Unión Europea

Merkel y Hollande plantean una hoja de ruta para sacar a la UE del atolladero

Bruselas confía en que la cumbre de Bratislava de hoy sea «un punto de inflexión».

Francois Hollande despide a la canciller alemana, Angela Merkel, tras la reunión en París
Francois Hollande despide a la canciller alemana, Angela Merkel, tras la reunión en Paríslarazon

Bruselas confía en que la cumbre de Bratislava de hoy sea «un punto de inflexión».

François Hollande y Angela Merkel intentan salvar Europa de la nueva crisis que atraviesa frente al auge de los populismos y la futura marcha de Reino Unido. Una crisis «que no es una crisis más», como dijo ayer el presidente francés, sino, «quizás, la crisis de su existencia». La pareja franco-alemana se reunió ayer en París, después de una intensa semana en la que han multiplicado los contactos con sus homólogos europeos, para intentar mostrar una imagen de unión y dinamismo en vísperas de la cumbre europea informal de Bratislava que comienza hoy. La canciller alemana y el presidente galo almorzaron en el Palacio del Elíseo para preparar una respuesta común a la brecha abierta por el Brexit y fijar una nueva «hoja de ruta» para Europa.

Según Merkel, se trata de que Europa «frene las inquietudes» de su población y pueda seguir siendo «un continente de esperanza». En el caso de Francia, la situación es más problemática que en Alemania. Se trata de evitar que el Brexit se convierta en el modelo de un posible Frexit, como viene reclamando la extrema derecha desde el triunfo del no a Europa en Reino Unido.

Con el fin de poner freno a la expansión del euroesceptismo, «hoy necesitamos un orden del día perfectamente claro», añadió la canciller alemana, «un calendario de trabajo con etapas y una hoja de ruta» que debe precisarse en la capital eslovaca.

Los dos mandatarios coinciden en considerar que la cumbre de Bratislava «debe estar concentrada en tres grandes prioridades». La primera es la seguridad, especialmente con «una nueva impulsión a través de la Europa de la defensa», lo que significa «nuevas capacidades» y fuerzas de proyección en el exterior de Europa.

La segunda prioridad debe ser «preparar el futuro» apoyándose en «las industrias nuevas», «las tecnologías», «la transición energética» o la industria «espacial», «un gran proyecto que nos permita ser más fuertes juntos», y que genere crecimiento económico y empleo.

Y el tercer pilar, «quizás el más esencial» si se quiere un futuro para Europa, «es la capacidad de defender unos valores, un espíritu, una cultura», indicó Hollande. Con el desarrollo de un programa sobre movilidad, intercambios, universidades e investigación, quieren lograr el objetivo «fundamental» de cohesionar la sociedad europea.

En consonancia con el eje franco-alemán, en la misiva que el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha remitido a las capitales europeas reitera la necesidad de instaurar la vigilancia en las fronteras como manera de que los ciudadanos vuelvan a sentirse seguros y a confiar en el proyecto europeo. Por eso, pide que la cumbre de hoy en Bratislava suponga un «punto de inflexión».

«La gente en Europa quiere saber si las élites políticas son capaces de restaurar el control sobre algunos sucesos y procesos que les superan, desorientan y a veces aterrorizan. Hoy demasiada gente, no sólo en Reino Unido, cree que ser parte de la Unión Europea no es compatible con el camino hacia la seguridad y la estabilidad», asegura el presidente del Consejo.

Tusk alerta de que la falta de respuesta política a estos sentimientos pueden ocasionar que los votantes europeos busquen alternativas, en una clara referencia a los movimientos populistas que de uno u otro signo están en auge en los diferentes países europeos. El político polaco, fiel a sus origenes, también intenta reconciliar con Bruselas al bloque del Este, que en el último año ha boicoteado una y otra vez el sistema de reparto de refugiados a través de cuotas obligatorias ideado por Merkel.

Fuentes diplomáticas advierten de que el propósito de esta cumbre es sentar las bases de una nueva hoja de ruta europea y que las discusiones serán francas y sin tabúes. El propósito es no esconder aquello que causa profundas brechas entre los socios europeos sino dejar que las divisiones afloren para poder superarlas. A pesar de tanta sinceridad, esas mismas fuentes diplomáticas reconocen que hay que ir paso a paso. Se debatirá la propuesta franco-alemana para una política de defensa común pero, como el campo está sembrado de minas, se tratarán acciones a corto plazo. Ir más allá, reconocen, sería «contraproducente» y en ningún momento se pretende reemplazar las estructuras de la OTAN sino colaborar con el organismo multilateral.