África

Una ONG acusa al gobierno de Kenia de orquestar ataques contra defensores de derechos humanos

Al menos 16 manifestantes han muerto y 400 personas han resultado heridas durante las protestas celebradas en la última semana de junio

La ONU muestra su preocupación por las protestas en Kenia y alerta de una violación del Derecho Internacional
La ONU muestra su preocupación por las protestas en Kenia y alerta de una violación del Derecho InternacionalEuropa Press

La violencia policial en Kenia empieza a ser una rutina. Se amontonan detenidos, heridos, muertos. En un contexto de protestas cada vez más comunes, cada vez más desatadas, que sirven de círculo vicioso para la violencia policial que crece con la violencia de los manifestantes, la cual crece con la violencia policial. Violencia lleva a violencia. Dieciséis manifestantes murieron en las protestas que se celebraron en la última semana de junio, con motivo del primer aniversario de las movilizaciones de 2024 y donde se registraron 39 fallecidos. En la misma jornada, al menos 400 personas resultaron heridas.

Este domingo se repitieron manifestaciones en la capital del país, Nairobi, en favor de la democracia, y los manifestantes fueron repelidos con el gas disparado por la policía. En el mes de junio, un conocido influencer keniano, Albert Omondi Ojwang, murió bajo custodia policial, poco después de que el subjefe de policía de Kenia se quejara de una publicación en redes sociales que "mancillaba" su nombre. Aunque las autoridades aseguran que falleció por "heridas autoinfligidas en la cabeza", el creciente repertorio de violencia policial en Kenia ha sido suficiente para que la juventud del país desconfíe del relato oficial y acuse a los agentes de haber asesinado a Ojwang. Su muerte se suma al sentimiento de furia que predomina entre la juventud keniana.

La edad media de Kenia es de 19 años. Es un país joven. El PIB del país ha sufrido en los últimos años un ligero descenso, mientras que las cifras de paro juvenil ofrecen un panorama desesperanzador. La plataforma GeoPoll especificó en un informe publicado en octubre de 2024 que el 67 % de los jóvenes de la Generación Z (18‑27 años) están sin empleo. Estadísticas recientes del Banco Mundial, por otro lado, determinan que un 89% de los jóvenes kenianos trabajan en un empleo informal. La Generación Z es el cuerpo del país, pero es un cuerpo desocupado. Joven y energético, vaga sin rumbo fijo por un horizonte sin asideros.

Su hartazgo se convirtió en furia en junio de 2024, cuando llegaron a asaltar el Parlamento keniano en el contexto de las protestas narradas anteriormente. La respuesta policial, denunciada por numerosas organizaciones internacionales (que la consideraron desproporcionada), fijó esa furia y le dio recorrido. Las protestas de 2024, que se convocaron para frenar una reforma fiscal que Ruto bosquejó con el fin de estructurar la deuda keniana frente al Fondo Monetario Internacional, derivaron en protestas contra la violencia policial; que han derivado a su vez en protestas a favor de la democracia. La evolución del descontento es evidente.

[[H2:La Comisión de Derechos Humanos de Kenia denuncia un asalto a su sede]

En el marco de las tensiones que no parecen encontrar una vía de escape, una nueva anécdota ha contribuido a inflar la combustión. La Comisión de Derechos Humanos de Kenia (KHRC) denunció el lunes un asalto a su sede en Nairobi, perpetrado por decenas de individuos encapuchados, justo antes de una rueda de prensa en la que iban a comparecer madres de víctimas de abusos policiales. La ONG acusó directamente al gobierno del presidente William Ruto de orquestar una campaña sistemática de intimidación contra defensores de derechos humanos, señalando el ataque como una "escalada calculada" en la represión estatal.

El incidente fue captado por cámaras de seguridad. Las imágenes muestran a los atacantes irrumpiendo en las oficinas y persiguiendo a periodistas y activistas. Incluso una reportera de EFE fue acorralada y despojada de sus pertenencias.

Algo no cuadra en la forma en que está gestionando William Ruto las protestas que se acumulan. Kenia, que se enorgullece de ser una nación democrática, ya ha vivido en el pasado episodios de violencia policial. Pero pocas veces ocurrieron con tanta intensidad... y en tan poco tiempo. El uso de fuerza letal por parte de las autoridades del país ha multiplicado las críticas de organismos internacionales, debilitando la imagen de Ruto a nivel interno y externo. Solo una cosa es clara: que los enfrentamientos entre la juventud keniana y la policía continuarán en los próximos meses.