Terror

“¿Cómo quieres que te matemos?”: Así abusan y asesinan las tropas rusas en Ucrania

Bucha, Irpin, Borodianka… Los nombres de las ciudades y pueblos alrededor de Kiev son conocidos en el mundo a través de las imágenes devastadoras de la guerra

Los habitantes de Borodianka no tenían ni oportunidad de escapar.
Los habitantes de Borodianka no tenían ni oportunidad de escapar.DPA vía Europa PressDPA vía Europa Press

Bucha, Irpin, Gostomel, Borodianka, Motizin, Vorzel… Ahora los nombres de las ciudades y pueblos alrededor de Kiev son conocidos en el mundo a través de las imágenes devastadoras de la guerra. Es muy difícil de imaginarlo, pero antes la región estaba llena de vida: con caballerizas, parques naturales, nuevos edificios modernos. Hace un par de años, los habitantes de Motizin crearon su propia «pequeña Holanda» (un campo de tulipanes enorme y la zona más «instagrameable» de toda la provincia). Bucha e Irpin eran dos ciudades para la gente que quería escapar de la vida de Kiev y comprar un apartamento a precios asequibles. Eran las zonas en las que se instalaban los jóvenes y los refugiados de Donetsk que huyeron de la guerra en 2014. Gostomel era famoso por su ingeniería de aeronáutica y Mriia («Sueño»), el avión más grande del mundo. Aquí también algunos kievitas compraron casas para estar más cerca de la naturaleza y seguir trabajando en la capital. Tras más de un mes de la ocupación rusa, toda la zona se convirtió en «tierra quemada» y una fosa común. Tiendas, casas, parques destruidos y bombardeados. Los bosques se convirtieron en un cementerio de los tanques y una zona minada.

Los habitantes de Borodianka no tenían ni oportunidad de escapar. El 25 de febrero por la mañana las tropas rusas ya estaban en la ciudad. Los soldados rusos intentaron rodear Kiev y entrar a capital por el camino de la liberación en la Segunda Guerra Mundial, pero no lo consiguieron porque la defensa voló los puentes junto con el plan de conquistar Kiev en tres días. Los intentos fallidos los pagaron la población civil. Los habitantes cuentan que después de cada ataque a sus edificios y casas estaban diciendo: «Aquí lo tenéis, por cada nuestra columna de tanques destruida».

Lyudmyla (35 años) y su marido Andriy estaban en la ciudad cuando los soldados rusos entraron. «Unos siete u ocho soldados sentados encima de los tanques… llevaban puestos los zapatos deportivos», comenta sarcásticamente. Explica que como sus vecinos al principio no pensaron en dejar sus casas. «Primero, esperamos que no haya guerra, y luego pensamos que si entraban, pasarían por la ciudad y no atacarían a la población civil. Pero se pusieron agresivos desde el principio y nos dimos cuenta de que llegaron para matarnos. Declararon la guerra a los civiles, a nuestros abuelos, y a nuestros niños pequeños».

Dispararon a todo lo que vieron para que la gente no se atreviera a salir. Según Liudmila, se instalaron en un edificio de once plantas cuya construcción no fue terminada y «cazaron» a los civiles, ella y su marido vieron a la gente tirada en la calle. Entre los primeros muertos que chocaron a los habitantes de Borodianka fue una familia de seis personas: abuelos, madre, padre y dos niños. Un misil cayó en su casa y no tuvieron ni una oportunidad de sobrevivir. En los edificios grandes, la gente que se escondió en los trasteros quedó atrapada, los soldados rusos prohibieron ayudarles o organizar operaciones de rescate. Solo después de la liberación de la región de Kiev, empezaron a sacar a la gente de allí. Como en otras ciudades bajo control ruso, llevaron a hombres menores de 50 años y les torturaron física y psicológicamente. «No sabían cómo matarles. Una media hora estaban pegándoles y burlándose de ellos: ‘¿cómo quieres que te matemos? Ahora vamos a disparar...’ Hicieron lo que les daba la gana», relata Liudmila. Todavía mucha gente lleva desaparecida, y quedan pocos testigos que pueden contar lo que hacían con los cautivos.

Uno de los hombres que no quiere revelar su nombre y cuyo hijo pasó casi un mes en un trastero de unos de los pueblos cercanos a Borodianka con otros cuarenta hombres por no llevar el pasaporte en la calle cuenta: «A uno de los cautivos le preguntaron a dónde quería que le disparen: al hombro o a la rodilla. El chico eligió la rodilla, y se quedó en el trastero sangrando. Al final, mostraron deferencia y mataron ‘solo’ a los hombres que tuvieron el empadronamiento de Kiev».

La vecina de Liudmila comenta que otros objetivos de «la ira» de los rusos fueron los doctores y los de los servicios de emergencia, que acompañaron a los autobuses de evacuación: «Ni en las películas de terror o bélicas habíamos visto lo que pasó. Les desnudaron y dispararon en el suelo para asustarles y humillarles. Es un simple médico ¿Qué les hizo?». En Borodianka también fue internado con gente enferma y con problemas mentales, no la dejaron evacuar desde el principio. «Esa pobre gente pasaba hambre, no tenía comida suficiente. Algunos empleados heroicamente quedaron para cuidarles e intentar preparar alguna comida. Dos semanas después les dejaron evacuar, los únicos, pero no les ‘salió gratis’. Los soldados lo hicieron a cambio de un camión de la comida que los voluntarios habían llevado a los civiles. Solo contar esto me parte el alma». Tolik, uno de los pacientes de internado, confirma que decidió quedarse con su compañero porque su madre que vive en el pueblo cercano no «le dejó hacerlo». Pasaron todas los días de la ocupación en sus cuartos: «No teníamos comida, pero una chica que vive cerca, cada día venía con las patatas para darnos algo de comer».

Sufrieron hasta los animales: de los 500 perros en un refugio se salvaron unos 100-150 porque no les dejaron dar ni agua, ni comida. Mientras la gente sufría sin agua, sin luz, sin comida, los soldados rusos robaron las casas y se llevaron de las neveras hasta los calcetines: «Lo llevaron en Ural, los camiones todoterreno multipropósito. ¿Es un ejército? Son unos pordioseros», dice Liudmila.

La organización bielorrusa «Belaryskiy Gayun», que informa sobre los movimientos del Ejército ruso dentro de su territorio, investigó la ruta de las pertenencias robadas por los soldados rusos en Ucrania. Así, solo el día 2 de marzo, los militares rusos mandaron dos toneladas de tecnología, los objetos personales y metales preciosos. Todavía no se conoce el número exacto de víctimas que dejó la ocupación rusa en la región de Kiev. Los testigos tienen miedo de hablar, en particular sobre los temas de violaciones y cautiverios. Muchos supervivientes «no cuentan sus historias por si acaso vuelven los rusos».