Celia Maza
Escocia redobla su desafío y aprueba otro referéndum
El Parlamento de Edimburgo da luz verde a una segunda consulta de independencia y abre otro frente a Londres en medio del Brexit
El Parlamento de Edimburgo da luz verde a una segunda consulta de independencia y abre otro frente a Londres en medio del Brexit
La premier Theresa May no sólo tiene la difícil tarea de sacar al Reino Unido del bloque comunitario, sino que debe además salvar la unión. Y este último reto se antoja cada vez más complicado después de que ayer el Parlamento de Edimburgo respaldara los planes separatistas de la ministra principal escocesa, Nicola Sturgeon, para promover un segundo referéndum de independencia entre otoño de 2018 y la primavera de 2019.
La sesión estaba prevista para el pasado miércoles, pero tuvo que ser suspendida por el atentado en Westminster y posponerse para ayer, justo un día antes de que May active oficialmente el artículo 50 del Tratado de Lisboa para comenzar el Brexit.
Cuando la misma votación se celebró en Edimburgo para la consulta de 2014, el Partido Nacionalista Escocés (SNP) gozaba de una amplia mayoría. Pero ahora el escenario en Holyrood es otro. Los independentistas gobiernan en minoría –cuentan con 63 de los 128 escaños- por lo que ayer necesitaron el respaldo de los seis asientos del Partido Verde.
El 53% de los escoceses se opone ahora a la celebración de una segunda consulta, frente al 44,7% que la ve con buenos ojos, según un sondeo de Sky News. Aunque también es cierto que la mayoría asegura que si el Parlamento de Edimburgo ha aprobado la moción, Westminster no debería interponerse.
Por otra parte, el apoyo a la independencia apenas ha cambiado desde el plebiscito de 2014, donde el 55.3% apoyó la permanencia en Reino Unido, frente al 44,7% que apostó por cortar el cordón umbilical con Londres.
Con todo, la líder nacionalista insistió ayer que los escoceses deben poder "elegir entre el 'brexit' -posiblemente un 'brexit' muy duro- o convertirse en un país independiente". La dirigente escocesa aspira a mantener un diálogo "racional"y no "de confrontación"con el Gobierno británico, donde May no ha cerrado las puertas en el futuro a otra consulta, aunque asegura que “ahora no es el momento” ya que el país “unido” debe centrarse en las negociaciones del Brexit.
Desde las bancadas de la oposición, la líder del Partido Conservador en Escocia, Ruth Davidson, lamentó que el SNP haya puesto sobre la mesa un "calendario apresurado"para una nuevo plebiscito. Para Davidson, los escoceses "tienen derecho a ver cómo funciona en la práctica el proceso del 'brexit"antes de tomar una decisión sobre su independencia.
Legalmente, ni el gobierno escocés ni el parlamento escocés tienen derecho a convocar un referéndum de independencia, sino Downing Street, ya que la celebración de un plebiscito no está entre las competencias delegadas en la Ley de Escocia de 1998. Para el referéndum de 2014, se acordó la llamada orden de la Sección 30, una disposición bajo la Ley de Escocia que otorgaran poderes adicionales a Holyrood.
Dicha sección -cuya solicitud fue precisamente lo que se aprobó ayer- requiere la aprobación del parlamento escocés, ambas Cámaras de Westminster y, en última instancia, del llamado “Consejo privado”, formado por expertos en la cuestión soberanista. Pero los expertos insisten en que la principal negociación sería entre May y Sturgeon. Y la química entre ellas es ahora inexistente.
La independentista alega que ganó los comicios regionales del pasado mes de mayo con un manifiesto donde señalaban que sacarían de nuevo las urnas si Escocia era “sacada de la Unión Europea en contra de su voluntad”. En el referéndum del Brexit de junio, el 62 % del electorado escocés votó a favor de la permanencia en el bloque. Aunque la Comisión Europea ya ha advertido que una Escocia independiente tendría que solicitar de nuevo su adhesión a la UE.
Westminster podría negarse a autorizar un segundo referéndum. Aunque el coste político sería altísimo y podría dar también impulso a los católicos del Sinn Fein en Irlanda del Norte, donde arropados como nunca en los comicios anticipados celebrados este mes, han vuelto a rescatar su objetivo histórico de reunificación de la isla.
Si hay evidencias significativas de que los norirlandeses quieren celebrar un referéndum para unirse a la República de Irlanda, bajo los Acuerdos del Viernes Santo, el Gobierno británico está obligado a permitirlo. Y es más, a diferencia de Escocia, si Irlanda del Norte se independiza y pasa a formar parte de la República de Irlanda, estaría en posición de convertirse de manera automática en miembro de la UE, tal y como admitió el Ejecutivo de Londres, que ayer concedió a los partidos norirlandeses más tiempo para negociar la formación de un Gobierno de coalición, pero aseguró que podría suspender la autonomía si no hay acuerdo en las próximas semanas.
Esa advertencia podría hacerse realidad después de Semana Santa, la fecha límite impuesta por Londres para que el Partido Democrático Unionista (DUP) y Sinn Féin, los más votados en las elecciones del pasado 2 de marzo, resuelvan sus diferencias y pongan fin a la enésima crisis política que afecta a la provincia.
El ministro británico para Irlanda del Norte, James Brockenshire, presentó ayer ante Westminster las alternativas que baraja para acabar con la parálisis, después de que las formaciones agotasen el lunes el plazo para lograr un pacto de gobernabilidad.
El tory también recalcó que May continuará "activamente implicada"en estas negociaciones y negó que, como sugieren algunos críticos, se haya desentendido de los asuntos norirlandeses al estar más preocupada por el Brexit.
Entre los escenarios que maneja Brockeshire si no hay acuerdo tras la Pascua, figura la suspensión de la autonomía y el gobierno directo desde Londres, volviendo a los tiempos más oscuros de los llamados Troubles, donde católicos y protestantes estuvieron inmersos en un sangriento conflicto.
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