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Occidente llega tarde a combatir el Estado Islámico

La Razón
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-Hasta ahora los atentados yihadistas en Europa solían ser llevados a cabo por un “lobo solitario”. Sin embargo, en París el Estado Islámico ha demostrado poseer medios y organización para planificar esta cadena de atentados. ¿Cuenta el EI con comandos y organización suficiente en Europa?

-La cuestión del “lobo solitario”, en mi opinión, haría referencia a casos cómo Anders Behring Breivik, autor de la matanza de la isla de Utoya en Noruega, o Omar Abdel Hamid El-Hussein, en Copenhague, cómo más recientes, pero creo que es un error en cuanto a terrorismo yihadista hablar cuando menos por ahora de este tipo de “herramienta”. El terrorismo busca la máxima efectividad, el máximo impacto y eso sólo se consigue con un número elevado de víctimas. Esto no descarta, no obstante, la existencia de éstos. El Estado Islámico (EI) cuenta desde hace tiempo, no sólo con comandos y organización suficiente en Europa, sino que además posee un “servicio de inteligencia” muy potente, y, es más, están ya con las misiones encomendadas, contando con un margen alto de flexibilidad.

-¿Los servicios secretos franceses se han visto superados? ¿Es posible evitar este tipo de matanzas?

-Los servicios de inteligencia en general -no olvidemos que en estos aspectos se trabaja en común (CNI, CIA, MI...)- no es que se hayan visto superados, sino que están muy limitados por la circunstancias: imprevisibilidad de los ataques, espacio Schengen, falta de coordinación, “filtrado insuficiente” en las frontera, etc. El enemigo aprovecha las debilidades, y de cara a este tipo de fenómeno, la sociedad occidental es vulnerable. En cuanto a la posibilidad de evitar este tipo de matanzas, tan sólo es posible atenuar el efecto, pero es francamente difícil evitarlas. Miren lo que sucede últimamente en Israel, donde terroristas palestinos con cuchillos apuñalan a ciudadanos israelíes. En Turquía, por ejemplo, los centros comerciales tienen un control de acceso con escáneres, incluso accesos a recintos deportivos y lugares donde puede haber grandes concentraciones de gente.

-¿Qué puede hacer Europa para combatir el yihadismo en su suelo? ¿Mayor cooperación policial entre los miembros de la UE o restringir la libre circulación de personas?

-Desgraciadamente, pienso que es un problema que podía haberse atenuado habiéndose implicado mucho antes en el combate con organizaciones de este tipo, pero al EI se le permitió crecer y multiplicarse. Ahora, cuando aparecen los muertos, queremos poner soluciones. La cuestión yihadista es un problema más complejo de lo que pueda parecer. Ya no es un problema religioso, sino que va más allá de la religión. La cooperación policial y de los servicios de inteligencia existe, y de eso no se debe dudar. Estamos hablando de un enemigo común, nadie está libre de convertirse en víctima. Hay que establecer un sistema efectivo de filtros de acceso y de prevención en nuestros países. Es importante también, no olvidar que, aunque hay terroristas, también existen organizaciones mafiosas y delincuentes que facilitan la logística de estas organizaciones y que, si se cierra el “grifo” del dinero, al final se mueren por inanición. Pero, desgraciadamente, hay muchos intereses ocultos, incluso en naciones civilizadas que harán esto imposible.

-¿Y en el exterior? ¿Combatir al Estado Islámico en Siria o Irak hará a Francia y Europa más o menos segura?

-Europa dejó de ser segura desgraciadamente hace algunos años, y esto lo hemos venido diciendo los analistas de ISG. Por desgracia, los acontecimientos de París no nos han hecho más que dar la razón. El combatir al Estados Islámico tuvo su momento oportuno y se dejó pasar. Los bombardeos y ataques al EI sobre el terreno ahora quizá lo que produzcan, teniendo en cuenta el importante número de “daños colaterales”, es un caldo de cultivo favorable para el nacimiento de nuevos terroristas. Habría que haber extirpado el “tumor” en su momento.

-¿Cómo se hace un kamikaze? ¿Cómo se radicaliza un musulmán que vive o incluso ha nacido en Europa?

-No es tan complicado como pudiera parecer, la sociedad europea, desde el punto de vista del islamismo radical es un buen caldo de cultivo. Para los radicales islámicos e incluso para muchos europeos, ha habido una extraordinaria pérdida de valores y principios morales. El terrorista de segunda generación vive inmerso en ese mar embravecido, y al final percibe -no olvidemos que viven en su ambiente: familia, amigos, barrio- que su vida no tiene sentido, no le cuadra esta sociedad, no le llena. Son personas francamente insatisfechas, se sienten minusvaloradas, apartadas. “No hay nada que perder”, no existe una motivación vital, sólo les espera el “paraíso” si mueren cómo “shahibs”. Asesinar vilmente, torturar...y esperar el paraíso, ¿a que no nos cuadra? Es una pregunta que daría para muchos renglones, incluso páginas.

-¿Qué debemos hacer con aquellos que han retornado a nuestros países tras combatir en Irak o Siria? ¿Cómo se les puede desradicalizar?

-Problema de muy difícil solución. Si allí fueron es porque ya existía una radicalización que va a aumentar exponencialmente en su estancia sobre el terreno. Se sienten “alguien”. Su vida parece empezar a tener sentido, son temidos, respetados. Se sienten parte de algo, son importantes, tenidos en cuenta. ¿Existe un tratamiento de desintoxicación efectivo? ¿Dónde nace esa tendencia radical? ¿En la familia, en la mezquita, en los amigos, en el barrio, en su propia mente? Uno es cada uno y sus circunstancias, es francamente difícil de responder. No hablamos de una “secta”, muchas cosas se han absorbido en su etapa de maduración intelectual. No soy psiquiatra, ni psicólogo, pero me parece francamente complicado. Creo que resulta mucho más sencillo desenganchar a un drogadicto que reconducir a un terrorista yihadista.

Ex oficial de Inteligencia y analista consultor de Seguridad sobre Siria y el Estado Islámico en el Instituto de Seguridad Global (ISG)