Crisis en Túnez

El presidente de Túnez, Kais Saied, invoca una “guerra sin cuartel” contra sus críticos

La Policía tunecina detiene al líder islamista Rachid Ghanuchi y cierra las sedes del principal bloque opositor

El presidente Kais Saied suspendió el Parlamento y destituyó al primer ministro
El presidente Kais Saied suspendió el Parlamento y destituyó al primer ministroHedi AzouzAgencia AP

Un centenar de agentes vestidos de civil irrumpieron en la noche del lunes en la residencia del líder islamista Rachid Ghanuchi. El fundador de Ennahda, una de las principales figuras de la oposición contra el presidente Kais Saied, fue detenido e interrogado en un cuartel militar. En la misma operación, la Policía tunecina registró el domicilio de su hija y arrestó a otros tres altos cargos del partido.

Las autoridades cerraron horas después las sedes de Ennahda y del Frente Nacional de Salvación, una coalición en la que islamistas y laicos convergen para denunciar la deriva autoritaria de Saied.

El político de 81 años, detenido varias veces en los últimos dos años, ha sido acusado de “incitación” por unas polémicas declaraciones en las que sugería que Saied y sus partidarios estaban sentando las bases de una “guerra civil” en Túnez.

“Emprendemos una guerra sin cuartel contra cualquiera que pretenda golpear al Estado, a sus instituciones, golpear a la patria, porque no son patriotas”, respondió Saied el martes en un mensaje en vídeo difundido por su oficina. El presidente tunecino instaba al Poder Judicial a no defraudar “las expectativas del pueblo y las expectativas de la historia para construir un nuevo Túnez”. Era su forma de responder a las críticas tras la detención de Ghanuchi.

Saied intensificó en febrero la represión contra la oposición, en parte como respuesta a su creciente impopularidad por la acuciante crisis económica que atraviesa el país.

“Ghanuchi no es el único que está en el punto de mira, todo esto forma parte de una campaña más amplia”, explica a este periódico el analista Bedirhan Erdem Mutlu. “Aunque probablemente sea la figura más simbólica”.

Al menos una veintena de personalidades de la sociedad civil, políticos e incluso miembros de la judicatura han sido encarcelados por conspirar contra la seguridad del Estado, según las autoridades.

“[El presidente tunecino] parece convencido de que se estaba tramando un golpe en su contra”, señala Mutlu. “Era cuestión de tiempo que vinieran a por Ghanuchi”.

El investigador tunecino Fadil Aliriza considera que el problema principal es que estas detenciones “se llevan a cabo sin órdenes claras ni garantías procesales y sin informar a la familia de su paradero ni dar a los sospechosos acceso a abogados”.

“Algunas detenciones recientes han utilizado la justificación de la ley antiterrorista de 2015 que aprobó el Parlamento y que los grupos de derechos humanos condenaron en su momento”, traslada a LA RAZÓN.

El líder islamista es una figura divisiva en Túnez. Fundador de Ennahda, Ghanuchi entró en las instituciones tras la caída del régimen de Ben Ali y la llegada de la democracia en 2011. La formación pronto se convirtió en la principal fuerza política del país. Pero el estancamiento económico, la falta de mejoras sociales, la extendida corrupción en las instituciones y la sospecha del radicalismo islámico abonaron su impopularidad.

Este desencanto permitió el ascenso de Saied, que dio en julio de 2021 un autogolpe de Estado con el respaldo mayoritario de la sociedad tunecina. Un respaldo que parece estar perdiendo a marchas forzadas.