Secuestro en Nigeria
Los niños, el arma letal de Boko Haram
Los terroristas nigerianos usan menores en uno de cada cinco atentados
Los terroristas nigerianos usan menores en uno de cada cinco atentados
El impacto del grupo terrorista Boko Haram en Nigeria y en sus países vecinos es devastador. Con sus numerosos atentados suicidas, ataques y saqueos, los yihadistas no sólo han alimentado la inseguridad y el caos, sino que han originado una auténtica generación perdida. Los menores son los que más sufren los desvaríos de Abubakar Shekau, el líder de Boko Haram. El secuestro de las 220 niñas de Chibok, hace ya dos años, es tristemente el caso más conocido y la punta del iceberg de una de las crisis humanitarias en África que más rápido degenera. Desde mayo de 2013, la violencia de los yihadistas ha hecho que 2,3 millones de personas de Nigeria, Chad, Camerún y Níger hayan abandonado sus hogares, de los que más de la mitad, de acuerdo a las cifras de Unicef, son niños. Pero estos serían los más «afortunados», pues son miles los que caen en las garras de los milicianos. Los menores son sometidos a todo tipo de vejaciones. A los chicos los fuerzan a atacar a sus propias familias para así demostrar su lealtad a Boko Haram, mientras que las chicas se convierten en sus cocineras o en sus esclavas sexuales y a muchas de ellas se las fuerza a casarse con los yihadistas y a complacerlos. Una de las más atroces prácticas de este grupo yihadista africano leal al Estado Islámico es el uso de niños en los atentados suicidas. Según Unicef, se ha pasado de 4 (en 2014) a 44 (en 2015) niños involucrados en un ataque mortal, es decir, se ha multiplicado por diez. En total, uno de cada cinco «kamikazes» son menores y, el 75% de éstos, niñas. «Hay que decir claramente que son víctimas, no infractores», aseveró Manuel Fontaine, director de Unicef para África Occidental y Central. «Engañar a los niños y obligarles a realizar ataques mortales ha sido uno de los aspectos más terribles de la violencia que sacude Nigeria y los países vecinos».
Asimismo, en los últimos años, Boko Haram se ha encargado de hacer honor a su nombre, que en hausa viene a decir que «la educación occidental es pecado» al aumentar la violencia contra colegios, estudiantes y profesores. «El ritmo, la intensidad y la letalidad de esos ataques se han incrementado drásticamente desde la mitad de 2012», indicó Mausi Segun, investigadora de Human Rights Watch (HRW). De acuerdo con esta ONG, el conflicto ha dejado a un millón de niños sin acceso a la educación. «Entre 2009 y 2015 han destruido más de 910 escuelas y han forzado el cierre de otras 1.500. Han matado deliberadamente a 611 maestros y otros 19.000 se han visto obligados a huir. Cuando el presidente nigeriano, Muhammadu Buhari, tomó el poder en mayo de 2015, prometió neutralizar a la insurgencia terrorista y liberar a las niñas secuestradas por los extremistas. Sin embargo, lejos de desaparecer, Boko Haram ha asesinado a 1.000 civiles desde entonces y su zona de influencia se ha extendido a los países fronterizos. Sólo en Camerún, ha habido 21 atentados con menores desde 2014 hasta febrero de 2016.
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