
África
España y Mauritania: una alianza clave por la pesca y el desarrollo marítimo
La colaboración bilateral ha permitido frenar las salidas de cayucos hacia Canarias en 2025 gracias a un trabajo conjunto entre fuerzas de seguridad y nuevas políticas migratorias mauritanas

Las relaciones entre España y Mauritania se remontan al siglo XI. Fue entonces cuando una comunidad bereber perteneciente a la confederación Zanhaga, asentada en las orillas del río Senegal, irrumpió a sangre y fuego en la Península Ibérica tras haber conquistado los territorios del actual Marruecos. Durante décadas combatieron los antepasados de los españoles y los antepasados de quienes hoy habitan Mauritania. Entonces, podría decirse que el primer contacto entre unos y otros distó de ser pacífico.
Tuvieron que pasar varios siglos desde la expulsión de los almorávides de los reinos españoles para que el contacto se retomara. Durante los siglos XVI al XVIII, se registraron nuevas relaciones entre los pueblos costeros mauritanos y los marineros españoles; estuvieron marcadas por interacciones comerciales, pero también las mancharon conflictos intermitentes y episodios de piratería. La pesca del bacalao, el comercio de goma arábiga, marfil y oro y, en menor medida, el tráfico de esclavos, estuvieron entre las principales actividades que hicieron que ambos pueblos pasaran de una relación abiertamente hostil a una que podría definirse más pacífica. Quizás fue este un primer paso que llevaría a que España fuera de las primeras naciones europeas en reconocer la independencia de Mauritania en 1960. Lo que empezó como una interacción belicosa entre guerreros medievales concluyó con que España fue el país europeo que más ayuda aportó para el desarrollo mauritano en 2016 (319 millones de dólares).
La pesca española en Mauritania
Las relaciones entre España y Mauritania tienen hoy dos ejes centrales: la pesca y la inmigración. En el caso de la pesca, conviene conocer que España es el cuarto destinatario de las exportaciones totales mauritanas, donde un 93% aproximado corresponde a moluscos, crustáceos y pescado fresco y congelado. Los primeros acuerdos de pesca que se firmaron entre ambas naciones tuvieron lugar en las décadas de 1970 y 1980. Estos acuerdos permitían a barcos españoles (especialmente gallegos, andaluces y canarios) operar en aguas mauritanas, a cambio de una compensación financiera y el desembarco de parte de las capturas en puertos mauritanos. Incluían además medidas de desarrollo local, como la formación de tripulación mauritana, construcción de infraestructuras pesqueras y servicios técnicos.
Resulta apasionante conocer cómo el mar se ha transformado en un espacio de cooperación entre ambos países. Entre 2004 y 2008, el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo de España, con participación de la AECID, desembolsó aproximadamente 10,4 millones de euros de AOD bilateral destinados a la mejora del puerto de Nouadhibou; España ha contribuido además a la creación de centros de formación profesional marítimo-pesquera en colaboración con autoridades mauritanas. Dichos proyectos se han desarrollado en el Centro de Cualificación y Formación en Pesca (Nouadhibou) o en el Proyecto de Capacitación en Pesca Artesanal de Mheijerrat, entre otros.
En los años sucesivos, como es lógico, las negociaciones vinculadas a las licencias de pesca han sido recurrentes. A comienzos de la década de 2010, muchas empresas españolas renunciaron a las licencias debido a su alto coste, lo que llevó a la consiguiente negociación y la implementación del tratado actual entre Mauritania y la Unión Europea (que incluye a España). Dicho acuerdo fue firmado en julio de 2021 con una validez de seis años. Se trata del acuerdo de pesca actual más importante entre la UE y un tercer país. Permite la pesca de 290.000 toneladas anuales de pescado (atún, pequeños pelágicos, crustáceos y peces demersales) a cambio de un pago de 57.5 millones de euros anuales a las autoridades mauritanas y un compromiso por parte de los europeos de colaborar en el desarrollo de la industria pesquera mauritana.
