Guerra en Ucrania

La OTAN refuerza su poder militar en Europa del Este

Barack Obama aborda la situación en Ucrania con Francois Hollande, Porpshenko, Obama, David Cameron, Angela Merkel y Matteo Renzi.
Barack Obama aborda la situación en Ucrania con Francois Hollande, Porpshenko, Obama, David Cameron, Angela Merkel y Matteo Renzi.larazon

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, recabó en la cumbre de la OTAN que se celebra en Gales el apoyo de los aliados para responder a la agresión rusa en el este de Ucrania y afrontar la violencia yihadista en Irak.

Las tranquilas praderas que rodean el Celtic Manor de Newport –un lujoso resort y campo de golf a apenas unos kilómetros de Cardiff– ofrecieron ayer un dramático contraste con las tensas negociaciones que centraron la XVI cumbre de la OTAN, que está siendo considerada como la más decisiva en décadas. Los jefes de Estado y de Gobierno de los veintiocho países miembros buscan una posición común para potenciar sus defensas en Europa Oriental en lo que supone el viraje más radical en las relaciones entre Rusia y el bloque occidental desde el final de la Guerra Fría.

La primera de las imágenes que trascendió en esta cumbre no pudo ser más elocuente: Barack Obama, David Cameron, Angela Merkel, François Hollande y Matteo Renzi se sentaban atentos y comprensivos junto a un hierático Petro Poroshenko, presidente de Ucrania, que informó a los cinco grandes de la OTAN sobre la situación en su país y el desarrollo de las conversaciones de paz que mantiene con Moscú para poner fin a una crisis en la que ya han muerto 2.600 personas y que ha forzado a abandonar sus hogares, según los últimos cálculos de Naciones Unidas, a un millón más.

Poco antes, Cameron había establecido la pauta que marcaría el resto de debates que se sucedieron en la tarde de ayer, cuando se entró de lleno en la cuestión uncraniana. El «premier» británico afirmó que las sanciones impuestas a Moscú eran «la manera correcta de transmitir a los rusos que lo que están haciendo es inaceptable». Su frase se hacía eco de la línea expuesta en un artículo firmado por Obama y Cameron en «The Times», donde ambos líderes utilizaron una retórica contundente para describir cuál es la postura de los dos principales socios de la OTAN: «Mientras Rusia trata de forzar a un Estado soberano a abandonar su derecho a la democracia a punta de pistola, nosotros debemos apoyar a Ucrania para que sea capaz de determinar su futuro y continuar nuestros esfuerzos para mejorar las capacidades del país». En otras palabras: el apoyo al Gobierno de Kiev no pasará por estacionar tropas permanentes ni en Ucrania –un país que no es miembro de la OTAN– ni en los países vecinos que sí lo son, como Polonia y las tres repúblicas bálticas, que han repetido en múltiples ocasiones su deseo de alojar más efectivos dentro de sus fronteras. Pero esto no significa que la Alianza Atlántica se cruce de brazos. Newport fue ayer testigo de un acercamiento de posiciones entre los distintos miembros para crear una fuerza de acción rápida que pueda hacer frente a amenazas a la seguridad como la planteada por la agresiva política de Rusia en Ucrania. Aunque los detalles no han sido aún concretados, se habla de que esta fuerza contará con cerca de varios miles de efectivos (será una brigada, es decir, dependiendo del país, una fuerza militar de entre 4.000 y 10.000 soldados). Esta unidad actuará como una «punta de lanza» y podrá desplegarse con un tiempo de respuesta de 48 horas en cualquier punto de Europa Oriental. El acuerdo firmado en París en 1997 entre la OTAN y el presidente ruso Boris Yeltsin prohíbe explícitamente el estacionamiento permanente de tropas en países con frontera con Rusia. Esto obligará a esta fuerza de acción rápida a desplazarse continuamente por la zona sin contar con instalaciones permanentes. Sin embargo, cada vez más voces afirman sin ambages que el expansionismo de Putin en Ucrania supone de facto la ruptura del acuerdo de París, ya que en éste se estipulaba como requisito el respeto a la integridad territorial y a la soberanía de todos los Estados.

En cualquier caso, descartada unánimemente una intervención militar directa en un país no miembro de la Alianza, como Ucrania, la OTAN sí que acordará en el marco de la cumbre el preposicionamiento de equipamiento, repuestos, combustible y munición en bases del Oriente europeo capaces de ser aprovechadas por la fuerza de acción rápida en caso de que siga creciendo la inestabilidad en la zona. Asimismo se espera la aprobación de un paquete de ayuda de quince millones de euros para propiciar que Ucrania amplíe sus capacidades militares en áreas como la ciberdefensa y la logística.

Desconfianza en el plan de paz

El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, se mostró ayer escéptico sobre la viabilidad del «plan de paz» del líder del Kremlin para Ucrania. «Lo que cuenta es lo que está sucediendo en el terreno», aseguró el danés durante la cumbre. «Y lo que estamos viendo es una implicación de Rusia en la desestabilización de la situación en el este de Ucrania». El mensaje de Rasmussen a Moscú fue claro: «Lo que pedimos a Rusia es que retire sus tropas de la frontera e interrumpa el flujo de armas a los insurgentes en Ucrania», dijo. «Sólo entonces se podría iniciar un proceso político constructivo. Eso sí que sería hacer algo para facilitar una solución pacífica».

«Ucrania está luchando para la paz. Ucrania no inició la guerra. Ucrania es objeto de la agresión y hacemos el máximo para parar de inmediato la agresión», aseguró Poroshenko. «Yo, como presidente de Ucrania, estoy dispuesto a hacerlo lo mejor que pueda para parar la guerra», recalcó, insistiendo en que Kiev es la que «paga el precio más alto a diario» en el conflicto. Respecto al apoyo mostrado por los aliados, Poroshenko señaló que en Gales ha recibido «una gran demostración de solidaridad» tras ver cómo «la seguridad y la estabilidad de Ucrania han sido brutalmente erosionadas por la agresión rusa».