Teherán

Las legislativas iraníes sellan el triunfo de los reformistas...

El presidente Rohani recoge los frutos del fin del aislacionismo y el levantamiento de las sanciones. Los ultraconservadores pierden su poder de veto en el Parlamento

Una mujer pasa delante de un mural en el centro de Teherán, ayer
Una mujer pasa delante de un mural en el centro de Teherán, ayerlarazon

El presidente Rohani recoge los frutos del fin del aislacionismo y el levantamiento de las sanciones. Los ultraconservadores pierden su poder de veto en el Parlamento

La situación económica de la República Islámica ha tenido mucho que ver en la decisión del voto en las elecciones legislativas de febrero y de ayer. De ahí que los iraníes hayan elegido el continuismo del presidente moderado Hasan Rohani frente al aislacionismo de los ultraconservadores. El Parlamento iraní (majlis) ha cambiado de sesgo. Según el ministerio del Interior, los reformistas tienen ahora 133 asientos –de 290–, los ultraconservadores 125 y el resto son para independientes y minorías, más cercanos al aperturismo. Rohani tendrá ahora más margen de maniobra, pues a menudo sus medidas han sido vetadas en el Parlamento. Una de las grandes esperanzas de los iraníes es que la economía vuelva a fluir y que regrese la inversión extranjera. La sociedad iraní quiere mejores salarios y más oportunidades para los jóvenes. Tras diez años de duras sanciones de Occidente contra la República Islámica, la firma del acuerdo nuclear entre Rohani y los países del P5+1 ha devuelto la esperanza a algunos hogares iraníes.

Aunque el acuerdo se firmó en julio, no fue hasta enero cuando la comunidad internacional levantó las sanciones. Desde el verano, no hay semana en que las autoridades iraníes no reciban una comitiva internacional. Las empresas extranjeras buscan cooperar con las persas y saben que es buen momento porque Irán ha tenido 100.000 millones de activos congelados que ahora podrá gastar. La compra de petróleo y gas o la oportunidad de construir infraestructuras son las prioridades de los gobiernos extranjeros. Antes de las elecciones, en el nuevo «dorado» se habían recibido ya a más de 120 delegaciones internacionales de políticos y empresarios. Hoy comienza una visita oficial de la presidenta surcoreana, Park Geun Hye, «para aprovechar las oportunidades de negocio». Lo cierto es que no hay semana en que no se destaque en las portadas de los diarios un encuentro bilateral entre Rohani y sus homólogos extranjeros. Sobre el papel, todo augura mejoría, pero ¿se nota ya en la vida diaria?

«Todavía no se está sintiendo el impacto. Hay algunas expectativas, pero el sector privado es demasiado pesimista para comenzar a invertir, sobre todo después de haberse debilitado tanto durante la década de sanciones», explica a LA RAZÓN Arash Pourebrahimi, investigador en la Universidad de Harvard. «Los únicos mecanismos que tendrán efecto en la economía doméstica son la inversión extranjera y el comercio, así como el gasto público», añade Pourebrahimi. En el Gran Bazar de Teherán, el bullicio ahora es constante. Por los angostos pasadizos llenos de tiendas de todo tipo se agolpan miles de personas buscando la mejor oferta. Para Abdeloreza, un joven dependiente de un comercio de cacerolas, ya se nota en el bolsillo de los iraníes, pues ellos tienen más clientes ahora. «Pasamos años muy malos, hace cinco tuvimos que cerrar», señala mientras pide con la mirada ir a atender a dos señoras interesadas. En el mismo callejón, Mohamed Javad vende artículos para la higiene diaria. En menos de dos metros, hay tres dependientes y cientos de productos colocados en cada hueco de la pared. Él espera «que nos vaya mucho mejor a partir de ahora, estoy seguro de que van a llegar tiempos mejores», sostiene. El joven Mohamad, especializado en adornos y artículos para el hogar, es mucho más ambicioso. Su tienda sólo lleva abierta tres años y «todavía no se nota nada, estamos prácticamente como estábamos. Eso sí, con un poco de resquemor reconoce que 1390 (hace cinco años en el calendario iraní) fue catastrófico. «Teníamos una tienda de camisas y la tuvimos que cerrar. Los precios de la mercancía subieron un montón. Además, el Gobierno no ha controlado a los vendedores ambulantes y nos han hecho mucho daño». En una tienda de ropa de hombre, Ali confiesa que ha sufrido mucho por la falta de clientes. «Hace tres años tuvimos que cerrar algunos días. Realmente no he notado mucho cambio, pero sí que espero que cambie de tendencia. Ojalá».

Los jóvenes iraníes –el 60% del país tiene menos de 30 años– son los que más están sufriendo el paro. «La tasa media de desempleo es del 11% y entre la juventud es más del 25%», expone el investigador Pourebrahimi. El Gobierno iraní, sin embargo, «no ha aplicado ningún plan directo para activar el empleo. La Administración de Rohani espera que el levantamiento de las sanciones estimule el crecimiento y, consecuentemente, el trabajo. Por lo que el objetivo del Gobierno está en el crecimiento (en particular a través de la inversión extranjera), no en el empleo». Es más, para mostrar su tesis, Pourebrahimi señala que «la tasa de participación de la fuerza laboral en el sector público es del 17% y eso se lleva el 66% del presupuesto del año que viene».

No sólo porque buena parte de la población se muestra ahora más abierta a la inversión extranjera, sino porque también desde Occidente dejan a un lado sus reticencias políticas en busca de buenos acuerdos comerciales. Muchos bancos, entre ellos uno español, se están planteando abrir en Irán. Recientemente, Booking incluyó hoteles iraníes en su oferta por internet y Versace abrió su primera tienda el viernes. Además, Air France ya ha inaugurado vuelos directos a la capital iraní desde París. «Aun así, es muy complicado que el control de capitales se levante en los próximos años. La economía iraní sería muy vulnerable a ello y el Gobierno lo sabe», sostiene Pourebrahimi.