Elecciones en Estados Unidos
La Guerra Fría de Trump contra los espías y la prensa
A punto de cumplir su primer mes de mandato, el líder de EE UU ha recrudecido sus ataques a los servicios secretos y a los medios críticos.
A punto de cumplir su primer mes de mandato, el líder de EE UU ha recrudecido sus ataques a los servicios secretos y a los medios críticos.
«Recibí un desastre de herencia», exclamó Donald Trump durante su apoteósica conferencia de prensa del pasado jueves. «No», le respondió esa misma noche el cómico y estrella de la televisión Stephen Colbert, «heredaste una fortuna... y nosotros elegimos un desastre». Por más que Trump intente cambiar el rumbo y el estilo, la actualidad, a ritmo de escándalo y Twitter, acaba por arrollarle. En política internacional, y mientras la Casa Blanca presiona para que sus socios eleven las aportaciones a la OTAN, el ministro de Asuntos Exteriores de Alemania, Sigmar Gabriel, reconocía que Europa debe gastar más en defensa. Al mismo tiempo, explicaba que EE UU tendría que agradecerle a Alemania los 40.000 millones de euros gastados a consecuencia de la crisis de los refugiados. Un caos, insinuó, que tiene bastante que gratificar a las intervenciones militares de EE UU en Oriente Medio de 2001 en adelante.
No bien se diluía el pasmo que provocó la declaración presidencial, flanqueado por el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, de que «podría vivir con uno o dos Estados» [en alusión a Israel y Palestina], Trump provocó un nuevo terremoto durante su conferencia de prensa. Sucedió cuando abroncó a un joven reportero, judío ortodoxo, enviado de «Ami Magazine», un humilde periódico de Brooklyn. Jake Turk, concretamente, le había preguntado por el auge de los incidentes antisemitas en EE UU, con decenas de amenazas de bomba y desalojos en sinagogas de todo el país durante la última semana. ¿Qué medidas pensaba tomar la Casa Blanca? Antes, a modo de introducción, Turk había comentado que: «Nadie en mi comunidad le ha acusado a usted o cualquier otra persona de su Administración de ser antisemita. Entendemos que usted tiene nietos judíos, que usted es su “zayde” [abuelo]». ¿La respuesta del presidente? «No es una pregunta sencilla, y no es honesta. Soy la persona menos antisemita que usted haya visto en toda su vida. Y la menos racista». Cuando Turk trató de intervenir, Trump respondió: «Silencio, silencio, silencio», y añadió: «De modo que ha mentido. Dijo que se levantaría y haría una pregunta directa y sencilla, pero ya sabes, bienvenido al mundo de los medios de comunicación... Odio la acusación, la encuentro repulsiva. Odio incluso la pregunta».
Pero las cuitas de Trump con la Prensa no acaban en los periódicos locales de la comunidad ortodoxa en Brooklyn. «Los medios de las noticias falsas», tuiteó el viernes, «(los fallidos New York Times, NBC News, ABC, CBS, CNN) no son mis enemigos. Son enemigos del pueblo». Inmediatamente periódicos como «The Independent» citaban otros casos recientes de líderes que acusan a la Prensa de conspirar contra el pueblo. Por ejemplo, la Junta Militar de Myanmar en 2014. O Hugo Chávez en 2007, cuando acusó a Globovisión de «enemigo del Estado». En una cinta obtenida por la revista «Político», grabada el pasado noviembre durante una fiesta en la residencia que Trump posee en Florida, se le escucha decir a sus invitados que «mañana haremos muchas entrevistas. Generales, dictadores, habrá de todo... ¿Queréis venir? Será divertido. Tendremos reuniones cada 15, 20 minutos, con los candidatos, diferentes personas que formarán nuestro Gobierno, al jefe del Tesoro, al candidato a secretario de Estado... Vendrá todo el mundo, será increíble, así que, quien lo desee, puede venir».
Como colofón a todas estas turbulencias está la dimisión del consejero de Seguridad Nacional, el general retirado Michael Flynn, acusado de negociar con Rusia antes de acceder al cargo. Para Trump, el problema no es el contenido de la conversación de Flynn como el hecho de que los servicios secretos hayan filtrado la grabación (la conversación fue pinchada), a los medios. «La prensa política es la más deshonesta», dijo, «está fuera de control».
Entre tanto, el elegido para sustituir a Flynn, el vicealmirante retirado Bob Harward, rechazó el ofrecimiento. «Desde que me jubilé», dijo, «he podido atender cuestiones económicas y familiares que serían complicadas de asumir desde el cargo». Por si fuera poco, se habla del general retirado David Petraeus como posible sustituto. Sí, Petraeus, que en 2012 dimitió como director de la CIA después de haber suministrado información confidencial a su biógrafa y amante, Paula Broadwell. El también ex director de la CIA fue condenado en 2015 a dos años de cárcel, en suspenso, y a una multa de 100.000 dólares.
Finalmente, durante su ya legendaria rueda de prensa, Trump había presumido de que su victoria en el colegio electoral fue «la mayor» desde la que obtuvo Ronald Reagan. «Crees que 306 [los votos electorales que recibió Trump] es mayor que 356 [Obama en 2009]», preguntó Colbert en su programa, «Guau, Betsy DeVos [la polémica secretaria de educación] trabaja rápido». Aventuras y desventuras desde un planeta Trump en permanente estado de agitación.
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