Alianza

La OTAN se arma ante posibles ataques híbridos por parte de Rusia

Celebra su primera reunión ministerial después de la ruptura de Moscú

Caza F-35 y helicoptero Merlin en la cubierta del Queen Elizabeth
Caza F-35 y helicoptero Merlin en la cubierta del Queen ElizabethAna BrigidaAP

Tras la espantada de Afganistán, los aliados de la OTAN han decidido abrir un nuevo episodio en el que prefieren prestar menos atención a las misiones en el exterior y concentrar los esfuerzos en protegerse frente a la amenaza rusa y china.

La Alianza Atlántica aprobó un nuevo plan sobre sus capacidades militares con el objetivo de hacer frente a las acciones desestabilizadores de Moscú. Aunque los detalles de esta estrategia son confidenciales el objetivo es que los Aliados pueden defenderse de los ataques rusos desde todas las perspectivas de la guerra del siglo XXI: desde el pirateo de redes informáticas hasta ataques desde el espacio o armas nucleares y asegurarse en palabras del secretario general, Jens Stoltenberg, de que las “fueras armadas están en el lugar adecuado en el momento adecuado”. Aunque los expertos descartan algún ataque inminente, los desplazamientos de tropas rusas en la frontera con Ucrania han cumplido el objetivo de inquietar a los países vecinos.

Ya en el mes de junio los países de la organización militar incluyeron los ciberataques y los ataque especiales como potenciales acciones que pueden desencadenar el artículo 5 de defensa colectiva, activado por primera y única vez tras los atentados del 11 de septiembre hace 20 años. Además, ayer también se aprobó un fondo de 1.000 millones de euros para invertir en tecnologías innovadoras.

Los ministros de Defensa de la Alianza se reunieron ayer por primera vez desde que Rusia anunciara este pasado lunes que a partir del 1 de noviembre cesará sus actividades dentro de la misión permanente ante la OTAN, en respuesta por la expulsión de 8 diplomáticos rusos que trabajaban para la organización militar sospechosos de espionaje. Aunque las relaciones entre la OTAN y el Kremlin estaban muy deterioradas tras la anexión ilegal por parte de Moscú de la península de Crimea en el año 2014, este paso supone cortar de raíz cualquier intento de mantener el frágil diálogo.

A pesar de esto, la Alianza militar no cierra la puerta completamente a recomponer los puentes. “Seguimos teniendo canales de comunicación con Rusia, pero lamentamos su decisión”, aseguró ayer su secretario general, Jens Sotltenberg, si bien subrayo que el paso dado por Moscú hace “más difícil” mantener los contactos y que la organización militar no renuncia a su doble estrategia de disuasión y diálogo. Palo y zanahoria. Nada nuevo bajo el sol.

Además, esta cumbre ministerial que se prolongará hasta el día de hoy también servirá para reflexionar sobre el papel desempeñado en Afganistán por parte de las fuerzas aliadas e intentar ir restañando las heridas después de que el resto de los aliados afearan a EEUU no haber consultado al resto de los socios sobre sus salida inminente del país ante el avance de los talibanes. Unos hechos que han reabierto el debate sobre la autonomía estratégica europea y la necesidad de que los socios comunitarios avancen en sus fuerzas propias de intervención.

Como modo de aliviar tensiones, Stoltenberg siguió defendiendo ayer que el fin de la misión en el país no puede considerarse un fracaso, ya que las tropas occidentales han logrado evitar atentados durante dos décadas e intentó calmar las aguas respecto a EEUU. “Gracias por tu liderazgo, gracias por el fuerte compromiso de Estados Unidos con la OTAN”, declaró Stoltenberg en una comparecencia junto al secretario de Defensa del país, Lloyd Austin. Ante la importancia geoestratégica creciente del indo-pacífico y el auge de China, el político noruego resaltó el papel esencial del vínculo transatlántico.