Espionaje

Snowden, una década de contradicciones

El analista de la CIA que desveló el espionaje masivo de EE UU a ciudadanos y aliados vive ahora en Rusia bajo la protección de Putin

Manifestantes con las caretas de Edward Snowden
Manifestantes con las caretas de Edward SnowdenlarazonAgencia EFE

El martes se cumpieron diez años desde que Edward Snowden, un empleado subcontratado por el Gobierno estadounidense para recopilar y analizar información sobre riesgos y amenazas contra el país, puso patas arriba los servicios de inteligencia norteamericanos y pasó a ser mundialmente conocido por sus revelaciones sobre el espionaje masivo que practicaba su propio gobierno. Snowden siempre argumentó que lo había hecho en defensa de la privacidad y las libertades fundamentales de los usuarios de la red en todo el mundo. Hoy, una década después, vive su exilio en Rusia, país enemigo de su patria.

Era ex técnico de la CIA y cumplirá 40 años el próximo 23 de junio. Obsesionado con la tecnología, siguió los pasos de su madre que fue empleada de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés). Allí comenzó a trabajar en una instalación subterránea en Hawái, que le permitió conseguir documentación secreta de la agencia de seguridad electrónica que revelaba como estos servicios se habían excedido en sus funciones, espiando más allá de dónde debían.

Snowden era uno de los 5,1 millones de estadounidenses que poseen acreditaciones de seguridad del gobierno. Fue testigo de la recopilación masiva de información de ciudadanos estadounidense a todos los niveles: se interceptaban correos electrónicos, llamadas telefónicas, e incluso mensaje en las redes sociales. No le gustó lo que vio y decidió contarle al mundo lo que estaba ocurriendo con su información más íntima. ¨Habíamos dejado de observar a terroristas específicos y comenzamos a observar a todos por si acaso se convertían en terroristas. Y esto no era algo que afectaba solo a personas en lugares lejanos como Indonesia. Esto estaba afectando a los estadounidenses¨, señaló el exiliado en una entrevista en 2019 con NPR en Moscú.

El escándalo se produjo en un momento en que el mundo todavía descubría las entonces nuevas tecnologías. Todo sonaba raro, pero era grave. Su filtración trajo consecuencias. El 2 de junio de 2015, el expresidente estadounidense Barack Obama firmó la Ley de Libertad de EE UU, que imponía límites a la NSA y su recopilación de datos por espionaje electrónico de las comunicaciones de los ciudadanos. ¨La ley también incluye otros cambios a nuestras leyes de vigilancia, incluida una mayor transparencia para ayudar a generar confianza entre el pueblo estadounidense de que su privacidad y libertades están protegidas¨, señaló entonces el exmandatario.

Obama siempre dijo a que las revelaciones habían dañado a la seguridad nacional, e incluso habían revelado información sensible sobre la vigilancia electrónica estadounidense a grupos terroristas como Al Qaeda, pero para Snowden y sus defensores la filtración era necesaria porque según apuntó se había ¨pirateado la Constitución¨. Y eso a pesar de que la comunidad de seguridad nacional ve al exiliado como un traidor, y sigue esperando que Snowden rinda cuentas ante la justicia de su país donde está acusado de un delito de espionaje por el que se enfrenta a 30 años de prisión. ¨Claramente es un individuo que traicionó la confianza que teníamos en él. No es un individuo que en mi opinión esté actuando con intenciones nobles¨, señaló Keith Alexander, director de la NSA, cuando ocurrieron los hechos.

Antes de compartir la información recopilada con el mundo, Snowden planeó bien su huida y como se protegería de una situación que no parece que tenga solución a corto plazo. Vació sus cuentas bancarias y sacó suficiente dinero en efectivo para sobrevivir a los inicios de la tormenta que estaba a punto de venírsele encima. Encriptó sus viejos ordenadores y copió los archivos de

programas de vigilancia de la NSA. Huyó a Hong Kong donde se reunió con un pequeño grupo de periodistas que darían voz a la información que había recopilado (Ewen MacAskill, de The Guardian y el columnista del Washington Post, Glenn Greenwald). En el país asiático permaneció escondido hasta que casi lo detienen y hubo un cambio obligado de planes. En un primer momento su destino final era Ecuador, pero EE. UU. canceló su visado y se vio obligado a viajar a Rusia. Lo que iba a ser una rápida parada en Moscú en 2013, acabó convirtiéndose en su paradero desde el 2013. ¨El exilio es una escala interminable¨, confesó en la autobiografía que publicó en 2019, ¨Registro permanente¨.

Snowden vive en Moscú donde se ha casado y ha tenido dos hijos nacidos allí. Rusia le concedió la nacionalidad el año pasado, en medio de una situación bélica que ha llevado a muchos a criticar a Snowden porque no entienden cómo puede seguir viviendo allí después de la invasión de Ucrania. Él asegura que el gobierno norteamericano ha frustrado hasta ahora todos sus intentos de mudarse a otro destino. Estados Unidos no tiene tratado de extradición con Rusia, así que el gobierno de Vladimir Putin no está obligado a entregar a Snowden a pesar de que Washington ya haya enviado una petición para que así sea.

Ahora se cumplen 10 años de las revelaciones de Snowden y muchos se preguntan si su sacrificio valió la pena. Lo cierto es que muchas personas desde aquel momento entendieron mejor el alcance del desarrollo tecnológico y lo que supone la recopilación de datos por parte del Gobierno y empresas privadas. Un debate nacional que comenzó en el 2013 pero sigue más vigente que nunca.