Opinión

La peligrosa encrucijada mexicana

A los partidos de oposición se les juzgará sobre el papel que desempeñaron, o dejaron de desempeñar, si en México se consolida un sistema autoritario

El presidente mexicano, Manuel López Obrador
El presidente mexicano, Manuel López ObradorMarco UgarteAgencia AP

Hace pocos días, el presidente populista de izquierda mexicano, Andrés Manuel López Obrador, se apuntó una victoria electoral que resulta clave para las presidenciales de 2024. Su partido político MORENA ganó la gubernatura del Estado de México, la plaza electoral más grande y significativa del país. Dicho territorio representa el 15% del padrón electoral. Además, es la primera vez, en casi 100 años, que el partido PRI –opositor a López Obrador– no gobernará ese Estado.

¿Qué significa este cambio? El fortalecimiento de un camino que comenzó a trazarse en el 2018, cuando se inició el actual Gobierno de corte populista. Lo que se pretende, en el fondo es un cambio de sistema político. Ante esa «vocación revolucionaria» se generan más dudas e inquietudes que certezas. La mayoría de mexicanos le están dando un cheque en blanco a la izquierda que gobierna y al liderazgo unipersonal del presidente. ¿Razones justificadas? Hasta cierto punto. El nivel de desconfianza y descrédito de la oposición es de tal magnitud que al final, la apuesta, por ahora, es por aquel que mantiene programas de ayuda, que cada mañana habla y define la contienda política y por aquel que «canta música para los oídos de muchos» reafirmando que los Gobiernos anteriores fueron muy corruptos.

Los partidos de oposición tienen un encuentro con la historia. A ellos se les juzgará el día de mañana sobre el papel que desempeñaron, o dejaron de desempeñar, si en México se consolida un sistema autoritario, con unas instituciones al servicio del Ejecutivo y con un Gobierno todopoderoso que dejaría de considerar a los mexicanos una sociedad civil para convertirla en el rebaño de un predicador encumbrado en el poder.