La lucha contra la inmigración irregular
El mar sigue siendo un vínculo al que asirse cuando las relaciones entre España y Mauritania se centran en la inmigración. Tampoco en este punto ha sido sencillo alcanzar el equilibrio. Aunque la cooperación entre las autoridades mauritanas y españolas en materia de inmigración se remonta a 2006, fuentes consultadas de la Guardia Civil en mayo de 2025 confirman que los mayores avances en este campo se han registrado este 2025. De hecho, en el mes de abril no se registró ninguna salida de cayucos de Mauritania gracias al trabajo conjunto entre la Guardia Civil, la Policía Nacional española, los Guardacostas y la Gendarmería mauritanos. Este trabajo conjunto se encuentra en todos los ámbitos policiales, incluyendo, claro está, en materias de lucha contra el tráfico de drogas y lucha antiterrorista.
En mayo de 2025, fuentes de la Policía Nacional explicaron a LA RAZÓN en Nuakchot (capital mauritana) los distintos ámbitos de formación que se dan con las autoridades mauritanas: cursos para identificar documentos falsos y para tratar la violencia de género son los más solicitados por los mauritanos, pero también reciben instrucción vinculada al orden civil y a la lucha contra la delincuencia en la red. En palabras de uno de los entrevistados, “Mauritania es un socio privilegiado de España”. Y tiene sentido. Mauritania es para Europa en general, y para España en particular, la ventana atlántica del Sáhara y del Sahel, regiones ambas marcadas por importantes conflictos que hoy copan titulares internacionales. El intercambio de información es en este caso un elemento fundamental en la coordinación entre ambos países.
¿Qué ha cambiado este 2025 para que las salidas a Canarias se hayan reducido? El visado electrónico que solicitan las autoridades mauritanas desde enero de este año a todos los visitantes extranjeros ha sido uno de los puntos fuertes. Se entiende en el contexto de que un número creciente de pakistaníes y bangladeshíes aterrizaban en los últimos años en Nuakchot, para luego embarcar en los cayucos con dirección a Canarias. Igualmente, un elevado número de inmigrantes procedía de países vecinos (Senegal, Gambia, Mali). La implementación del visado electrónico y la tramitación electrónica de los documentos de residencia han traído aspectos positivos, igual que la campaña de expulsión de irregulares puesta en curso. Fuentes del ministerio de Interior indicaron a LA RAZÓN que en abril de 2025 se habían repatriado a 18.000 extranjeros del país, la mayoría a Mali y Senegal. Se espera que la cifra alcance los 50.000 antes de que concluya el año.
Sin embargo, las campañas de expulsión y la tramitación de documentos electrónicos traen consigo otro género de dudas. La organización Alliance des Orphelins Mauritaniens indicó en un informe de 2024 que el censo biométrico trae consigo importantes carencias, diciendo que “el proceso afectó desproporcionadamente a los mauritanos negros y a los haratines. Muchos carecían de la documentación necesaria, como certificados de matrimonio o documentos nacionales de identidad de sus padres, para completar el proceso de registro”. Esto implica que existe la posibilidad de que nacionales mauritanos pertenecientes a etnias en riesgo de exclusión social puedan ser considerados como extranjeros y, por tanto, ser expulsados de su tierra natal.
Por el momento, el gobierno mauritano no ha anunciado ninguna medida que pretenda mejorar esta inseguridad jurídica que afecta a muchos de sus ciudadanos. Pero la colaboración española procura, en la medida de lo posible, salvaguardar los derechos humanos de los inmigrantes. Se produjeron en 2024 visitas de autoridades mauritanas al CATE de Barranco Seco, cerca de Las Palmas de Gran Canaria, para procurar replicar su modelo en Mauritania. La idea consiste en crear centros similares a los Centros de Atención Temporal de Extranjeros (CATE) en suelo mauritano, gestionados por el ejército pero con la colaboración asegurada de la Medialuna Roja.
Las relaciones entre España y Mauritania no son rígidas. Parten de la mutua identificación de retos e intereses, de la negociación y del reconocimiento mutuo. Hace mil años que nuestros antepasados se mataban a espadazos en el valle del Duero. Hoy podemos considerarnos socios privilegiados. Prueba de ello es que Mauritania es el país de África Subsahariana que más ha visitado Pedro Sánchez desde que asumió su presidencia.
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