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Una semana clave

Putin busca un desesperado golpe de efecto en Ucrania tras un desastroso primer año de invasión

El líder ruso ultima una ofensiva para conquistar Donbás ante de que lleguen a Kyiv los tanques occidentales a fines de marzo

Esta semana se cumplirá un año del comienzo de los ataques masivos a Ucrania por parte de las fuerzas armadas rusas, bautizados por el Kremlin como una «operación especial» que pretendía «desnazificar» a esta exrepública soviética. Una consecuencia justificada por Moscú tras años de políticas beligerantes llevadas a cabo por los últimos Gobiernos de Kyv en contra de Rusia. Muchas cosas han pasado durante los últimos doce meses que han cambiado el curso de esta campaña militar, de la que a día de hoy sigue sin saberse su objetivo concreto.

Desde Moscú se dan pocos detalles. «Todo va según el plan establecido», sigue siendo la respuesta más escuchada cuando alguien pregunta el estado de la operación en las conferencias de prensa del Kremlin. De ese plan establecido se sigue sabiendo poco. ¿Hasta dónde tienen que llegar las tropas rusas para conseguir esa victoria? ¿Cuánto tiempo más durará la ofensiva?. Las intervenciones públicas de Vladimir Putin han sido escasas desde el 24 de febrero.

Esta semana puede ser crucial en el transcurso de la guerra, a juzgar por los dos acontecimientos marcados por Moscú. El primero de ellos tendrá lugar mañana a mediodía, cuando el presidente Putin se dirija a la Asamblea Federal de Rusia. Nadie sabe sobre qué versará su discurso. Podría tratarse de un resumen de lo ocurrido el último año o ser una noticia bomba que dé un giro a la estrategia rusa. El segundo, el primer aniversario del comienzo de los ataques ordenados por el Kremlin. Fuentes no oficiales hablan de un aumento considerable en la ofensiva, aprovechando que los refuerzos pedidos por Ucrania aún no se han enviado.

El objetivo no sería otro que conquistar todo Donbás antes de que termine marzo, aprovechando para recuperar la ciudad de Járkiv. En el Ministerio de Defensa ruso saben que solo a primeros de abril Kyiv empezará a recibir los tanques prometidos por Occidente y desde la prensa rusa se informa de que ese envío no superará una cuarta parte del número establecido, algo que ya confirmó «The Times». De los 320 tanques esperados, solo 50 podrán dirigirse al frente en los primeros días de abril. El tiempo juega a favor de Rusia y desde las líneas ucranianas aseguran que ese ataque a gran escala ya ha comenzado con la destrucción de varios arsenales en toda la línea del frente desde Járkiv a Jersón pasando por Donetsk y Lugansk, ataques que se habrían saldado con cientos de soldados ucranianos muertos, incluidas dos brigadas mecanizadas en la zona de Kupiansk (Járkiv) y un destacamento en Vuhledar (Donetsk).

Mientras, desde Moscú avisan a los países occidentales de que se abstengan de echar más leña al fuego de la guerra enviando armamento pesado, recordando la nota remitida por el Ministerio de Exteriores ruso la pasada primavera a los miembros de la OTAN en la que se declaraba que cualquier carga que contenga equipo militar se convertiría en un objetivo legítimo para Rusia. Según el ministro de Exteriores, Serguei Lavrov, Estados Unidos y la alianza están directamente involucrados en el conflicto, no solo suministrando armas, sino también entrenando personal en Reino Unido, Alemania, Italia o España.

Lo cierto es que esa gran ofensiva podría venir por el aire. En las últimas semanas Rusia ha ido acumulando aviones y helicópteros cerca de la frontera con Ucrania, pudiendo dar a entender que empezaría a utilizar finalmente su fuerza aérea, que hasta la fecha había tenido un papel más bien discreto. Los servicios de inteligencia occidentales confirman ese posible cambio de táctica para romper el estancamiento sobre el terreno. Otro factor importante sería la incorporación de nuevos efectivos si se lanzara la orden para una nueva movilización masiva entre la población en edad militar, algo de lo que ya se empezó a hablar a final del año pasado. Según el Ministerio de Defensa británico, Rusia estaría utilizando, directa o indirectamente, alrededor del 97% de sus Fuerzas Armadas para la campaña contra Ucrania, necesitando más tropas para apoyar a las ya existentes y sustituir la gran cantidad de bajas sufridas.

Wagner, financiado por Yevguenii Prigozhin, amigo personal de Putin, se ha convertido en el gran apoyo del Ejército. El grupo de mercenarios ha alcanzado notoriedad tras sus importantes victorias militares y se encuentra actualmente al frente de la ofensiva en Bajmut. Desde que hicieran su aparición en Donbás han podido reclutar a más de 40.000, muchos de ellos convictos procedentes. Viendo el éxito alcanzado por este grupo, el líder checheno, Ramzan Kadirov, ya ha anunciado la creación de una empresa militar privada parecida a Wagner que echará a andar en breve. “Sin duda, este tipo de formaciones profesionales son necesarias y necesarias”, declaró ayer el político en su canal de Telegram.

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