Londres
Miliband hunde al laborismo
La caída en picado en los sondeos agrava la crisis de liderazgo dentro de la izquierda británica y refuerza a los conservadores
Se supone que a seis meses de unas elecciones generales en Reino Unido, cualquier formación con posibilidades reales de triunfo comienza a elaborar la estrategia de campaña. Pero la situación en el Partido Laborista es muy diferente. Su líder, Ed Miliband, lleva días en el punto de mira por la supuesta revuelta interna que están tramando sus propias filas y ayer sufrió el golpe demoledor (para muchos definitivo) después de que una encuesta revelara que tan sólo el 13 por ciento de la población le ve preparado para ser primer ministro.
Publicado en el «Evening Standard», el sondeo dio tres puntos de ventaja a los conservadores, su mejor nota en los últimos cuatro años, y mostró una caída de cuatro puntos de los laboristas, comparado con el mes pasado. Sin duda alguna, se trata de los peores resultados para la oposición de toda la legislatura. Un diputado que quiso mantener el anonimato reveló al rotativo: «Si las cosas siguen así tendrá que irse por Navidad, con independencia de si hay alguien para tomar el relevo. No podemos ir a los comicios sabiendo que vamos a perder». Para muchos esto es tan sólo la crónica de una muerte anunciada. Y es que la elección de Miliband como líder del partido en septiembre de 2010 no estuvo exenta de polémica. El favorito, en realidad, era su hermano mayor, David, que había ocupado la cartera de Exteriores y estuvo a punto de derrocar a Gordon Brown en un golpe interno en el que acabó echándose atrás en el último momento. Era David, el guapo, el que contaba con carisma y el que recordaba en muchos sentidos a Tony Blair en sus inicios. Pero finalmente, los sindicatos, con un peso importantísimo en la formación, dieron la victoria a Ed, creyendo que éste sería el auténtico salvador para recuperar el espíritu de la izquierda. Su labor debía ser reconquistar al votante de toda la vida (perdido en la última etapa de Brown) y atraer a las clases acomodadas castigadas con los recortes de los «tories». Pero el plan no ha funcionado ni en un sentido ni en el otro. La oposición se ha pasado tres años criticando las medidas de austeridad del Gobierno y ahora que la economía ha repuntado se han quedado sin argumentos y con un líder al que la Cámara no le quiere. Por cuestión de calendario, sería arriesgado poner ahora a un candidato alternativo. Pero en cualquier caso, parece que éste tampoco existe después de que el ex ministro del Interior, Alan Jonson, favorito entre los rebeldes, haya dejado claro que no tiene intención de volver a la primera línea de la política.
Por su parte, Ed Balls, responsable de Economía en la oposición y candidato en su día para el liderazgo, restó ayer importancia a los sondeos y tiró de la frase tan manida de que «la única encuesta que vale son las elecciones». A día de hoy, los conservadores obtendrían el 32% de los votos; los laboristas, el 29%; el euroescéptico UKIP, el 14%; y los liberal demócratas, socios del Gobierno de David Cameron, el 8%.
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