Estado Islámico

La ONU alerta de una masacre chií

El Estado Islámico asedia Amerli, una ciudad al norte de Irak con mayoría de turcomanos, donde la población trata de sobrevivir sin agua ni electricidad

LA CRUDEZA DE LA GUERRA. Los pesmerga celebran la muerte de terroristras del EI en combate
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Ninguna minoría religiosa está a salvo en Irak. Primero fueron los cristianos, después la secta yazidí, considerada por el Estado Islámico como «adoradores del diablo» y ahora, la etnia turcomana, que representa el 4%, está en la mira de los extremistas. La ONU advirtió ayer de una posible masacre en la localidad de Amerli, de mayoría turcomana, como la que sucedió recientemente en el las montañas de Sinyar contra la comunidad yazidí. Los residentes de esta ciudad, 20.000 chiíes de la etnia turcomana, llevan atrapados durante los últimos dos meses. La población sobrevive en condiciones desesperadas y necesita de asistencia humanitaria urgente. Amerli, situada a 180 kilómetros al norte de Bagdad, está sitiada por los combatientes del EI desde hace más de 60 días. Ante la alarma de que la minoría turcomana pueda correr el mismo destino que los cristianos y los yazidíes, la ONU ha instado a redoblar los esfuerzos para poner fin al asedio a esta localidad del norte de Irak. Así lo expresó ayer el representante del secretario general de la ONU para Irak, Nickolay Mladenov, que pidió a la comunidad internacional detener «el sufrimiento de los habitantes de Amerli», cuyo suministro de alimentos, agua, electricidad y medicinas se ha cortado. «La situación de las personas en Amerli es desesperada y exige una acción inmediata para evitar la posible matanza de sus ciudadanos», advirtió Mladenov. «Dependemos del agua salada, que da a la gente diarrea y otras dolencias. Desde que comenzó el asedio, más de 50 personas, entre ellas niños, han muerto a causa de enfermedades y por deshidratación», dijo un residente a la BBC que se identificó como Ali Albayati. Los vecinos son principalmente agricultores, pero los yihadistas les han obligado a abandonar los cultivos, por lo que la única fuente que tienen para poder alimentarse es a través de las bolsas de comida que lanzan los helicópteros del Ejército iraquí, que se reduce a una entrega al día.

Las milicias chiíes de Bagdad ya han empezado a movilizarse para socorrer a la población atrapada. Por el momento, Hadi al-Ameri, ministro iraquí de Transporte y cabeza de la organización Badr (un partido político chií con representación en el Parlamento iraquí y con milicia propia), ha trasladado a 2.000 soldados para romper el asedio de los militantes de EI. Rescatar a los habitantes de Amerdi va a ser una operación muy complicada al tratarse de una confesión musulmana. La situación es muy distinta a la de los yazidíes del monte Sinyar, que fue más fácil porque no están inmersos en el conflicto entre musulmanes. A pesar de las fuertes medidas de seguridad en la capital iraquí, Bagdad no es ajena a los atentados suicidas. Ayer murieron 4 personas y otras 35 resultaron heridas en un atentado con choche bomba cerca de la sede de un cuerpo de la Inteligencia dependiente del Ministerio del Interior iraquí. A pesar de la fuerte detonación, el edificio militar, situado en la zona de Al Masbah en el centro de la ciudad, no se vio afectado por el atentado. En cambio, la explosión sí causó importantes daños materiales en viviendas cercanas. Las atrocidades de los combatientes del EI siguen multiplicandose tanto en Irak como en Siria. En una demostración de su salvajismo, los yihadistas han ejecutado y crucificado públicamente a un total de 18 sirios, sospechosos de colaborar con las fuerzas del régimen de Bachar al Asad. El mensaje fue muy claro: «¡Mirad lo que hacemos con los traidores!».