Análisis
La negligencia criminal de Moscú en el desastre nuclear de Chornobyl
A 38 años de la fuga radiactiva, Rusia repite su juego peligroso con la ocupación de plantas atómicas y ataques a instalaciones nucleares
Hay fechas que no se olvidan. Cada 26 de abril, el mundo recuerda la catástrofe de Chornobyl, el desastre nuclear más grave de la historia. La explosión en la central y sus consecuencias cambiaron el rumbo de la humanidad. El accidente fue el resultado de un experimento dirigido por Moscú que ignoró los protocolos básicos de seguridad. Manipulaciones inaceptables del reactor, realizadas bajo instrucciones directas de Moscú, provocaron una reacción incontrolada, una explosión y una fusión.
Esta negligencia criminal, agravada por los intentos del régimen soviético de ocultar la verdad, expuso a millones de personas a radiación peligrosa. Como consecuencia de la explosión, más de 145.000 kilómetros cuadrados de tierra quedaron contaminados con radionucleidos. Alrededor de 5.000 poblaciones de Ucrania, Bielorrusia y la Federación de Rusia se vieron afectadas, de las cuales 2.218 solo en Ucrania, donde viven aproximadamente 2,4 millones de personas. El impacto de la catástrofe se sintió más allá de la región: se detectó contaminación radiactiva en Bielorrusia, Suecia, Noruega, Polonia, Austria, Suiza, Alemania, Finlandia y el Reino Unido. Cerca de cinco millones de personas sufrieron las consecuencias del desastre.
Cada año, el 26 de abril, honramos la memoria de los héroes que, sin saber a lo que se enfrentaban, salvaron a la humanidad de una catástrofe nuclear mundial a costa de su propia vida y salud. También recordamos con gratitud a quienes se sacrificaron para prevenir una repetición del desastre en 2022, durante la invasión rusa.
El 24 de febrero de 2022, la comunidad internacional se dio cuenta una vez más que los regímenes totalitarios, que fue la Unión Soviética y es Rusia ahora, representan una amenaza para la seguridad nuclear del mundo. Haciendo caso omiso de los principios y requisitos de la seguridad reconocidos internacionalmente, así como de los compromisos internacionales asumidos por la propia Federación de Rusia como miembro de las Naciones Unidas y el OIEA, las fuerzas armadas rusas lanzaron una invasión militar cínica y brutal capturando la zona de exclusión y el polígono industrial de la central de Chornobyl. El sitio de una de las mayores tragedias nucleares del siglo XX volvía a convertirse en escenario de peligro.
Con la ocupación temporal de la central nuclear de Chornobyl en 2022 y la ocupación en curso de la central nuclear de Zaporiyia, Rusia vuelve a poner al mundo al borde de una nueva catástrofe nuclear. Esta amenaza sigue siendo real debido a los ataques con misiles y al bombardeo indiscriminado del territorio ucraniano por parte del país agresor.
En marzo de 2025, se produjo una nueva escalada de terrorismo nuclear por parte de Rusia, que lanzó un ataque con drones directamente contra la estructura de confinamiento del reactor destruido en Chornobyl. Tanto la carcasa externa como la interna del sarcófago que protege el reactor número 4 resultaron dañadas. También quedó afectado el sistema principal de grúas. Poco después, se registraron múltiples explosiones en la central nuclear de Zaporiyia. Un depósito de combustible diésel que suministraba electricidad a los generadores de emergencia resultó dañado en las instalaciones ocupadas temporalmente.
Los ataques contra instalaciones nucleares en Ucrania se han convertido en una parte integral de la agresión militar rusa. Han disparado cohetes cerca de la central de Zaporiyia, almacenado municiones en sus instalaciones y utilizado el complejo como escudo militar. Es un chantaje nuclear a gran escala, una amenaza directa no solo para Ucrania, sino para todo el continente europeo. La central nuclear de Zaporiyia debe volver al control de Ucrania: es la única garantía de seguridad nuclear para Europa. Rusia ha hecho caso omiso de todos los principios fundamentales de la seguridad nuclear. Como ha señalado repetidamente el Presidente de Ucrania, garantizar la seguridad nuclear y radiológica en Ucrania es un requisito previo esencial para una paz global, justa y duradera.
Desde el inicio de la invasión, los daños medioambientales de Ucrania se estiman en más de 85 mil millones de euros. Han ardido bosques, se ha contaminado el aire y el agua, se han destruido reservas naturales. Pero lo más grave es que la vida sigue amenazada por armas invisibles y silenciosas: la radiación. Una amenaza que no conoce fronteras y que puede alcanzar a cualquier persona, en cualquier rincón del planeta.
La magnitud de los retos y amenazas es extremadamente alta. El mundo no puede permitirse otro Chornobyl. La memoria de las víctimas, el coraje de los héroes y la seguridad de las generaciones futuras requieren esfuerzos internacionales conjuntos y decisivos para evitar una posible catástrofe nuclear. La comunidad internacional debe tomar medidas firmes y basadas en principios para garantizar consecuencias políticas, económicas y jurídicas para la Federación de Rusia por sus crímenes que socavan la seguridad nuclear global. No podemos permitir que la historia se repita.