Rojo

Ferguson no olvida a Brown

Un año después de los disturbios por la muerte del joven afroamericano a manos de un agente blanco, los vecinos se manifiestan contra el doble rasero policial

Cientos de personas se manifiestan, ayer, frente a la comisaría de Policía de Ferguson (Misuri)
Cientos de personas se manifiestan, ayer, frente a la comisaría de Policía de Ferguson (Misuri)larazon

Durante la manifestación en recuerdo a la muerte del joven negro Michael Brown hace un año a manos de un policía se escucharon varios disparos.

Un año después de que el oficial de Policía Darren Wilson acabase con la vida del joven Michael Brown, cientos de personas desfilaron por las calles de la ciudad. Wilson fue exculpado de cualquier delito. No existen grabaciones. Imposible saber qué sucedió, descontado el testimonio del agente y las contradictorias habladurías de los testigos. Pero muchos en Estados Unidos opinan que la constante evocación de la seguridad no justifica el goteo de muertos a manos de las fuerzas del orden.

Abría la marcha de Baltimore el padre de Brown, Michael Sr., convencido de que su duelo no es en vano. Ciertamente la cuestión racial, los vídeos convulsos, los disturbios, las pancartas y los enfrentamientos han evocado fantasmas de los años sesenta en Estados Unidos, cuando Martin Luther King lideraba la lucha por los derechos civiles y Nina Simone cantaba «es negra la piel de mi verdadero amor».

Durante la marcha se escucharon varios disparos aunque no está claro quién los realizó, aunque las primeras informaciones apuntan a que no tenían como objetivo a los manifestantes.

Taylor, la última víctima

El pasado 4 de marzo, como si reconociera la existencia de fantasmas en el arcón nacional, el Departamento de Estado, tras una investigación del FBI, concluyó que la Policía de Ferguson viola de forma sistemática los derechos de los afroamericanos. Aunque constituyen el 66 por ciento de la población de la pequeña ciudad dormitorio, son objeto del 90 por ciento de las multas y el 93 por ciento de los arrestos policiales. Y tras analizar miles de expedientes y atestados los investigadores concluyeron que era frecuente entre los policías locales el uso de expresiones racistas. Enviados, incluso, desde sus cuentas de correo oficiales. Además, la ciudad habría instruido a sus uniformados para que enjuagasen las arcas públicas a base de multar a los ciudadanos más débiles.

El mar de fondo crece porque no hay semana sin luces ostroboscópicas titilando en un charco rojo. Así, en Arlington (Texas), donde un policía en prácticas, Brad Miller, disparó y mató este viernes a Christian Taylor, de 19 años y jugador de fútbol americano de la Universidad Estatal de San Angelo. Taylor había estrellado su coche contra la luna de un comercio. Según el periódico «The Guardian», que ha iniciado la cuenta de los cadáveres atribuidos a la Policía estadounidense ante la falta de estadísticas oficiales, sólo durante el mes de agosto son ya 21 los muertos. 696 en lo que va de año. Hace apenas quince días otro oficial, Ray Tensing, fue acusado de homicidio. Disparó y mató a un conductor negro que se había saltado una señal de stop. Y está el caso de Sandra Bland, a la que encontraron ahorcada en su celda el pasado 13 de julio después de que la detuvieran con métodos poco ortodoxos por culpa, otra vez, de una falta de tráfico. O la muerte de Freddy Gray en Baltimore, con la columna vertebral fracturada en el interior de un vehículo policial. O el niño de doce años Tamir Rice, al que abatió la Policía en Denver al confundir con un arma real su pistola de plástico.

En Ferguson, hay un nuevo jefe de Policía y, según explica el «New York Times», el juez principal se jubilará en breve. Pero no está claro si el clamor que recorre el país, multiplicado desde el crimen de la iglesia Emmanuel en Charlestton (Carolina del Sur), será suficiente. La penúltima víctima, Zachary Hammond, 19 años, blanco, falleció a balazos el 26 de julio en el aparcamiento de un restaurante en Seneca (Carolina del Sur). El policía sospechó que Hammond estaba liándose un cigarrillo de marihuana.