Política

I Guerra Mundial

Pétain, el traidor que fue un buen soldado

Franco y el mariscal Pétain, durante un encuentro en 1941
Franco y el mariscal Pétain, durante un encuentro en 1941larazon

El gran homenaje que Francia preparó para este sábado por el centenario del armisticio de la Gran Guerra llegó envuelto en polémica desde el primer momento. Todo estalló el miércoles, cuando el presidente Emmanuel Macron, que ha recorrido durante la semana los escenarios más emblemáticos del conflicto, dijo que era «legítimo» incluir al mariscal Philippe Pétain en el homenaje a los militares que ayer, ante los líderes de todo el planeta, se celebró en Los Inválidos. El presidente argumentó que la historia de un personaje histórico como Pétain puede desdoblarse por etapas. «Durante la Primera Guerra Mundial fue un gran soldado pero tomó decisiones funestas en la Segunda» al colaborar con los nazis, explicó Macron, subrayando que su propósito no era «perdonar nada pero tampoco borrar nada de la historia». Lo cierto es que durante mucho tiempo Pétain fue considerado un excelente estratega, sobre todo por haber detenido el avance alemán en Verdún en 1916. Pero toda esa faceta quedó eclipsada por su colaboracionismo con los nazis dirigiendo el régimen de Vichy, por lo que fue condenado a muerte por traición, una pena conmutada después a cadena perpetua. Pétain iba a ser homenajeado junto a los otros siete mariscales franceses que condujeron a Francia a la victoria durante la Gran Guerra. Las palabras de Macron desdoblando etapas de la vida del mariscal han desatado una polémica extendida a medios de comunicación y a las tertulias de café. ¿Se puede ser un héroe en 1914 y un tirano un cuarto de siglo más tarde, o ambas facetas son indisolubles? Para casi toda la oposición, tanto de derecha como de izquierda, la respuesta es no. «Pétain fue un traidor y un antisemita. Sus crímenes y su traición son indescriptibles. ¡Macron esta vez es demasiado!» reaccionó de inmediato el líder de izquierda Jean-Luc Mélenchon. Desde la derecha, también se ha acusado al presidente de «usar la historia como un juguete». Especialmente indignado se mostró el Consejo Representativo de Instituciones Judías de Francia (CRIF). Su presidente, Francis Kalifat, ha señalado que tienen «el sentimiento de que esta es la primera etapa de la rehabilitación de su figura y no podemos aceptarlo». Con el fin de apagar la polémica, el gobierno francés reculaba ya el jueves y explicaba que «no habrá ningún homenaje a Pétain» este sábado en París. «Solo los mariscales cuyo honor no fue manchado recibirán homenaje por parte de la República», sentenciaba el portavoz del gobierno, Benjamin Griveaux. Sin embargo, desde el equipo de Macron se ha seguido repitiendo que sus antecesores en el cargo también hicieron la distinción entre el heroísmo mostrado por Pétain durante la Primera Guerra Mundial y su traición al pueblo en la Segunda y que toda esta polémica es «inútil». «La vida política y la naturaleza humana son a veces más complejas de lo que nos gustaría creer», dijo Macron después de haber levantado la tormenta. No falta quienes piensan que este tipo de controversias suelen ser muy del agrado del presidente. Calentar previamente a la opinión pública para darse un gran homenaje internacional en la supercumbre del domingo no sería una hipótesis descartable para un presidente que languidece en los sondeos (26% de aprobación según la última encuesta de «Le Figaro») y que sabe buscar como pocos golpes de efecto que lo relancen. La vitrina internacional del centenario de la Gran Guerra le servirá para volver a colocarse en el primer plano de la escena internacional. Macron, el emblema del europeísmo y el multilateralismo en tiempos de Trump, Bolsonaro y compañía. Que los franceses premien su imagen en el plano internacional con una révalida de popularidad a partir de la efeméride es ya otra historia.