa zona. El cierre de la «caldera de Debaltsevo» era la prioridad absoluta de la ofensiva prorrusa para evitar que se repitiese una situación como la del aeropuerto de Donetsk, un apéndice dentro del territorio bajo su control. Al sur, a orillas del mar Negro, el batallón Azov de la Guardia Nacional (cuerpo de voluntarios leales a Kiev) lanzó una ofensiva desde Mariúpol que logró romper el cerco de las milicias, tomando Shirokino, Kominternovo y Pavlopol.

Por último, Rusia volvió a hacer gala de su singular oportunismo con la elección de fechas para los ejercicios militares, al anunciar precisamente ayer el despliegue de 2.000 soldados en la región de Rostov, fronteriza con Ucrania, en el polígono de tiro de Angarsky, que no se usaba desde hacía años. Otros 600 efectivos fueron emplazados en la anexionada península de Crimea, unos ensayos que se alargarán durante un mes.