Reino Unido

Los ministros eurófobos amenazan a May con dimitir si no deja la unión aduanera

La líder «tory» afronta nuevas amenazas de motín en su Gobierno y en el partido si no firma un Brexit duro

La líder «tory» afronta nuevas amenazas de motín en su Gobierno y en el partido si no firma un Brexit duro.

La recta final de las negociaciones del Brexit está resultando sumamente compleja para Theresa May. La «premier» debe ofrecer el próximo mes a Bruselas una solución para la frontera de Irlanda, la única física que existirá entre Reino Unido y la UE tras el histórico divorcio. Sin embargo, el Gabinete está más dividido que nunca y ministros clave como Boris Johnson (Exteriores) o Liam Fox (Comercio) han amenazado con dimitir si la debilitada líder «tory» opta por dejar al país vinculado de alguna manera a la unión aduanera para solucionar el complicado escenario que se presenta con el confín entre la República de Irlanda y la británica Irlanda del Norte. El ministro de Defensa, Gavin Williamson, y el recién nombrado titular de Interior, Sajid Javid, también se muestran a favor de romper por completo los lazos con el bloque. Mientras que el responsable del Tesoro, Philip Hammond, y el de Negocios, Greg Clark, representan el bando pro UE del Gobierno.

La postura oficial de Downing Street sigue siendo la defensa a ultranza de un Brexit duro. Sin embargo, May apuesta en privado por una «sociedad aduanera», que permitiría a Londres cobrar aranceles en nombre de Bruselas para los bienes que lleguen a Reino Unido, pero sean destinados a los mercados de la UE. A los «tories» euroescépticos no les convence. Temen que esta opción sea «impracticable» y que el país termine quedándose en esta esfera comercial comunitaria. Prefieren un acuerdo «altamente simplificado» que utilizaría la tecnología para minimizar, pero no eliminaría por completo los controles sobre las importaciones.

Bruselas, sin embargo, rechaza las dos opciones, por lo que fuentes del número 10 insisten en que la situación está «en constante evolución» y es posible que se plantee una opción combinando elementos de los dos enfoques originales. El Ejecutivo insiste en que cualquier solución tendrá como objetivo evitar los controles fronterizos físicos entre el sur y el norte de la isla. En cualquier caso, parece que May escucha más a su asesor Oliver Robbins que al titular de la cartera del Brexit, David Davis. En este sentido, muchos apuntan que este euroescéptico también estaría valorando la idea de dejar su cargo si finalmente la «premier» suaviza la postura del Gobierno.

Por si la tensión en el Gabinete no fuera poca, 60 diputados del influyente y euroescéptico European Reform Group, capitaneado por el cada vez más mediático Jacob Rees-Mogg, remitieron una carta a May exigiéndole también que abandone una eventual «asociación aduanera» con la UE. En una misiva de treinta folios, señala que esa asociación haría difícil alcanzar acuerdos comerciales con otros países. La carta fue ayer interpretada como una advertencia en toda regla sobre una posible rebelión en la formación que se sumaría a la del Ejecutivo. Aunque unas elecciones internas dentro del Partido Conservador podrían retrasar las negociaciones con Bruselas poniendo en peligro el propio Brexit, algo que los euroescépticos quieren evitar a toda costa.

Por otro lado, los unionistas norirlandeses del DUP, de los que May depende para gobernar tras perder la mayoría absoluta en las elecciones del año pasado, amenazan con retirarle su apoyo si finalmente Irlanda del Norte queda en un estatus diferente al del resto del país. En definitiva, May está atada de pies y manos. Aunque la última palabra podría tenerla Westminster, donde actualmente se tramita la ley de retirada de la UE. Todo apunta a que la mayoría de los Comunes parece estar dispuesto a respaldar una enmienda aprobada ya en los Lores para que Londres siga vinculado a esta esfera comercial comunitaria.