Italia

Matteo Renzi saca músculo con la elección de Mattarella como presidente de Italia

Vista general del Parlamento italiano, donde se celebraba la votación para elegir al nuevo presidente.
Vista general del Parlamento italiano, donde se celebraba la votación para elegir al nuevo presidente.larazon

Jugada maestra la del jefe de Gobierno italiano, Matteo Renzi, al conseguir que Sergio Mattarella, su candidato, siciliano de 74 años, fuera elegido ayer nuevo presidente de la República.

Jugada maestra la del jefe de Gobierno italiano, Matteo Renzi, al conseguir que Sergio Mattarella, su candidato, fuera elegido ayer nuevo presidente de la República. Este siciliano de 74 años que fue ministro en varias ocasiones y ejercía hasta ahora como juez del Tribunal Constitucional obtuvo 665 votos de los 995 posibles en la cuarta votación celebrada en el Parlamento. Es un resultado amplio que supera las expectativas, pues en esta última moción sólo le hacía falta la mayoría absoluta. En las tres anteriores, en las que el Partido Democrático (PD), la formación de Renzi, votó en blanco, el quórum estaba fijado en dos tercios de la asamblea.

La elección de Mattarella supone un éxito incontestable para Renzi, quien demuestra que no sólo tiene capacidad para seducir a los electores en las urnas, como hizo en los pasados comicios europeos, sino también para maniobrar entre bambalinas para reforzar a su Ejecutivo. El primer nivel donde se aprecia la victoria de Renzi es en el PD. Sólo dos años después de que el partido se fracturara internamente en la votación de la que debía salir el sucesor del anterior jefe del Estado, Giorgio Napolitano (quien se vio obligado a repetir en el cargo), Renzi ha conseguido que los suyos le sigan sin ambages. Las sempiternas peleas intestinas de la izquierda quedan aparcadas, al menos de momento.

Mattarella recogió los votos del PD y de otros grupos políticos como los excomunistas de SEL, los centristas de Elección Cívica y otras formaciones menores. En cambio, votó en blanco Forza Italia (FI), el partido de Silvio Berlusconi, el gran perdedor de esta cita política. El magnate quería consensuar un candidato con Renzi para alargar el pacto entre ambos a la designación del nuevo inquilino del Palacio del Quirinal, la sede de la presidencia de la República. Se quedó con las ganas. El jefe del Ejecutivo ignoró al ex “Cavaliere” y limitó la alianza entre FI y el PD a sacar adelante las grandes reformas institucionales. Consiguió así distanciarse de Berlusconi y no darle más argumentos a quienes le critican desde la izquierda por esa unión que consideran antinatura.

Aunque en un primer momento coqueteó con la idea de proponer otro candidato, al final también votó a favor de Mattarella el principal aliado de Gobierno de Renzi, Angelino Alfano, líder de la formación Nuevo Centro Derecha, una escisión de FI. A Alfano, ministro del Interior, no le quedó otra que aceptar las órdenes del primer ministro y aceptar la llegada al Quirinal del hasta ahora juez del Tribunal Constitucional. Si no, corría el riesgo de que le echaran del Gobierno.

El último aspecto en el que queda patente la jugada maestra de Renzi se descubre al examinar la personalidad de éste y compararla con la de Mattarella. No tienen nada en común, salvo que ambos son católicos y confluyeron en el PD. Mientras que el primer ministro es un tipo joven, extrovertido, hiperactivo y apasionado de la comunicación, el nuevo jefe del Estado es muy reservado, casi hosco en su trato con los medios. Ayer despachó su elección con estas pocas palabras: “Mi pensamiento va sobretodo y antes que nada a las dificultades y a las esperanzas de nuestros conciudadanos. Esto es suficiente”. Renzi, en cambio, es todo arabesco; nunca ha dejado de ser un líder de plaza con estupenda labia. Mattarella, a su lado, parece el sombrío propietario de una funeraria. Con él en el Quirinal, el líder del PD debe de pensar que no corre riesgo alguno de que nadie le haga sombra.

Entre las declaraciones de apoyo a la elección del nuevo presidente de la República destaca la de su antecesor, Napolitano, ahora convertido en senador vitalicio. “Conozco su absoluta lealtad, rectitud, sensibilidad, competencia institucional y, ciertamente, imparcialidad. Son todas características importantísimas para diseñar la figura del jefe del Estado”, dijo el presidente saliente. También el Papa Francisco celebró su nombramiento, auspiciando en un telegrama que “pueda ejercer su alta responsabilidad especialmente al servicio de la unidad y de la concordia del país”. “Invoco sobre su persona la constante asistencia divina para una iluminada acción de promoción del bien común”, le dijo el Pontífice a Mattarella, a quien debieron de gustarle especialmente estas palabras por su fe católica.