Unión Europea
El Gobierno islandés mantendrá paralizadas las negociaciones para ingresar en la UE
La nueva coalición de Gobierno entre centristas y conservadores presentada hoy en Islandia anunció la paralización indefinida de las negociaciones para ingresar en la UE, suspendidas tres meses antes de los comicios generales del 27 de abril, hasta que se celebre un eventual referendo sobre la cuestión.
El líder del Partido Progresista, Sigmundur Davíð Gunnlaugsson, que ejercerá de primer ministro, no quiso hablar de fechas para la consulta popular y dijo que aún no había discutido el tema con su socio de Gobierno, Bjarni Benediktsson, líder del Partido de la Independencia y futuro ministro de Finanzas.
Tanto centristas como conservadores, que ganaron las elecciones al bloque de centroizquierda que gobernaba Islandia tras el colapso económico de octubre de 2008, se oponen al ingreso en la UE, por lo que el esperado anuncio hecho hoy supone en la práctica el probable fin de las negociaciones iniciadas con Bruselas en 2010.
El anterior Gobierno de izquierda había suspendido de forma temporal las negociaciones el 14 de enero pasado argumentando la imposibilidad de terminarlas antes de las elecciones y cuando se habían abierto 27 de los 33 capítulos de las conversaciones -pero no pesca y agricultura, los principales- y cerrado acuerdos en once.
El estallido de la crisis que colocó a Islandia al borde del colapso en octubre de 2008 hizo aumentar el ambiente favorable a la UE en un país tradicionalmente opuesto a Bruselas, receloso de su independencia y de su principal recurso, la pesca.
En ese clima, el Gobierno de izquierda aprobó en julio de 2009 pedir el ingreso en la Unión Europea y abrir las negociaciones, pese a las reticencias del socio menor de la coalición.
La primera ministra a la sazón, la socialdemócrata Jóhanna Sigurdardóttir, hablaba entonces de cerrar las negociaciones en año y medio y lograr un ingreso exprés antes que Croacia.
El conflicto con varios países de la UE por las indemnizaciones a los ahorradores extranjeros por la quiebra del banco Icesave, las disputas con Bruselas por las cuotas de caballa, la crisis del euro y las propias peleas internas sobre el tema en la coalición de Gobierno hicieron renacer el euroescepticismo en Islandia.
Los sondeos, que nunca han sido favorables a Bruselas en estos años, muestran desde hace tiempo cifras negativas récord, con dos tercios de la población contrarios al ingreso en la UE.
Islandia forma parte del Espacio Único Europeo desde 1993 y está incluida en el convenio de Schengen.
Aparte de la cuestión de las negociaciones con la UE, el nuevo Gobierno anunció varias rebajas fiscales y aseguró que trabaja en el modo de reducir la deuda hipotecaria de los hogares islandeses.
Esa fue la principal promesa en campaña de Davíð Gunnlaugsson, quien propuso que sean los acreedores extranjeros que controlan los principales bancos islandeses quienes financien la reducción de la deuda vendiendo a bajo precio sus participaciones, de las que no se pueden deshacer por los controles de capital que hay en Islandia.
El presidente de Islandia, Ólafur Ragnar Grímsson, había encargado de forma sorprendente a Davíð Gunnlaugsson formar un nuevo Gobierno tres días después de las elecciones, apelando a que el Partido Progresista fue el que más subió en los comicios y a la recomendación de la mayoría de líderes de los otros partidos.
Conservadores y centristas obtuvieron el mismo número de escaños, 19 de los 63 que tiene el Althingi (Parlamento), aunque el Partido de la Independencia logró más votos, el 26,7% frente al 24,4%, en unas elecciones en las que la izquierda perdió más de la mitad de los votos logrados cuatro años antes.
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