Violencia callejera
La violencia en las calles, otra pesadilla diaria
Los escándalos seducen a los obscenos, tapan los verdaderos problemas que sacuden al gigante suramericano: la violencia y la corrupción. Los asesinatos en Brasil aumentan año a año. Entre 2001 y 2015, el país registró 786.870 asesinatos, según datos del Ministerio de Salud. La cantidad de víctimas supera las muertes en la guerra de Siria (331.765, entre marzo de 2011 y julio de 2017, según el Observatorio sirio para Derechos Humanos) y en Irak (268.000, entre 2003 y 2017, según el proyecto Irak Body Count). También supera los fallecidos en actos terroristas (238.000 entre 2001 y 2016, según el proyecto Global Terrorism Database). Las muertes de Brasil en 15 años equivalen a la población de ciudades como Frankfurt (701.350), Sevilla (698.423) o Seattle (684,451). Siete de cada diez homicidios tuvieron lugar por armas de fuego y más de la mitad de los asesinados en el país son niños o jóvenes: 442.419 brasileños muertos tenían menos de 29 años. Entre todos los homicidios del país en 15 años, 497.911 víctimas eran mestizos o negros. Nueve de cada diez víctimas eran hombres.
Además hubo un suceso impactante que despierta los fantasmas del pasado: después de una noche de manifestaciones en su cuenta de Twitter, el general-comandante Eduardo Villas Boas escribió que el Ejército «comparte el anhelo de todos los ciudadanos de repudio a la impunidad y el respeto a la Constitución, a la paz social y a la democracia, así como se mantiene atento a sus misiones institucionales». Sus palabras, que recibieron de inmediato muchísimas muestras de apoyo y rechazo, generaron un fuerte debate sobre el rol de los militares en momentos de crisis política y agitaron el fantasma de la última dictadura (1964-1985), todavía amenazante. Los críticos afirman que los comentarios añaden una presión innecesaria en un momento de especial tensión en el país. «Esta reacción no es buena. Si es lo que parece, sería ina-ceptable otro 1964», dijo Rodrigo Janot, el ex procurador general, en referencia al último golpe de Estado, que concluyó en una dictadura de dos décadas. Por otro lado, muchos brasileños y líderes militares respondieron enfáticamente a los mensajes de Villas Bôas. «Estamos juntos en las trincheras. Brasil por encima de todo», escribió el general Antonio Miotto.
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