
Guerra en Ucrania
Una Europa de «dos velocidades» ante Putin (o cómo enfrentarse al miedo a los tanques rusos)
Los países del sur y los del este se dividen en su apreciación de la amenaza rusa. Sánchez y Meloni se alían contra el término «rearme» y piden una contabilización amplia del gasto en Defensa

En el club comunitario, los desafíos siempre acaban pasando factura y abriendo dolorosas brechas. Durante la crisis de deuda que azotó la eurozona, los países de la divisa común se dividieron entre Norte y Sur: protestantes ahorradores frente a católicos despilfarradores. Durante la crisis de refugiados del año 2015, se produjo otro cisma entre el Este y el Oeste del club cuando oleadas de refugiados sirios llegaron a territorio europeo y el denominado grupo de Visegrado (Polonia, Hungría, Eslovaquia y República Checa boicotearon sin descanso la imposición de cuotas obligatorias de asilo).
Ahora, cuando la UE se ha visto obligada a despertar ante un tablero geopolítico nuevo, las discrepancias comienzan a ser más palpables que nunca. El pasada 7 de marzo, un día después de la celebración de un cumbre extraordinaria en Bruselas, la gran mayoría de los periódicos europeos abrieron sus portadas con el apoyo de los 27 al plan de rearme presentado por Ursula Von der Leyen y valorado en 800.000 millones de euros.
En ese momento, era solo un esbozo ya que el documento detallado se presentó el 19 de marzo, justo antes de la celebración de una nueva cumbre europea. Pero lo que parecía un apoyo sin fisuras a los planes de la Comisión Europea se ha ido transformando cuando ha sido necesario comenzar a negociar los detalles. El Este y el Sur del club comunitario no ven con los mismos ojos la amenaza. Para la mayoría de los ciudadanos italianos y españoles la posibilidad de que un tanque ruso acabe franqueando las fronteras de sus países parece una película de ciencia ficción, mientras que para los Estados pertenecientes al Antiguo Telón de Acero supone un doloroso recuerdo.
Por eso, tanto el presidente del Gobierno español Pedro Sánchez como la italiana Giorgia Meloni pidieron no utilizar el término rearme, a pesar de que ésta fue la expresión utilizada por la presidenta de la Comisión Europea al bautizar su plan. Roma y Madrid aseguran que las amenazas a las que hacen frente sus dos países resultan muy diferentes y abogan por un concepto amplio de Defensa que incluya la gestión de las fronteras, lucha contra el terrorismo, ciberseguridad, tecnología de doble uso e incluso lucha contra el cambio climático. Bruselas ha comenzado a ceder territorio, aunque quizás más de manera simbólica que real: aceptando pulpo como animal de compañía.
La propia Von der Leyen abrió la puerta a utilizar el término Preparación 2030 para referirse al paquete completo que engloba las diferentes iniciativas. Al ser preguntada al día siguiente, su portavoz Paula Pinho, explicó que «somos conscientes del hecho de que el nombre como tal puede herir sensibilidades en algunos Estados miembros. Esto es algo que hemos notado. Y si esto hace más difícil transmitir el mensaje de los ciudadanos de la UE de la necesidad de tomar estas medidas, entonces estamos dispuestos a reflejarlo en la forma en que lo comunicamos».
Unas palabras que contrastan fuertemente con las pronunciadas por la propia von der Leyen el pasado día 18 de marzo, en vísperas de las presentación del Libro Blanco de Defensa. «Sé que mi mensaje de hoy ha sido duro. He pintado un mundo plagado de peligros. Pero somos más fuertes de lo que pensamos. Y no estamos solos en esto», aseguró desde la Academia Real Militar de Copenhague, para después incidir en que «la incomodidad de estas palabras palidece ante el dolor de la guerra».
El término «Preparación 2030» hace precisamente referencia a la fecha elegida para que la UE puede hacer frente a un ataque, previsiblemente por parte de Rusia. Pero los nombres también esconden problemas económicos.
El plan Von der Leyen prioriza, sobre todo, el gasto nacional. Bruselas permitirá a los Estados miembros acogerse a una cláusula nacional de escape dentro del Pacto de Estabilidad y Crecimiento que les autorizará a saltarse los límites de las reglas fiscales europeas si invierten en Defensa. Esto significa que los países europeos no se enfrentarán a sanciones, aunque los mercados financieros podrán penalizarles con mayores tipos de interés al intentar colocar su deuda. Esta cláusula será limitada y tendrá como tope el aumento del 1,5% del PIB (desde 2021) durante los próximos cuatro años.
España e Italia quieren que esta definición de Defensa incluya otras partidas como ciberseguridad y gestión de fronteras, pero los países del Este se oponen. Fuentes diplomáticas aclaran que la propuesta de la Comisión Europea contempla que algunas de estas partidas de ciberseguridad entren dentro de la categoría de bienes de doble uso y, por lo tanto, sean susceptibles de ser consideradas gasto en Defensa. Además, abren la puerta a negociar con Eurostat, la agencia estadística comunitaria, si la factura en la protección de las fronteras también puede estar incluida.
A pesar de esto, el comisario de Competitividad, el letón Valdis Dombrovkis, ha aguado las pretensiones de los países del Sur al asegurar que es necesario evitar el “lavado de Defensa” (Defense washing) y que todos los gastos entren dentro de esta categoría.
Ahora, la propuesta inicial de la Comisión Europea debe negociarse entre las capitales europeas. Tanto España como Italia tienen bajos niveles de inversión en Defensa (muestro país es el último de la OTAN) y se encuentran altamente endeudados. Por eso, han hecho frente común para este cambio en la contabilización, que les permita presentar unas cifras mejores.
Además, los países del Sur de Europa, Francia y también el flanco Este quieren que el plan de 150.000 millones de euros en capacidades comunes se financie a través de subvenciones a fondo perdido y no únicamente créditos reembolsables, tal y como ha propuesto la Comisión Europea. Pero Países Bajos y Alemania se oponen.
✕
Accede a tu cuenta para comentar