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Opinión

El bluff del Kremlin

Las exigencias de Rusia a la OTAN son como si Madrid pidiera a una nación extranjera su permiso previo antes de firmar un acuerdo con México o Filipinas

Vladimir Putin con un fusil junto a su ministro de Defensa Sergei Shoigu
Vladimir Putin con un fusil junto a su ministro de Defensa Sergei ShoiguMIKHAIL METZEL / TASS / KREMLINEFE

El 17 de diciembre, el Ministerio de Exteriores de Rusia publicó el “proyecto” de un tratado entre Rusia y Estados Unidos sobre “garantías de seguridad” que se presentó anteriormente a la subsecretaria de Estado de EE UU durante su visita a Moscú.

Este es un documento extraordinario que, en mi opinión, demuestra que los líderes rusos perdieron el contacto con la realidad. Rusia exige que se considere que todos los Estados “que antes eran parte de la Unión Soviética” no poseen la soberanía total: no solo no pueden convertirse en miembros de la OTAN, sino que tampoco pueden albergar bases militares estadounidenses. Además de eso, Rusia está dispuesta a excluir la presencia de cualquier ejército aliado en países donde no han estado estacionados antes de la ampliación de la OTAN de 1997 (eso significa que las tropas estadounidenses o alemanas no pueden estar estacionadas en Polonia o Letonia, si este tratado es firmado y ratificado).

La medida rusa se convirtió en un paso más en una serie de acciones que Occidente considera irresponsables: la guerra en Georgia; los actos terroristas en Reino Unido y Alemania; la ocupación de Crimea y el derribo del MH17; la injerencia en las elecciones estadounidenses y europeas o el apoyo las provocaciones de Bielorrusia contra Polonia y Lituania. Nada de esto le costó mucho a Rusia. Una y otra vez, Occidente optó por un “reinicio” y creyó que el apaciguamiento podría ser una buena estrategia para lidiar con un antiguo imperio actualmente gobernado por un funcionario de la KGB. Esta estrategia, sin embargo, no produjo nada más que una insolencia creciente.

El ultimátum ruso no es parte de un plan sofisticado dirigido a otras concesiones parciales, es decir, si no está listo para ponerse de acuerdo sobre todo el espacio postsoviético, solo podemos llegar a un acuerdo sobre Ucrania. Es un engaño nacido en la mente de un dictador que ha sido repetidamente llamado el líder más grande del mundo no solo por sus propios secuaces, sino también por los medios y comentaristas occidentales.

El Kremlin quiere que los líderes de las grandes potencias rechacen los principios básicos de la carta de la OTAN e ignoren la igualdad de todos los miembros de la ONU como Estados soberanos. Las reclamaciones sobre las partes de un imperio desaparecido parecen tan absurdas como lo sería si Madrid exigiera a cualquier nación extranjera que obtuviera su permiso antes de firmar tratados con México o Filipinas. Pero incluso los líderes de la OTAN ya respondieron diciendo que la propuesta rusa ``debería tener en cuenta las preocupaciones de la OTAN e involucrar a Ucrania y a otros socios ‘’. Yo diría que no parece suficiente: los líderes occidentales deberían descartar la idea misma de iniciar conversaciones. con Rusia sobre sus “garantías de seguridad”. El país que posee el arsenal nuclear más grande del mundo simplemente no puede sentirse “inseguro” al verse amenazado por Moldavia o Georgia.