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Obama refuerza la alianza militar árabe
El presidente Barack Obama insistió ayer a los países del Golfo Pérsico, que EE UU está comprometido con su seguridad, insistiendo en que un acuerdo nuclear con Irán no les hará más vulnerables. Obama y los líderes de los seis países del Consejo de Cooperación del Golfo (GCC) se reunieron ayer en una particular cumbre en Camp David, la residencia de descanso del presidente. Al cierre de esta edición se esperaba que anunciaran nuevos compromisos militares, incluidos ejercicios conjuntos y cooperación en misiles balísticos. «Realmente estamos viendo lo que podemos hacer para acelerar la provisión de respaldo y capacidad de construcción para el GCC», explicó a Ap Ben Rhodes, asesor de seguridad de Obama. EE UU lleva tiempo dando apoyo militar a sus socios del Golfo, pero los nuevos acuerdos serían en materia de seguridad marítima, fronteras y ciberseguridad.
Obama se enfrentó al reto de aliviar los temores de los mandatarios árabes por la ascensión de Irán en un Oriente Medio convulso a la vez que presionó a los Estados petroleros para que trabajasen juntos en su propia defensa. La cumbre se celebró a puerta cerrada –las tres sesiones de trabajo y el almuerzo– hasta la rueda de prensa final. Pero Obama diseñó una agenda repleta de fotografías con cada uno de los líderes de las naciones del Golfo Pérsico invitadas a la cumbre. El presidente quería transmitir la sensación de armonía. Pero la sonora ausencia del rey saudí Salman y la de otros tres monarcas deslució la cumbre y pocas eran las esperanzas de grandes acuerdos. Desde la Casa Blanca, se intentó restar importancia, pues su ausencia iba a permitir conocer mejor a los príncipes herederos Mohammed bin Nayef y Mohammed bin Salman. Asimismo la delegación saudí insistió en que quieren tener exactamente la misma capacidad de enriquecimiento nuclear que el acuerdo permita a Teherán. Y esta observación se podía hacer extensible al resto de Estados árabes lo que alimenta los temores de una carrera armamentística en la región. Un duro varapalo para Obama, quien llegó a la Casa Blanca con una agenda en la que escribió la eliminación de armas nucleares.
No al tratado defensivo
Antes siquiera de que empezase la cumbre, quedó patente que la cita iba a dejar a todos sus asistentes insatisfechos. Los líderes árabes aspiraban a cerrar el compromiso de un Tratado de Defensa similar al que EE UU tiene firmado con Japón y no estaba claro que la Casa Blanca se fuera a comprometer en este tipo de paraguas defensivo. Obama utiliza rara vez Camp David. En esta ocasión, esperaba ofrecer una atmósfera más íntima que pudiese llevar a conversaciones más relajadas, según explicaron desde la Casa Blanca. Pero el nivel de las conversaciones y de los acuerdos no podía esperarse que fueran de máximo nivel tras la falta del rey Salman a la que se unieron las de los jefes de Estado de Emiratos Árabes Unidos, Omán y Bahréin, que enviaron a representantes de menor rango.
Obama evitó hacer cualquier referencia a Irán. En cambio, sí reconoció que «atravesamos momentos con desafíos» en la zona. En Arabia Saudí preocupa además la influencia de Teherán en Siria y Yemen. Aunque también critican, que si se llega a un acuerdo, el alivio de las sanciones, podría dar más fuerza a Teherán para desestabilizar más la compleja región.
Mientras Obama mantenía sus sesiones de trabajo con los líderes árabes, en la Cámara de Representantes los legisladores se preparaban para aprobar por mayoría el proyecto de ley del Congreso sobre el acuerdo nuclear con Irán, ya visto en el Senado. Una vez rubricado por el presidente, se comprometería a que el Congreso pudiese revisar y rechazar el acuerdo. Esto significa que los políticos de Washington podrían opinar sobre cómo se delimitaría el programa nuclear a cambio del alivio de las sanciones económicas. Si finalmente el acuerdo permite a Teherán mantener 5.000 centrifugadoras y un programa de investigación y desarrollo, –a lo que Israel y los Estados árabes siempre se han opuesto–, EE UU reconoce el derecho de Irán a continuar con el enriquecimiento de uranio. Este entramado de hipótesis se complica más cuando se echa un vistazo a quién tendrían que pedir ayuda. Los miembros del Grupo de Proveedores Nucleares tienen una gran lista de componentes que no pueden mandar a Oriente Medio. Así, Arabia Saudí y el resto de estados de la zona tendrían que pedir ayuda a Corea del Norte o a Pakistán.
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