Venezuela
Rescatar a «La Moribunda»
Carta del padre del opositor Leopoldo López ante la «toma de Caracas»
Carta del padre del opositor Leopoldo López ante la «toma de Caracas»
Ha pasado tanta agua bajo el puente que muchos de los votantes venezolanos de hoy nunca oyeron la nefasta frase pronunciada en ese triste momento republicano, palabras del fallecido ex presidente Hugo Chávez, llegado a la primera magistratura tras lanzar promesas que incumpliría.
Chávez tomó posesión incumpliendo la Constitución que, como militar, se había comprometido a defender y, en artera actitud, la descalificó como «moribunda». Convertiría en letra muerta la Carta Magna para sustituirla por una nueva Constitución. Otra que, a pesar de su legítimo nacimiento, traicionaría hasta convertirla en «la bicha», como él la denominó; que sólo le serviría para abultar el bolsillo y sacarla ante las cámaras de televisión mientras socarronamente se burlaba de la letra constitucional.
¿Dónde está en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela la palabra socialista? No aparece, pero ese velo tapa vilmente la palabra que sí aparece y que constituye el pilar de apoyo de la Carta Magna: democracia, hoy víctima moribunda junto a la Constitución.
El absoluto desconocimiento a la letra de la Constitución bolivariana, a la autonomía de los poderes, al compromiso de los tratados internacionales y la burla a los derechos humanos, han confirmado ante los ojos del mundo la verdadera naturaleza del Leviatán venezolano. El impulso mayor que debe sostener la lucha social descansa sobre dos factores fundamentales: igualdad y participación. A los venezolanos se les ha privado de escoger su futuro.
La exclusión como norma de gobierno se afianzó hasta el punto de generar en muchos venezolanos la desesperanza y el deseo de migración a otros lugares. Venezuela es hoy una nación emigrante, cuando históricamente ha sido crisol de hombres libres en el mundo.
El mefistofélico invento de las listas –para negar a quienes en ellas aparecen sus derechos ciudadanos por manifestar una opinión divergente al criterio oficial– no es otra cosa que un remedo fascista.
Hoy la obligación definitiva para todo ciudadano que aspira a la recuperación de la democracia y sus derechos en Venezuela es participar en la lucha para lograrlo.
Llamadas a manifestaciones y protestas pacíficas para expresar el descontento son fundamentales si creemos en la recuperación de la democracia y en el futuro del país. La Historia nos enseña que movimientos de grandes masas, sin violencia, pueden conquistar libertades arrebatadas por poderosas tiranías.
Las multitudes en las calles han sido una forma de participación democrática para exigir igualdad, recuperación de derechos y el establecimiento de nuevos rumbos para evitar que la violencia se conforme como institución. La lucha pacífica es el arma de las mayorías, la movilización de multitudes da fe del respaldo a su voluntad. La toma pacífica de espacios es la etapa previa a boicots y huelgas que se apoyan en la evidencia demostrada por la presencia visible e innegable.
El pueblo venezolano está ante una oportunidad como la que tuvieron tantos pueblos que no dejaron perder su dignidad. Hagamos honor a nuestro himno, «Gloria al bravo pueblo».
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